BEIJING, 12 jun (Xinhua) -- Algunos países occidentales han estado presionando de forma injusta a China por su exceso de capacidad en el sector del acero, con la confianza de proteger sus propios intereses y sacar más rendimiento a sus negociaciones comerciales con Bejing.
No se debería abusar del exceso de capacidad como término económico. En casi todos los mercados, es natural que las empresas, sobre todo las rentables, mantengan cierta capacidad extra, pues la demanda tiende a fluctuar con el tiempo y, además, quieren capturar la mayor porción del mercado posible y sacar el máximo provecho cuando los tiempos mejoran.
La vasta capacidad actual en la industria del acero mundial fue espoleada por la fuerte demanda durante el ciclo de auge económico, tanto en China como en el resto del mundo. Muchas firmas del sector, incluidas las estadounidenses y europeas, así como las economías exportadoras de hierro, se beneficiaron de ese crecimiento.
En aquella fase de desarrollo, la economía china se convirtió en un importante motor, algo de lo que no hay que avergonzarse. El mercado inmobiliario de China despegó a principios de la década de 1990 y, en 20 años, casi la totalidad de los 1.300 millones de habitantes del país consiguieron viviendas apropiadas.
Incluso en un momento en el que el resto del mundo vive una recesión económica, la demanda de vivienda en China persiste, pese a que su crecimiento se ha ralentizado debido, principalmente, a que el país tiene escasez de infraestructura.
¿Debería ser China culpada por aumentar el gasto en infraestructuras en un momento de recesión económica exterior?
Ese gasto, en realidad, no solo ha ayudado a China a atenuar la disminución repentina de la demanda exterior, sino que también ha ayudado a la economía mundial, al contribuir a la demanda y el crecimiento que el mundo tanto necesita. Además, y lo que es más importante, había una demanda sólida de infraestructuras.
El ciclo del mercado es imparable. La disminución de la demanda de vivienda en China coincide, desafortunadamente, con el prolongado débil crecimiento en los principales países desarrollados.
China no escogió apoyar específicamente al sector de acero cuando aumentó su gasto fiscal en medio de la recesión. Más bien, el sector se expandió gracias a las ventajas en términos de coste y proximidad al mercado, así como a la alta rentabilidad.
El exceso de capacidad, o más bien la débil demanda, es un desafío común. Las economías mundiales deben hacer esfuerzos concertados para resolverlo, en vez de acusar a cualquiera con el objetivo de crear un pretexto para recurrir el proteccionismo.
Además, hace tiempo ya que el Gobierno chino ha dejado de ordenar la apertura o cierre de fábricas. Depende del mercado eliminar gradualmente aquellas firmas que no son suficientemente competitivas para sobrevivir al ciclo de desaceleración.