XINING, 6 jun (Xinhua) -- Hualong, un remoto distrito de la provincia china noroccidental de Qinghai, puede ser poco conocida para las personas de fuera, pero sus lamian, o tallarines hechos a mano, gozan de fama nacional.
La mayoría de las personas de Hualong, con una población total de 286.000 habitantes, vivían por debajo de la línea de pobreza hasta que inició una oleada de migraciones a otras ciudades chinas para abrir restaurantes de lamian.
Ahora, más de una tercera parte de la población registrada de Hualong se dedica al negocio de los lamian y trabaja en cientos de ciudades de toda China, dijo Ma Qianli, subjefe del gobierno distrital.
El año pasado, los ingresos anuales totales de estos restaurantes ascendieron a 6.200 millones de yuanes (cerca de 950 millones de dólares) con ganancias de más de 1.800 millones de yuanes, añadió.
Aunque el sabor puede variar conforme al lugar, el lamian de Hualong tiene estándares comunes: el caldo claro debe prepararse con marinando huesos de vaca durante más de cuatro horas, los tallarines deben servirse con delgadas rebanadas de rábano blanco y el platillo debe utilizar pimientos picantes locales como condimento.
Los platillos de lamian se han convertido en un comida rápida apetecible para los habitantes de la ciudad.
El trabajo arduo y la honestidad en los negocios son las claves del éxito en la operación de un restaurante de lamian, dijo Ma Yong, un hombre de 40 años de edad originario de Hualong. Ma ha hecho su fortuna vendiendo tallarines lamian en Shenzhen desde la década de los noventa.
"La pobreza me obligó a dejar mi hogar y encontrar una forma de ganarme la vida", dijo Ma. "Cuando llegué a Shenzhen, no tenía dónde dormir, más que el piso de la tienda que renté. A veces dormía en baños públicos baratos, por cinco yuanes la noche".
"Ahora, muchos de mis amigos tienen sus propias franquicias que venden los tallarines en ciudades como Beijing y Shanghai", dijo Ma, quien regresó a casa en 2014 y abrió una compañía de ganadería.
Los fabricantes de lamian de Hualong también han llevado sus tallarines al extranjero. Se han abierto restaurantes de Lamian en países como Malasia, Bangladesh y Turquía.
"Elaborar tallarines ha cambiado la vida de las personas de Hualong. Las ha liberado del aprisionamiento de las montañas y las ha ayudado a salir de la pobreza", dijo Ma Qianli.
