KABUL, 12 may (Xinhua) -- Cumpliendo todas las normas y reglamentos de tránsito, una conductora detuvo su coche ante la luz roja del semáforo en medio de docenas de otros vehículos conducidos por hombres en un cruce en la localidad de Chaman-e-Hazori, en Afganistán, para luego lentamente acelerar cuando la luz cambió a verde.
Algunos minutos más tarde, la mujer estacionó su coche cerca de Faroshgah, un centro comercial en el centro de Kabul, la capital de Afganistán, para comprar ropa para sus hijos.
"Por supuesto, es difícil sentarse detrás de un volante en esta sociedad dominada por hombres donde las tradiciones están profundamente enraizadas, pero no tengo opción más que conducir sola", dijo la mujer a Xinhua en el estacionamiento y pidió permanecer en el anonimato por su seguridad y la de su familia.
En la conservadora sociedad de Afganistán, las mujeres usualmente son reacias a hablar con hombres o a dar sus nombres y domicilio.
Al entrar en detalles acerca de su vida privada y de su familia, la mujer comentó que su esposo trabaja en el Ministerio de Educación, dos de sus hijas estudian y su hijo está en la universidad.
Ella conduce un auto Toyota Corolla 1993 y señala que "he manejado sola en esta ciudad durante casi cuatro años". "Utilizo el auto para ir de compras, visitar a los parientes y en ocasiones para dejar a mis hijas en la escuela".
Sin embargo, admite que su esposo y su hijo están en contra de que ella maneje y que no les gusta viajar en el coche cuando ella conduce porque creen que es vergonzoso viajar como pasajero en un coche conducido por una mujer.
En el Afganistán patriarcal, donde la gente, especialmente en áreas rurales, se adhiere a antiguas tradiciones tribales, se prefiere que las mujeres y las niñas permanezcan en casa.
La tradición de represión hacia las mujeres durante el régimen de hierro del Talibán, que colapsó a finales del año 2001, se intensificó luego de que el grupo de línea dura confinó a las mujeres a sus casas y prohibió que las niñas fueran a la escuela.
"Puedo conducir un coche, puedo leer y escribir, también puedo trabajar como maestra", dice la conductora entrevistada. No obstante, añade, "sólo trabajo como ama de casa".
Con aproximadamente 40 años de edad y vestida con una burka, el velo tradicional afgano que cubre el cuerpo de las mujeres de la cabeza a los pies, la conductora comentó a Xinhua que hasta antes de 2003, vivió por varios años en Pakistán, Irán y Tayikistán.
La mujer señaló que las mujeres en esos países islámicos conducen vehículos abiertamente.
"Si una mujer musulmana en Pakistán, Irán o Tayikistán tiene el derecho de conducir un auto, entonces ¿por qué las mujeres afganas no?" se pregunta.
La automovilista señala que algunas veces los conductores hombres, especialmente los de mayor edad, le causan problemas obstruyéndole el paso o utilizando un lenguaje grosero para desalentarla de manejar.
Las mujeres afganas hasta la década de 1990 conducían autos e incluso autobuses de pasajeros en las ciudades de país.
Pero el número de mujeres que manejan en ciudades afganas ha aumentado lenta pero firmemente en la década pasada y se puede ver regularmente a un puñado de mujeres conduciendo sus vehículos en Kabul, en la ciudad occidental de Herat e incluso taxis en la ciudad norteña de Mazar-e-Sharif.
"Estoy decidida a demoler por completo la ilógica y antigua tradición que considera a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y como un segmento sin poder en la sociedad y a probar que las mujeres afganas son tan capaces y tan talentosas como las mujeres del mundo desarrollado", afirmó la conductora.