BEIJING, 30 mar (Xinhua) -- En su lidia con las amenazas cada vez mayores contra la seguridad nuclear, los líderes mundiales no deberían centrarse sólo en la inmediata urgencia de salvaguardar las instalaciones nucleares y descuidar, de este modo, su respuesta al problema básico del terrorismo.
Eliminar las causas que originan el terrorismo es esencial para la seguridad nuclear, pues es la única manera de resolver el asunto en su origen, suprimiendo de forma definitiva los peligros ocultos y evitando de forma efectiva el terrorismo nuclear.
Tras los ataques de Bruselas la semana pasada, que dejaron más de 30 muertos y decenas de heridos, la comunidad internacional se encuentra, una vez más, inquieta y aterrada. El fantasma de los atentados de París en noviembre, en los que murieron 130 personas, sigue así pues presente.
Este persistente temor no sólo está causado por los repetidos actos de terrorismo, sino también por la alarmante noticia, publicada por el diario belga DH, de que los terroristas suicidas de Bruselas consideraban originalmente atacar una instalación nuclear del país pero se vieron obligados a cambiar de objetivo tras una serie de arrestos.
No hay duda de que la combinación de terrorismo y materiales nucleares constituye una pesadilla para la humanidad y, por esta razón, es urgente que todos los países trabajen juntos para evitar que ese material caiga en las manos equivocadas.
Ahora bien, ¿cómo hacerlo?
Evitar que los terroristas se aproximen y accedan a las instalaciones nucleares podría ser un plan, pero hay que tener en cuenta que los trabajadores de esas plantas podrían inclinarse hacia el Estado Islámico, erigiéndose en una amenaza desde dentro. Como informó el Daily Mail, es precisamente esto lo que hicieron dos trabajadores de la planta belga de Doel.
Además, los expertos han advertido también de que los terroristas podrían lanzar incluso ciberataques contra centrales de energía nuclear, algo que sería difícil de predecir y prevenir.
Con el objetivo de erradicar todos estos factores de riesgo y cortar de raíz con eficacia la amenaza del terrorismo nuclear, es necesario un esfuerzo mundial redoblado para luchar contra el terrorismo y eliminar completamente sus causas fundamentales.
El proceso no será exitoso hasta que los países occidentales, en especial EEUU, reflexionen sobre sus estrategias antiterroristas (basadas en intereses egoístas y consideraciones geopolíticas, y caracterizadas por el doble rasero) y las cambien.
Este doble rasero ha quedado patente en repetidas ocasiones.
Por ejemplo, cuando China aprobó su primera ley antiterrorista, de la que Washington dijo que causaría "más mal que bien", o cuando tuvo lugar el atentado en la estación de ferrocarril de la ciudad china de Kunming en 2014, el Tío Sam se negó a calificar a los autores de "terroristas" pese a que habían matado brutalmente a puñaladas a 31 personas.
Es apremiante que las partes implicadas abandonen la hostilidad y los prejuicios anticuados, y estén dispuestas a utilizar todos los recursos posibles para combatir el terrorismo. Esta ardua tarea necesitará de la participación de muchos países.
Al mismo tiempo, son necesarios esfuerzos para promover el desarrollo económico y reducir la pobreza en los países azotados por la guerra y en los demás, con el objetivo de eliminar el caldo de cultivo para el terrorismo, como apuntó el presidente chino, Xi Jinping, durante su visita a Oriente Medio el pasado enero.
En la antesala de la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, los líderes mundiales deben ser cuidadosos y no centrarse sólo en establecer medidas específicas para garantizar la seguridad nuclear, olvidándose de la importancia de luchar contra el terrorismo como un conjunto.
Al fin y al cabo, son las causas fundamentales, más que los síntomas, los que merecen más atención y exigen una solución definitiva.
