Por Gerardo Laborde
MONTEVIDEO, 25 mar (Xinhua) -- Lejos del tradicional recogimiento litúrgico de Semana Santa, la capital uruguaya tiene como protagonista estos días a las jineteadas, donde gauchos y caballos libran una batalla relámpago.
Esta fiesta tiene lugar en un predio de la Asociación Rural en el barrio Prado de Montevideo, que acoge desde 1925 a la "Semana Criolla del Prado" y el "Concurso de Jineteadas", declarado deporte nacional.
Una de las novedades este año es la participación, por primera vez, de una mujer en la tarea de "tropillero", el encargado de la tropilla de caballos.
Mariana González, de 23 años, vino desde el paraje Chileno Chico, una pequeña localidad del departamento de Durazno (centro). Para esta trabajadora rural "es algo único" participar de la Criolla y "un sueño hecho realidad".
La joven alimenta a 14 caballos y los prepara para que lleguen en las mejores condiciones al concurso de jineteadas. Dijo que es un trabajo exigente, pero que no es impedimento para que lo realice una mujer.
González destacó su orgullo por "representar a la mujer, que muchas veces está excluida de las tareas de campo y queda relegada en la casa".
Desde la edición 2014, las autoridades se han esmerado por dar un estricto cumplimiento a la ley de bienestar de los animales, luego de reiteradas protestas de activistas contrarios a este deporte.
Los mejores jinetes del país hacen un alto en las actividades rurales y llegan a Montevideo en busca de "la gloria": domar al animal manteniéndose montado durante 10 segundos.
Cumplido ese objetivo, el gaucho da la "vuelta de honor" con el pabellón patrio en alto de Uruguay o de los países vecinos de donde provienen, como Argentina o Brasil.
La recaptura del caballo, ya sin jinete, por parte de los peones del ruedo, se transforma en otro espectáculo.
El sonido de una campana marca el inicio de la prueba que puede terminar de inmediato con el domador en el piso o en algo emotivo si permanece sujeto hasta la campanada final.
Los ponchos, las botas de potro con espuelas, las bombachas de campo (pantalón largo amplio) y los cuchillos calzados en amplios cintos, conforman el paisaje de este evento.
En el siglo XIX comenzó a nombrarse gaucho al jinete que cuidaba el ganado en las "estancias" de Argentina, Uruguay y el sur de Brasil.
Inauguradas el pasado 20 de marzo, cuando la mayoría de los uruguayos comenzó un asueto de cinco días, las fiestas incluyen todos los días casi un centenar de jineteadas en las categorías de "Pelo", "Basto", "Internacional en Pelo" y "Basto Argentino".
Las jineteadas esperan recibir este año más de 300 mil espectadores en siete días.
La gigantesca parrillada donde se asan con el calor de las brasas miles de kilos de carne vacuna permanece encendida durante todas las jornadas.
Incluso, hoy viernes, cuando según la tradición católica se debe dejar de lado el consumo de carne, el asado mantiene su protagonismo en el Prado.