BEIJING, 3 feb (Xinhua) -- El plan de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) de lanzar un satélite de observación terrestre este mismo mes ha provocado nuevas especulaciones y contramedidas por parte de Occidente, que teme que el lanzamiento se pueda convertir en la puesta a prueba de un cohete de largo alcance.
Pyongyang ha confirmado que el martes notificó a tres autoridades de monitorización internacional de sus planes de lanzamiento entre el 8 y el 25 de febrero.
Las preocupaciones internacionales sobre esta decisión son comprensibles, ya que esta llega después del llamamiento por parte de Occidente para endurecer las sanciones contra la RPDC tras la prueba de una "bomba de hidrógeno" el mes pasado a manos de Pyongyang.
En diciembre de 2012, Pyongyang puso en órbita un satélite, utilizando su lanzadera Unha-3, asegurando que este llevaría a cabo solo labores de investigación científica, pero Occidente condenó el lanzamiento como una prueba encubierta de un misil balístico, lo que resultó en una intensificación de las sanciones.
Si se confirma que esta vez la RPDC lanza un cohete de largo alcance, lo que sería percibido ampliamente como el último desafío contra el consenso internacional sobre la desnuclearización y la no proliferación en la Península Coreana, esto sin duda complicará aún más el actual punto muerto en la paz regional, ya que Estados Unidos amenazó el martes con imponer sanciones adicionales más duras.
Está claro que las especulaciones y las contramedidas de Occidente resultan de la falta de confianza mutua con la RPDC, que emana de una mentalidad de Guerra Fría.
Pero la decisión de Pyongyang también hará que los que apoyan la solución política del actual punto muerto se vean atrapados en un lodazal de acusaciones duras y belicosas, provocando más sospechas y un reto para la reanudación de las estancadas conversaciones a seis bandas.
Lo que es peor, la repetida y flagrante desconsideración de la RPDC hacia el consenso internacional, ejemplificado a través de las resoluciones de la ONU, solo deteriorará la buena fe y la paciencia de la comunidad internacional.
Por su parte, el plan de lanzamiento de Pyongyang en un momento tan extremadamente sensible como el actual es un juego que no es beneficioso para nadie, y que, además, solo exacerbará su aislamiento de décadas y no está en sintonía ni con su apremiante deseo de mejorar el nivel de vida de su pueblo y el perfil nacional, ni con su perpetua aspiración de contar con más papeletas en la mesa negociadora de la cuestión nuclear.
Aislada como está, también se debería recordar a la RPDC que, al carecer de respaldo internacional debido a sus anteriores provocaciones nucleares sin escrúpulos, sus esfuerzos para eliminar las sanciones y salir de sus apuros sociales y económicos difícilmente triunfarán.
Es de máxima urgencia que todas las partes concernidas desplieguen contención y mejoren la comunicación en lugar de enfrentarse, a fin de prevenir que la situación entre en una espiral fuera de control.
Desde que el mes pasado la RPDC detonase una "bomba de hidrógeno", China no ha ahorrado esfuerzos para promover el diálogo con los países afectados para así rebajar una tensión que está a punto de estallar.
Beijing ha mandado a un enviado especial a la RPDC para promover el diálogo político, y ha expresado su rechazo a las sanciones propuestas por Estados Unidos, que solo empujarán a Pyongyang a una apuesta a todo o nada.
Lograr un buen resultado implica un largo y doloroso esfuerzo. La solución fundamental para el actual bloqueo depende de que Occidente abandone su animosidad hacia la nación aislada. Después de todo, tratar con una nación aislada como la RPDC requiere, más que nunca, que la comunidad internacional muestre sinceridad y sabiduría, para de este modo crear una atmósfera favorable para desbloquear el actual problema.