Por Edgardo Luguercio
BRASILIA, 26 oct (Xinhua) -- El gobierno de Brasil presentará en la 21 Conferencia de las Partes del Cambio Climático (COP21) de París, Francia, en diciembre próximo, ambiciosas metas no condicionadas a recursos externos para 2025 y 2030.
El objetivo de esta propuesta es poner a Brasil a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático.
Existe consenso entre gobierno, sociedad civil y agentes privados de que la propuesta brasileña es ambiciosa y adecuada, sin embargo su aplicación efectiva representará un gran desafío para el país sudamericano.
El compromiso brasileño establecido en la Contribución Nacionalmente Determinada (INDC, por su siglas en inglés) fue presentado por la presidenta Dilma Rousseff a fines de septiembre pasado en Nueva York, durante la conferencia de las Naciones Unidas para la Agenda de Desarrollo Post 2015.
La propuesta fue elaborada tras la COP20 de Lima, realizada en diciembre de 2014, cuando se inició un proceso de consultas conducido por la cancillería brasileña, complementado con la apertura de un diálogo con actores relevantes de la academia, la sociedad civil y el sector privado.
En ese proceso, el gobierno definió un compromiso de reducción absoluta de emisiones de gases que provocan el efecto del invernadero del 37 por ciento para 2025 y del 43 por ciento para 2030, con relación al año de referencia de 2005.
Respecto a los compromisos que habían sido asumidos hasta 2020 por Brasil en la COP15 de Copenhague (2009), las nuevas metas brasileñas representan una reducción bruta adicional del 19 por ciento.
Para el cumplimiento de las metas, la reducción de la deforestación tiene un papel crucial, porque hasta hace poco tiempo el desmatamiento era el mayor responsable de las emisiones brasileñas.
El gobierno pretende fortalecer el cumplimiento del Código Forestal, para alcanzar el desmatamiento ilegal cero en la Amazonía brasileña hacia 2030, cuando habrán sido además restauradas y reforestadas 12 millones de hectáreas de bosques.
También serán restauradas 15 millones de hectáreas de pastoreo degradadas hacia 2030, lo cual disminuirá la presión sobre los bosques, e incrementadas en cinco millones de hectáreas de sistemas de integración cultivo-ganadería-bosques.
Al detallar las metas ante el Congreso brasileño, a inicios de octubre, la ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, afirmó que "todo lo que presentamos en la INDC afirma y reitera el protagonismo de Brasil. Trabajamos con la credibilidad del país y su capacidad de entregar lo que hemos comprometido".
"Brasil, 40 años después, tendrá menos emisiones que en 1990, con crecimiento económico y aumento de la población. Brasil ofrece las mayores metas de reducción, mayores que la Unión Europea. Avanzamos en un camino de metas ambiciosas", subrayó Teixeira.
Entre las metas brasileñas está además la de asegurar un 45 por ciento de fuentes renovables en su matriz energética, ante una media global del 13 por ciento.
La INDC también subraya la importancia para Brasil de la cooperación Sur-Sur, por lo cual el país "redoblará todos los esfuerzos, con base en la solidaridad y prioridades comunes de desarrollo sostenible, para ampliar iniciativas de cooperación con otros países en desarrollo".
Para Tasso Azevedo, del Observatorio del Clima, una red de 35 organizaciones de la sociedad civil, la propuesta brasileña contiene cuatro componentes importantes que "deben ser muy valorizados" y la destacan del resto de los países.
"Primero, el compromiso de una reducción en términos absolutos. Segundo, que se trata un compromiso no condicionado. Tercero, que la meta tiene un punto de chequeo en 2025 y un punto en abierto para 2030, lo cual significa que la reducción puede llegar a ser mayor. Y cuarto, el compromiso de descarbonizar en este siglo", explicó.
Azevedo destacó que la propuesta brasileña reconoce que la disminución de las emisiones genera beneficios, lo cual puede influir a otros países que usan el argumento de que la reducción es contra el desarrollo económico.
Brasil es el séptimo mayor emisor mundial de gases, pero ha logrado una fuerte reducción en los últimos 10 años, sobre todo en lo referente a una menor deforestación.
En 2013, último dato consolidado, las emisiones se redujeron el 47 por ciento con relación a 2004 y el 12 por ciento con relación a 1990, y las emisiones per cápita brasileñas cayeron por debajo de la media mundial a partir de 2008.
A pesar de ello, preocupa a los especialistas el reciente aumento de las emisiones brasileñas no vinculadas al uso de la tierra y a la deforestación.
Para la Coalición Brasil Clima, Bosques y Agricultura, que reúne más de 100 empresas, entidades empresariales y centros de investigación, la INDC es positiva con relación al compromiso de aliar a diversos sectores por la meta globar de no superar una temperatura media superior a 2 grados Celsius a fin de siglo.
La presidenta del consejo deliberativo del Instituto Ethos, Celina Carpi, miembro de la Coalición Brasil Clima, Bosques y Agricultura, consideró necesario un gran esfuerzo y coordinación entre sociedad, sectores productivos y gobierno para la aplicación de la propuesta.
"Observar que las acciones de diversos sectores de la economía fueron considerados de forma integrada en la INDC es positivo. La interacción será fundamental de aquí en adelante para que garanticemos mecanismos que concreten las metas. Ese es el gran desafío", evaluó.