WASHINGTON, 15 oct (Xinhua) -- Estados Unidos podría dispararse en su propio pie si procede con las patrullas navales que ha planificado en las aguas adyacentes frente a las islas chinas en el Mar Meridional de China, ya que una provocación de este tipo plantearía el riesgo de posibles errores de cálculo y de una desestabilización de la región.
Altos mandos militares y portavoces gubernamentales estadounidenses han indicado recientemente la intención del país de enviar buques de la Marina a navegar a menos de 12 millas náuticas de las islas sobre las que China ha realizado recientemente trabajos para ganar terreno al mar. Se trata de una maniobra diseñada deliberadamente para desafiar las reclamaciones territoriales de China.
El Gobierno estadounidense está pasando por un momento complicado intentando justificar un paso provocativo de esta índole.
En primer lugar, un plan como este contradice obviamente la declaración pública de Washington según la que no toma partido sobre las reclamaciones territoriales realizadas por seis partes en la región del Mar Meridional de China.
Segundo, Estados Unidos dice que haría este patrullaje a fin de ejercer los denominados derechos de libertad de navegación, de acuerdo con lo permitido por la legislación internacional. Sin embargo, el hecho es que China nunca ha hecho nada que infrinja la libertad de navegación en la región.
Al contrario, China tiene un interés particular en proteger esos derechos ya que la mayoría del flujo de su comercio exterior pasa a través de las líneas marítimas de la región.
En tercero lugar, es una falacia que Washington afirme que un paso así está destinado a prevenir la militarización del Mar Meridional de China, una vez que China ya ha prometido que no tiene intención de buscar la militarización de las islas recién reclamadas.
Beijing ha declarado con claridad que la construcción de instalaciones en la región tiene, principalmente, propósitos de mantenimiento, de mejora de las condiciones de vida del personal allí establecido y de aportar un bien común a la comunidad internacional ofreciendo servicio a los buques extranjeros que navegan en la región.
La maniobra estadounidense, si se lleva a cabo, dejará a China sin otra elección que fortalecer sus capacidades de defensa.
Es más, supondría una bofetada en su propia cara si EEUU recurre a la intimidación militar para ejercer sus supuestos derechos, porque ha estado apelando a los países reclamantes a resolver sus disputas marítimas a través de medios pacíficos.
Sin duda, si Washington lleva a cabo el plan de patrullaje, debe asumir la responsabilidad por una posible escalada de las tensiones en la región y el peligro de errores de cálculo, y por complicar los esfuerzos para buscar una solución diplomática a las disputas.
Washington debe también conocer el hecho de que algunos reclamantes en la región, como Filipinas, un aliado de EEUU, se verá alentado por el movimiento estadounidense para dar más pasos provocativos que desafíen a China y desestabilicen la región.
China ya ha urgido a EEUU a que evite el movimiento provocativo en el Mar Meridional de China en un momento en que la relación China-EEUU acaba de mejorar debido a la fructífera visita de Estado del presidente chino, Xi Jinping, a finales de septiembre.
Durante la visita, Xi y su anfitrión estadounidense, Barack Obama, renovaron su compromiso de construir un nuevo modelo de relación entre grandes países que se caracteriza por la no confrontación, el no conflicto y el respeto y el beneficio mutuos.
También prometieron fortalecer aún más los lazos militares y expandir la cooperación en una amplia gama de asuntos para el beneficio de ambos pueblos y de todo mundo.
Por eso, sería un error grave que EEUU usase medidas militares para desafiar a China, ya que ello perjudicaría inevitablemente el positivo impulso recién generado en los lazos bilaterales y puede conducir a faltas de entendimiento peligrosas entre los dos ejércitos.
Washington cuenta con el poder militar más potente en el mundo, pero eso de ninguna manera justifica que intimide a cualquier otro país a su voluntad.
China tiene todo el derecho a defender sus derechos e intereses estratégicos, y responderá a cualquier provocación de manera adecuada y con decisión.