Por Wang Yaguang, Xu Xueyi y Qiang Yong
BEIJING, 4 oct (Xinhua) -- Jinjiang solía ser una ciudad próspera, un lugar en que se hacían zapatos y complementos para los expositores de los supermercados estadounidenses y europeos.
Pero estos días, la ciudad, localizada en la costa sureste de China, como muchos de sus centros de manufactura, está perdiendo su ventaja debido al aumento de los salarios y la falta de innovación en los productos.
"Estoy considerando mudarme a Bangladesh", dice Lin Genghuang, originario de Jinjiang y propietario de una fábrica de zapatos. "Los negocios apenas aguantan aquí".
Según Lin, el volumen de exportaciones de la compañía todavía está al alza, pero los salarios más altos, la apreciación del yuan y la intensa competencia de precios están reduciendo el ya escaso margen de beneficios.
Después de la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001, la mano de obra barata ha impulsado el crecimiento de sus exportaciones y ha logrado que su economía se convierta en la segunda mayor del mundo. Pero el sector manufacturero de China se enfrenta a problemas en la actualidad: presionada por un lado por mercados con costes laborales incluso menores, como Vietnam y Malasia, y esforzándose no obstante por moverse a una cadena de mayor valor por la cada vez más intensa competencia procedente de los países desarrollados.
A unos 3.000 kilómetros de Jinjiang, en la ciudad nororiental de Harbin, un malestar económico cada vez más profundo está forzando a las compañías a reinventarse para poder sobrevivir.
Harbin Boiler, un fabricante de equipamiento de energía térmica de propiedad estatal, está experimentando dificultades dobles: la ralentización de la economía y una campaña nacional para frenar la contaminación y recortar emisiones.
Con el número de pedidos disminuyendo y los beneficios reduciéndose, a la compañía no le ha quedado más remedio que cambiar, afirma su presidente, Wang Dexing.
Durante la mayor parte de las últimas décadas, las provincias nororientales de Heilongjiang, Jilin y Liaoning han sido el hogar de la industria pesada de China, que impulsó la rápida expansión de la nación y se aprovechó de la estela del auge de la construcción. Ahora, con la economía desacelerándose y sufriendo una dolorosa transición que ha dejado a la industria pesada tambaleándose, en ningún lugar se siente el embate de la desaceleración y el dolor de la transición de manera más aguda que aquí en el nordeste.
Heilongjiang, Jilin y Liaoning estaban entre las últimas cinco regiones provinciales de la parte continental de China en términos de crecimiento del PIB en la primera mitad del año. Su crecimiento medio del 4,6 por ciento fue 2,4 puntos porcentuales menor que la tasa nacional.
Con el fin de mejorar la competitividad, Harbin Boiler está tratando de desarrollar nuevos productos, ampliar mercados en economías emergentes y explorar nuevos negocios como la desalinización de agua del mar, el equipamiento de energía nuclear y la protección medioambiental, afirma Wang.
Se trata de una parte de la más extensa realidad económica de China: el anémico momento económico está empujando al gobierno a rastrear nuevas fuentes de crecimiento al tiempo que fuerza a las compañías nacionales y multinacionales a buscar un plan B.
Afectada por la caída del mercado inmobiliario, el enfriamiento del crecimiento de la inversión y la inestabilidad tanto de la demanda doméstica como exterior, la economía de China se ha tambaleado durante los dos últimos años y se espera que registre su crecimiento más débil en un cuarto de siglo este año.
Aunque el crecimiento se está ralentizando, es más equilibrado y sostenible: una "nueva normalidad", como la llama el presidente chino Xi Jinping.
Bajo la "nueva normalidad", la importancia de la velocidad de crecimiento queda eclipsada por las inmensamente complejas reformas estructurales que están teniendo lugar para transformar la economía en una que dependa más del sector servicios, el gasto interno y la innovación.
"La desaceleración del crecimiento de la economía de China significa que el gobierno está haciendo avances en los ajustes estructurales y esfuerzos de políticas para abordar las vulnerabilidades financieras", de acuerdo con un informe del Banco Mundial. A medio plazo, estos esfuerzos están ayudando a China a cambiar gradualmente su modelo de crecimiento, desde la manufactura a los servicios, desde la inversión al consumo, y desde las exportaciones al gasto interno.
El gobierno ha implementado políticas destinadas a contener la rápida expansión del crecimiento crediticio, regular los préstamos concedidos a los gobiernos locales y eliminar el exceso de capacidad industrial, lo que ayuda a una menor inversión en sectores como el inmobiliario. Al mismo tiempo, ha intentado poner un límite a la desaceleración, con medidas de apoyo limitadas pero específicas.
A pesar de la caída del mercado bursátil y de las cada vez mayores dificultades económicas, la economía china se mantiene estable y está mostrando señales de un cambio, aunque ciertamente lento, con el consumo y el sector servicios gradualmente pasando a constituirse en los principales motores de crecimiento.
"La economía de China funciona bien en general, aunque siguen existiendo algunos problemas que requieren la sabiduría de todos y sólidos esfuerzos", según el mandatario chino.
En una reunión, presidida por Xi, el máximo órgano de toma de decisiones de China dijo que el gobierno central adoptaría "medidas efectivas" para nutrir el estable crecimiento del consumo, la inversión y las exportaciones, motores clave del crecimiento, al tiempo que promovería "políticas específicas" para contrarrestar la presión a la baja.