El problema está muy arraigado en el sistema político del país, donde las políticas bipartidistas y los grupos de interés ejercen una enorme influencia, hasta el punto en que la seguridad de los estadounidenses tiene que ceder ante lo correcto políticamente y los intereses corporativos.
Las encuestas de opinión han mostrado reiteradamente que una mayoría abrumadora de estadounidenses está a favor de un control más estricto de las armas, y aun así ninguna ley al respecto se puede esperar en el futuro cercano.
Hasta la masacre de Newtown en 2012 que dejo 20 niños y seis adultos muertos falló en romper el estancamiento en Washington respecto al control de armas.
La mayor sorpresa para el mundo luego del tiroteo de Oregon es que no hubo sorpresa de que esos asesinatos a sangre fría ocurran una y otra vez en Estados Unidos.
Los defectos en el sistema político de Estados Unidos no sólo han causado la inacción, sino también un pánico que alarma al mundo, pues un cierre del gobierno inminente resultado de la lucha política en Capitol Hill el mes pasado representa un peligro para la economía de Estados Unidos y el mercado mundial.
Los tiroteos masivos recurrentes en Estados Unidos merecen una reflexión y consideración real pues esas vidas inocentes no pueden perderse en vano.