BEIJING, 19 sep (Xinhua) -- Los nuevos proyectos de seguridad de Japón no solamente rompen la promesa hecha por Japón al mundo después de la Segunda Guerra Mundial, sino que van más allá de su propio pueblo, anteriormente protegido por una Constitución pacifista.
Japón abandonó 70 años de defensa pacífica con la controvertida legislación impulsada por el gobierno del primer ministro japonés Shinzo Abe, que permite a Japón desplegar tropas en campos de batalla extranjeros junto con sus aliados que sean atacados o si Japón afirma sentirse amenazado.
La comunidad internacional y los países vecinos están muy preocupados por el cambio de Japón hacia la derecha, y los japoneses ordinarios están petrificados de que su país pudiera perderse de nuevo como lo hicieron los militaristas hace 84 años.
Las tropas japonesas instigaron el incidente "Mukden" el 18 de septiembre de 1931, cuando hicieron estallar una vía férrea en China cerca de Shenyang en el noreste de China y acusaron al ejército chino de sabotaje, como pretexto para atacar. El incidente dio inicio a la invasión de China a gran escala que duró 14 años.
La guerra dejó 35 millones de víctimas entre el pueblo chino, mientras Japón soportó tres millones de víctimas en los bombardeos contra su territorio.
En las últimas semanas, muchas manifestaciones, una de las mayores alcanzó más de un millón de participantes en un sólo día, han tenido lugar en las calles de Japón en rechazo a los proyectos.
Una encuesta nacional publicada a principios de esta semana muestra que 68 por ciento de los entrevistados se opone a los proyectos, comparado con 29 por ciento que expresaron su apoyo. Además, más de 90 por ciento de los expertos constitucionales de Japón consideran que la legislación viola la ley suprema de Japón. La administración gobernante y el Congreso de Japón han perdido su legitimidad de gobierno y su toma de decisiones debe ser considerada como inválida.
La mayoría de los japoneses son amantes de la paz y no son indolentes ni enviarán a sus seres queridos a luchar guerras a territorios extranjeros por los intereses de otra nación.
Simplemente no pueden quedarse a presenciar otra guerra fanática que hunda a su patria en un caótico abismo de sufrimiento apenas 70 años después de la última.
La mayoría de los japoneses están claramente conscientes sobre aquello por lo que ellos realmente desean pelear, que es una vida próspera con la perspectiva de un crecimiento sostenible y un ambiente externo pacífico, para que Japón, con su escenario de escasos recursos, pueda continuar trabajando con sus vecinos y participar en la división internacional del trabajo.
El pueblo de Japón goza actualmente de una vida decente gracias a su resistencia y arduo trabajo, pero nunca debe olvidar que el acelerado ascenso de Japón como una potencia tecnológica y económica se debió en gran medida al hecho de que abandonó su mentalidad militarista y se abrazó a la paz con menores costos militares.
El enfoque de Japón en el crecimiento económico y la reforma democrática llevó a su logro, y el pueblo japonés sabe que deben mantener la paz, el desarrollo y la cooperación.
La conducta arbitraria de la administración de Abe para forzar la aprobación de los proyectos ha socavado los ideales democráticos de Japón. Es algo recriminable e impopular, y enfrentará una fuerte oposición tanto de la comunidad internacional como del pueblo japonés.
