Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 20 ago (Xinhua) -- Santos Eduardo Ramírez suda copiosamente mientras con un silbato dirige las evoluciones de un grupo de bailarines que desfila sobre el emblemático Malecón de La Habana, convertido durante tres fines de semana en un singular escenario.
Ramírez, a quien todos llaman "Santico", es un negro delgado y fibroso, de 44 años, que dirige la comparsa de El Alacrán, la más vieja de Cuba y fundada en 1908 por su bisabuelo y después guiada por su abuelo, su padre y su madrastra.
"Esta es mi vida. Lo traigo en la sangre", asegura a Xinhua sin dejar de moverse entre las líneas de bailarines que en la calurosa noche del verano habanero ejecutan una elaborada coreografía para escenificar un pasaje tradicional, en el que un escorpión pica en un pie a una esclava que trabaja en un cañaveral.
Ramírez baila en la comparsa desde los 10 años, y la dirige desde hace 16, pero sólo ahora, con el paso de los años y la madurez que otorga el transcurrir de la vida, es consciente de la responsabilidad que carga sobre sus espaldas.
"Tengo una responsabilidad grandísima con la tradición, con las raíces de la cultura cubana a partir de la trascendencia familiar de esta comparsa", dice convencido de que "esto no es una obra museable, sino un proyecto vigente en el barrio".
La comparsa, que en sus mejores momentos llegó a tener más de 300 miembros, en la actualidad tiene 160, todos incorporados de manera gratuita y dirigidos por este hombre que se gana la vida como funcionario en la Dirección de Servicios Comunales de la ciudad.
El Alacrán es una de las 18 comparsas que este año participan en el Carnaval de La Habana, la más tradicional de las fiestas populares de la capital cubana, y sólo superada por los Carnavales de Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de la isla.
La agrupación nació en Jesús María, un barrio de La Habana Vieja, a partir de un grupo de amigos miembros de la secta Abakuá, llamada Ecori-Efo Taiba, integrada por blancos y en la que el único negro era Jerónimo "Nito" Ramírez, el bisabuelo del actual director.
En sus primeros tiempos, con Nito como único fundador negro, estaba compuesta sólo por blancos que se pintaban y disfrazaban de negros como en el teatro bufo, con música elaborada a partir de clarinetes y timbales en el más tradicional estilo de un circo de barrio.
Después de mudarse al Cerro, otro barrio popular de La Habana, la comparsa incorporó por primera vez en 1938 la leyenda del alacrán, que se desarrolla en el año 1844 en la fábrica de azúcar La Demajagua.
La coreografía resultó un éxito glamoroso, al incorporar nuevos personajes populares del teatro o de la vida en Cuba como el chino, el gallego o las deidades del panteón yoruba.
Desde entonces, El Alacrán se afincó en el gusto popular con una exquisita coreografía que ha superado el paso de los años.
Mientras la gente aplaude, baila y grita, 30 parejas, una decena de personajes y un pequeño grupo musical sobre una carroza avanzan por el Malecón donde se destacan las evoluciones de los 10 faroleros, jóvenes que cargan y mueven las pesadas farolas con desenfrenado ritmo.
Esas farolas, que son un signo emblemático de la comparsa, son impresionantes creaciones artesanales que representan un alacrán, un bohío, esclavos y un mayoral, además de las principales deidades de la Regla de Ocha, la extendida santería cubana.
Hay mucho de ritual en el paso de la comparsa, que antes del inicio de los carnavales ejecuta el Bautizo de las farolas, una ceremonia religiosa en la que se invoca a las deidades correspondientes a cada una y se rocían con cerveza.
"Es para tener aché (suerte) en el desfile", dice Ramírez con un brillo particular en los ojos.
Poco antes de comenzar el Carnaval, cuando el Sol se ha ocultado, toda la comparsa también rinde homenaje a Santos Euligio Ramírez, "El Niño" , quien es venerado como el reformador del arte del grupo y es el abuelo del actual director.
Más que una comparsa, El Alacrán es un reservorio de la cultura cubana, por eso Ramírez trata ahora de garantizar la supervivencia del proyecto.
"En mis hijas, de 10 y 16 años, está la continuidad de esta comparsa que casi es un blasón familiar", afirma con una mezcla de orgullo y preocupación.
"Santico" asegura que seguirá en la dirección "mientras las fuerzas me acompañen", pero no deja de pensar en el futuro de El Alacrán, que con 109 años es la más antigua y emblemática de las comparsas cubanas.