Visita a una casa de té en China: una ceremonia para detener el tiempo

Actualizado 2018-09-10 10:05:50 | Spanish. xinhuanet. com

Por Guillermo Bravo

Según un maestro de la China antigua, hay cuatro principios que distinguen el camino del té o Cha Tao: la armonía, el respeto, la pureza y la tranquilidad. Estos principios son también base de la filosofía china, que busca mantener un equilibrio en la vida diaria entre trabajo, descanso, ocio, y así, llevar una vida saludable.

Beber té no sólo es una de las prácticas herbales más antiguas de la historia mundial, con unos miles de años de historia, sino que es aún hoy una de las tradiciones más importantes de China. Su pasión por el té los ha llevado a explorar diferentes tipos de hojas, cultivos, sabores y fusiones. Son los principales productores y consumidores del mundo, registrando tan sólo el año pasado una producción de 1.75 millones de toneladas con un consumo de 1.4 millones de toneladas.

Su fuerte presencia dentro de la historia china, le ha hecho ganarse un espacio fundamental dentro de las costumbres sociales. Es así como nació y se estableció la ceremonia del té, un conjunto de rituales que aún perduran, y que se pueden saborear en las tradicionales casas de té en China.

Las casas de té han servido desde siempre como un centro de reunión. Servía para hacer negocios, para presenciar espectáculos artísticos, para discutir acuerdos políticos y sociales. La práctica se interrumpió durante la Revolución Cultural, cuando fue considerado una actividad ociosa e improductiva.

Visitamos una de las casi 800 casas de té que se encuentran en Beijing, cerca de la Plaza Tiananmen, en pleno centro de la ciudad. Es un pequeño local, de no más de 200 metros cuadrados, divididos en 19 pequeños cuartos con paredes de madera en donde los recintos están separados por finos tabiques de bambú.

En cada cuarto hay una especialista de la ceremonia del té. Daisy, una chica joven, tímida y de figura pequeña, es la encargada de revelarnos los encantos de la bebida. “El té debe cuidarse, porque tiene alma”, dice, dando inicio a la ceremonia. Tiene una sonrisa discreta que no abandonará durante toda el proceso.

Cada té tiene su propia tetera, pues el olor se impregna en el barro de forma permanente y cada tipo de té tiene su propio vaso -largos para el rojo, pandos para el verde, de vidrio para los florales- para potenciar su sabor y aroma. Y las disponen sobre unas tablas o mesas de madera, con ranuras por donde se filtran los líquidos que fluyen durante el ritual.

Daisy lava las teteras y los pequeños vasos con agua muy caliente, y para no quemarse, usa unas pinzas de bambú de forma ágil pero solemne. Las llena de agua y las purifica con el vapor que se desprende. Mientras se secan, empuja de un recipiente unas hojas de té hacia la tetera con una pala de bambú.

Entonces vierte un poco de agua caliente -sólo un poco- en la tetera hasta que las hojas se hinchen y de ellas brote un color fuerte que se difumina lentamente. En ese momento, agrega el resto del agua. Cuando las hojas han desprendido toda su esencia, sirve una primera copa que tira, pues nos cuenta que esta no debe beberse por su fuerte sabor.

Luego vierte el té en las copas –siempre con la mano derecha como indica el protocolo femenino del té- llenando solamente hasta la mitad, ya que en China se cree que el resto de la taza se completa con la amistad y el cariño.

El agua que se usa debe también seguir unas reglas: el té verde, por ejemplo, debe ser preparado con agua, preferiblemente filtrada de cloro y fluoruro, a una temperatura de 75ºC y 85ºC. Si el agua está más caliente o con impurezas, podría afectar radicalmente el sabor del té.

El protocolo se extiende a su vez a quien bebe el té: tres sorbos es la medida correcta para extender cortesía a quien lo sirve. Las mujeres deben tapar su boca con el índice y el dedo del medio, y deben beberlo con la mano derecha. Los hombres, por su parte, pueden hacerlo de forma visible y con la izquierda.

Y el proceso continúa hasta que nos ofrece probar el té rojo o Pu’Er. Este té proviene de la misma planta del verde, la camella sinensis, y adquiere sus características después de un proceso de maduración en el que sus grandes hojas son comprimidas y almacenadas en cavernas durante muchos años, pudiendo llegar a 60 años.

 
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Visita a una casa de té en China: una ceremonia para detener el tiempo

Spanish.xinhuanet.com 2018-09-10 10:05:50

Por Guillermo Bravo

Según un maestro de la China antigua, hay cuatro principios que distinguen el camino del té o Cha Tao: la armonía, el respeto, la pureza y la tranquilidad. Estos principios son también base de la filosofía china, que busca mantener un equilibrio en la vida diaria entre trabajo, descanso, ocio, y así, llevar una vida saludable.

Beber té no sólo es una de las prácticas herbales más antiguas de la historia mundial, con unos miles de años de historia, sino que es aún hoy una de las tradiciones más importantes de China. Su pasión por el té los ha llevado a explorar diferentes tipos de hojas, cultivos, sabores y fusiones. Son los principales productores y consumidores del mundo, registrando tan sólo el año pasado una producción de 1.75 millones de toneladas con un consumo de 1.4 millones de toneladas.

Su fuerte presencia dentro de la historia china, le ha hecho ganarse un espacio fundamental dentro de las costumbres sociales. Es así como nació y se estableció la ceremonia del té, un conjunto de rituales que aún perduran, y que se pueden saborear en las tradicionales casas de té en China.

Las casas de té han servido desde siempre como un centro de reunión. Servía para hacer negocios, para presenciar espectáculos artísticos, para discutir acuerdos políticos y sociales. La práctica se interrumpió durante la Revolución Cultural, cuando fue considerado una actividad ociosa e improductiva.

Visitamos una de las casi 800 casas de té que se encuentran en Beijing, cerca de la Plaza Tiananmen, en pleno centro de la ciudad. Es un pequeño local, de no más de 200 metros cuadrados, divididos en 19 pequeños cuartos con paredes de madera en donde los recintos están separados por finos tabiques de bambú.

En cada cuarto hay una especialista de la ceremonia del té. Daisy, una chica joven, tímida y de figura pequeña, es la encargada de revelarnos los encantos de la bebida. “El té debe cuidarse, porque tiene alma”, dice, dando inicio a la ceremonia. Tiene una sonrisa discreta que no abandonará durante toda el proceso.

Cada té tiene su propia tetera, pues el olor se impregna en el barro de forma permanente y cada tipo de té tiene su propio vaso -largos para el rojo, pandos para el verde, de vidrio para los florales- para potenciar su sabor y aroma. Y las disponen sobre unas tablas o mesas de madera, con ranuras por donde se filtran los líquidos que fluyen durante el ritual.

Daisy lava las teteras y los pequeños vasos con agua muy caliente, y para no quemarse, usa unas pinzas de bambú de forma ágil pero solemne. Las llena de agua y las purifica con el vapor que se desprende. Mientras se secan, empuja de un recipiente unas hojas de té hacia la tetera con una pala de bambú.

Entonces vierte un poco de agua caliente -sólo un poco- en la tetera hasta que las hojas se hinchen y de ellas brote un color fuerte que se difumina lentamente. En ese momento, agrega el resto del agua. Cuando las hojas han desprendido toda su esencia, sirve una primera copa que tira, pues nos cuenta que esta no debe beberse por su fuerte sabor.

Luego vierte el té en las copas –siempre con la mano derecha como indica el protocolo femenino del té- llenando solamente hasta la mitad, ya que en China se cree que el resto de la taza se completa con la amistad y el cariño.

El agua que se usa debe también seguir unas reglas: el té verde, por ejemplo, debe ser preparado con agua, preferiblemente filtrada de cloro y fluoruro, a una temperatura de 75ºC y 85ºC. Si el agua está más caliente o con impurezas, podría afectar radicalmente el sabor del té.

El protocolo se extiende a su vez a quien bebe el té: tres sorbos es la medida correcta para extender cortesía a quien lo sirve. Las mujeres deben tapar su boca con el índice y el dedo del medio, y deben beberlo con la mano derecha. Los hombres, por su parte, pueden hacerlo de forma visible y con la izquierda.

Y el proceso continúa hasta que nos ofrece probar el té rojo o Pu’Er. Este té proviene de la misma planta del verde, la camella sinensis, y adquiere sus características después de un proceso de maduración en el que sus grandes hojas son comprimidas y almacenadas en cavernas durante muchos años, pudiendo llegar a 60 años.

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