Talal al-Dulaimi , huérfano de padre de nueve años de edad y quien fue desplazado de Idlib, dijo que trabaja en una granja avícola por un salario mensual de 200 dólares para "ayudar a mi madre con nuestro sustento".
"Tuve que dejar la escuela porque el costo de vida es sumamente alto en Líbano y de alguna manera estamos racionando nuestra comida diaria", agregó.
Respecto a las condiciones de salud de los niños refugiados sirios, el doctor Kamel Mhanna, director de la "Asociación Amel", una organización caritativa que participa en el cuidado de los refugiados, dijo a Xinhua que "son miserables y deplorables".
Mhanna dijo que los equipos médicos de su asociación "van regularmente a los campamentos a ofrecer ayuda médica y medicamentos, en particular los relacionados con el tratamiento de enfermedades pulmonares entre los niños".
El informe más reciente de Acnur indica que está intentando enfrentar el problema del trabajo infantil mediante un programa que tiene el objetivo de mejorar las necesidades de los "niños de la calle" ofreciéndoles "apoyo social y psicológico".