BEIJING, 4 jul (Xinhua) -- Resulta más que obvio que existen segundas intenciones y motivaciones egoísta detrás de los rebuscados intentos japoneses de calumniar a China y avivar la tensión en la polémica sobre el Mar Meridional de China pues, en definitiva, Japón no es en absoluto parte implicada.
El próximo libro blanco sobre defensa de Japón califica la reclamación china sobre su soberanía en ese mar de arbitraria y señala con dedo acusador sus gastos defensivos, asegurando que son 41 veces más altos que el año fiscal 1989.
Estas acusaciones son un típico ejemplo de la maquinación política destinada a diseminar la teoría de la "amenaza china" y a obtener frutos en su propio provecho. Ninguna de ellas tiene fundamento y, además, son perjudiciales para la estabilidad regional.
En primer lugar, China está consagrada a la senda del desarrollo pacífico y a una política de defensa nacional defensiva por naturaleza. Su sistema defensivo es adecuado a su crecimiento económico y a sus necesidades de seguridad.
Si miramos con retrospectiva, el gasto militar anual japonés creció en porcentajes de doble dígito (con un máximo del 20 por ciento) durante su rápido desarrollo económico entre 1961 y 1979.
Es más, el crecimiento de la capacidad defensiva de China no supone una amenaza contra otros países. Como dijo Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, "pueden estar tranquilos si no tienen intención de ofender".
En segundo lugar, la contrucción legal, justificada y razonable en algunas islas y arrecifes Nansha está totalmente bajo soberanía china.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, China recuperó las islas Nansha de la ocupación japonesa de acuerdo con las declaraciones del Cairo y Postdam, sobre las que quedó fundado el orden internacional tras el conflicto bélico.
Hasta la década de 1960, la comunidad internacional no tuvo dudas sobre la soberanía china en Nansha pero, desde la de 1970 varios países han intentado ocupar estas islas del Mar Meridional de China, alentados quizás por los informes de la existencia de reservas petrolíferas en la zona.
Ignorando de forma deliberada la historia y la realidad, Japón ha estado demasiado activo con respecto al tema, creando y exagerando las tensiones. Su auténtica intención es obvia: encontrar una excusa para explicar su modificación política sin precedentes en seguridad y defensa.
Japón ha visto un aumento del gasto defensivo a la par que la Administración del primer ministro Shinzo Abe presiona para cambiar la política de seguridad del país de forma que se permita a las Fuerzas de Autodefensa (Ejértico nipón) expandir sus operaciones en el extranjero en nombre de una autodefensa colectiva.
Sin embargo, el Gobierno de Abe mostraría sabiduría si dejase de alimentar las tensiones y extrajese lecciones de la historia que lo llevaran a meditar sobre sus crímenes de guerra y a disculparse con todos los países y pueblos a los que convirtió en sus víctimas.
Sólo esto ayudará a Japón a recuperar la confianza y el respeto de la comunidad internacional.