Por Guille Bravo
Lin Shu, escritor y traductor, nació en Fuzhou, provincia sureste de Fujian, en 1852. Recibió una muy buena educación. Con un casamiento flamante y puesto de funcionario le esperaba el destino de todos sus compañeros: estudiar las obras canónicas chinas del confucianismo. Y a eso dedicó la primera mitad de su vida. Hasta que la muerte de su esposa le arrancó ese destino de funcionario tranquilo.
Su amigo Wang Shouchang, que acababa de llegar de Francia, para distraerlo, le contó el argumento de una novela popular en aquel país: una joven prostituta y un aristocrático se enamoran y luchan para mantener su relación a pesar de las presiones sociales. Para evitar ser blanco de críticas y del rechazo de amigos y familiares, se retiran de la vida mundana de la ciudad y deciden refugiarse en el campo. Pero incluso allí los alcanzan las prohibiciones sociales, y la historia termina de manera deliciosa y trágica. Se trataba, claro está, de La Dama de las Camelias, de Alexandre Dumas.
No se sabe si fue idea de Wang Shouchang o del propio Lin Shu, pero al día siguiente de escuchado el relato, nuestro traductor se puso a volcar a su lengua la novela de Dumas. Lin Shu, más o menos como Cervantes al tramar su novela, pensaba que estaba pasando el tiempo y haciendo algo que igualmente serviría de ocio a sus lectores, no sabía algo que sería significativo, casi revolucionario, dentro de la literatura de su país.
Los límites entre las profesiones de escritor y traductor en realidad son algo confusos en la práctica misma. Lin Shu nunca imaginó transformarse en traductor, vocación que aún no tenía la entidad que tiene hoy. Y desde ya, mucho menos uno de los más importantes de su tiempo.
Su merito como traductor o incluso como transductor por utilizar un término rimbombante fue el de introducir la novela del siglo XIX europeo (aunque ya veremos que tradujo otras obras fuera de esa etiqueta como el Quijote), sin duda la forma literaria más importante de los últimos siglos.
La aparición de La dama de las camelias en 1899 con el título chino de 茶花女 -literalmente Dama de las camelias- produjo, de hecho, un notable impacto. La obra se difundió tan rápidamente que llegaron a venderse más de diez mil ejemplares en poco tiempo. Pero no solamente tuvo éxito de ventas, además fue reconocida por diversos intelectuales. Citemos por ejemplo el caso de Yan Fu, famoso pensador de la ilustracion burguesa y traductor en tiempos modernos de China: "La dama de las camelias es una obra muy emotiva que ha conmovido los sentimientos de los chinos". Se trata, estrictamente, de la primera novela traducida en China.
Es que hasta ahora no habíamos escrito el dato principal que caracteriza a Lin Shu como un traductor sui géneris: no conocía ninguna lengua extranjera. Por ello contaba con ayudantes que le volcaban el significado de cada párrafo y él las transladaba al chino, que hoy es considerado chino antiguo. En su larga tarea de traductor, Lin Shu contó con una veintena de colaboradores, con la ayuda de los cuales tradujo unos doscientos volúmenes de la literatura occidental. Además de Dumas, Cervantes, Ibsen, Shakespeare, Tolstói, Montesquieu, Balzac, Dickens, por nombrar algunos.
Pero uno de los aportes principales de Lin Shu fue la traducción de la novela principal de la tradición occidental.
Lin Shu tradujo el Quijote basándose en una versión inglesa ayudado por Chen Jialin. La versión de Lin Shu del Quijote, con el título de Biografía del caballero encantado, se publicó en 1922 en Shanghai.
Dos años más tardes, Lin Shu, enfermo, dio su espíritu, quiero decir que se murió.