ESPECIAL FIN DE AÑO: Suscitan rechazo mayores restricciones y deportaciones sin garantía sanitaria de EEUU a migración en tiempos de COVID-19

Actualizado 2020-12-28 09:46:55 | Spanish. xinhuanet. com

Por Luis Brito y Wu Hao

MÉXICO, 27 dic (Xinhua) -- La respuesta del Gobierno de Estados Unidos a la migración durante la pandemia de COVID-19 estuvo marcada por el unilateralismo, al extremar restricciones y realizar deportaciones masivas que supusieron un riesgo de propagación para otros países, según expertos.

Desde marzo pasado, la Administración del presidente Donald Trump utilizó la pandemia para endurecer las políticas migratorias en la frontera con México, expulsando de inmediato a territorio mexicano a migrantes de cualquier país detenidos por entrar irregularmente.

Washington sustentó la polémica acción con el alegato de que los migrantes irregulares eran un potencial riesgo de introducción de COVID-19 a Estados Unidos, país que se convirtió posteriormente en el más afectado por la pandemia a nivel global con más de 18 millones de casos y 300.000 muertos.

La política sin precedentes de expulsiones rápidas, incluidos niños que cruzaron solos la frontera común, impidió a los afectados solicitar asilo porque la devolución a México se realiza en cuestión de horas sin un proceso legal migratorio.

"El legado más nefasto que van a dejar estos cuatro años es el absoluto desprecio a los derechos humanos, una causa que por muchas décadas Estados Unidos abanderó (...) Ya hay un racismo descarnado", dijo a Xinhua el historiador y politólogo Mario Ojeda Revah.

Las autoridades estadounidenses expulsaron a más de 300.000 migrantes por su frontera sur entre marzo y noviembre citando la política de salud, según las cifras mensuales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés), que no detalló las nacionalidades de los devueltos.

Ojeda Revah, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, apuntó que las expulsiones masivas se llevaron a cabo sin ninguna consideración humanitaria y se sumaron a otras duras políticas de Trump contra la migración a lo largo de su mandato.

"Vimos las imágenes desgarradoras de los niños separados de sus padres, muchos que ya nunca más recuperaron contacto con sus familias, de personas enjauladas", recordó el experto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La Administración Trump también suspendió desde marzo las audiencias del programa de Protocolos de Protección al Migrante (MPP, en inglés), dejando en el limbo a miles de centroamericanos y migrantes de otras regiones que esperan en México su caso de asilo en Estados Unidos.

La suspensión por tiempo indefinido del programa, iniciado por Washington unilateralmente en 2019, ha supuesto que las autoridades mexicanas y organizaciones civiles hayan tenido que destinar esfuerzos durante la pandemia en México para brindar ayuda humanitaria a los solicitantes de asilo.

"Estamos todos trabajando para apoyarnos unos a otros y ver de qué manera respondemos (...) Comen más o menos bien, no puedo decir que de lo mejor", contó a Xinhua el pastor Juan Fierro, quien alojaba a 45 peticionarios de asilo en su albergue en la norteña Ciudad Juárez.

Alrededor de 90.000 solicitantes aguardaban en México una respuesta de asilo en Estados Unidos al cierre de este año, estimó el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración mexicano, Alejandro Encinas, en su informe anual el pasado 10 de diciembre.

En la frontera norte de México no solo quedaron atrapados migrantes de terceros países, pues por ella cruzan a diario mexicanos deportados desde el interior de Estados Unidos, al mantener Washington las repatriaciones al país y resto de América Latina durante la pandemia.

El Gobierno de Trump continuó con el ritmo de deportaciones aún después de que comenzaran en marzo brotes de COVID-19 en sus cárceles migratorias, donde los migrantes permanecen detenidos antes de su devolución a diversos países.

Casos de deportados positivos comenzaron a sucederse en poco tiempo en Guatemala, México, Haití, Colombia y otras naciones, lo que llevó a analistas a advertir que Estados Unidos estaba "exportando" el COVID-19 a países con débiles sistemas de salud.

"No hubo ninguna consideración sanitaria y humanitaria, fue un caos desregulado, fue tratar a esta población peor que ganado", aseguró Ojeda Revah.

Migrantes deportados narraron a Xinhua que las medidas sanitarias eran escasas en los poblados centros de detención migratoria, donde a la fecha se acumulaban más de 8.100 contagios y ocho muertes, según datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés).

"Ni jabón de manos para desinfectarse ni desinfectante nos llevaron nunca", afirmó el guatemalteco Marvin Canahuí, quien estuvo detenido en una cárcel migratoria de Louisiana antes de su deportación al país centroamericano en abril.

Heraldo Malumbrez, también guatemalteco, relató que llevaba meses bajo detención del ICE cuando la pandemia comenzó a propagarse en Estados Unidos y aun así se contagió de COVID-19 en un recinto migratorio de Arizona.

"Nunca me tocó vivir eso en la calle, pero me tocó vivirlo personalmente (...) Fue una situación muy incómoda y muy fea la que pasé", afirmó Malumbrez, quien sufrió la enfermedad mientras lidiaba con el dolor de dejar a su familia en Estados Unidos ante su deportación a Guatemala.

Al menos Guatemala y El Salvador aislaron temporalmente a los deportados en albergues para prevenir una propagación de la COVID-19 en sus territorios, pero aun así muchos migrantes al llegar a sus lugares de origen enfrentaron rechazo de pobladores atemorizados.

En la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, fronteriza con Texas, un brote detectado en un albergue tras la deportación de un mexicano desde el interior de Estados Unidos obligó en abril al cierre temporal de la instalación y dejó dolor entre los 15 migrantes contagiados, entre ellos niños.

"Era imposible evitarlo (el brote), sabiendo que las deportaciones de aquellos que estaban llegando, en gran porcentaje, eran de las cárceles", expuso a Xinhua el encargado de la Casa del Migrante Nazareth, Marvin Ajic.

El docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Rodolfo García Zamora, dijo era previsible que el Gobierno de Trump actuara unilateralmente durante la pandemia y añadió que sus medidas resultaron coherentes con el hostil discurso contra la migración.

"La pandemia fue la coartada perfecta para profundizar y endurecer todas esas medidas contra los migrantes", señaló a Xinhua el experto en migración.

García Zamora indicó que él no cree que ocurra un cambio radical de la política migratoria de Estados Unidos en el futuro, tras enfatizar que la pandemia colocó a los migrantes en una situación de vulnerabilidad multidimensional.

"Crece la vulnerabilidad económica, social, sanitaria, física y todas las violencias se incrementan en contra de los migrantes", apuntó.

 
Para cualquier sugerencia o consulta puede ponerse en contacto con nosotros a través del siguiente correo
electrónico:spanish@xinhuanet.com
分享
Xinhuanet

ESPECIAL FIN DE AÑO: Suscitan rechazo mayores restricciones y deportaciones sin garantía sanitaria de EEUU a migración en tiempos de COVID-19

Spanish.xinhuanet.com 2020-12-28 09:46:55

Por Luis Brito y Wu Hao

MÉXICO, 27 dic (Xinhua) -- La respuesta del Gobierno de Estados Unidos a la migración durante la pandemia de COVID-19 estuvo marcada por el unilateralismo, al extremar restricciones y realizar deportaciones masivas que supusieron un riesgo de propagación para otros países, según expertos.

Desde marzo pasado, la Administración del presidente Donald Trump utilizó la pandemia para endurecer las políticas migratorias en la frontera con México, expulsando de inmediato a territorio mexicano a migrantes de cualquier país detenidos por entrar irregularmente.

Washington sustentó la polémica acción con el alegato de que los migrantes irregulares eran un potencial riesgo de introducción de COVID-19 a Estados Unidos, país que se convirtió posteriormente en el más afectado por la pandemia a nivel global con más de 18 millones de casos y 300.000 muertos.

La política sin precedentes de expulsiones rápidas, incluidos niños que cruzaron solos la frontera común, impidió a los afectados solicitar asilo porque la devolución a México se realiza en cuestión de horas sin un proceso legal migratorio.

"El legado más nefasto que van a dejar estos cuatro años es el absoluto desprecio a los derechos humanos, una causa que por muchas décadas Estados Unidos abanderó (...) Ya hay un racismo descarnado", dijo a Xinhua el historiador y politólogo Mario Ojeda Revah.

Las autoridades estadounidenses expulsaron a más de 300.000 migrantes por su frontera sur entre marzo y noviembre citando la política de salud, según las cifras mensuales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés), que no detalló las nacionalidades de los devueltos.

Ojeda Revah, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, apuntó que las expulsiones masivas se llevaron a cabo sin ninguna consideración humanitaria y se sumaron a otras duras políticas de Trump contra la migración a lo largo de su mandato.

"Vimos las imágenes desgarradoras de los niños separados de sus padres, muchos que ya nunca más recuperaron contacto con sus familias, de personas enjauladas", recordó el experto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La Administración Trump también suspendió desde marzo las audiencias del programa de Protocolos de Protección al Migrante (MPP, en inglés), dejando en el limbo a miles de centroamericanos y migrantes de otras regiones que esperan en México su caso de asilo en Estados Unidos.

La suspensión por tiempo indefinido del programa, iniciado por Washington unilateralmente en 2019, ha supuesto que las autoridades mexicanas y organizaciones civiles hayan tenido que destinar esfuerzos durante la pandemia en México para brindar ayuda humanitaria a los solicitantes de asilo.

"Estamos todos trabajando para apoyarnos unos a otros y ver de qué manera respondemos (...) Comen más o menos bien, no puedo decir que de lo mejor", contó a Xinhua el pastor Juan Fierro, quien alojaba a 45 peticionarios de asilo en su albergue en la norteña Ciudad Juárez.

Alrededor de 90.000 solicitantes aguardaban en México una respuesta de asilo en Estados Unidos al cierre de este año, estimó el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración mexicano, Alejandro Encinas, en su informe anual el pasado 10 de diciembre.

En la frontera norte de México no solo quedaron atrapados migrantes de terceros países, pues por ella cruzan a diario mexicanos deportados desde el interior de Estados Unidos, al mantener Washington las repatriaciones al país y resto de América Latina durante la pandemia.

El Gobierno de Trump continuó con el ritmo de deportaciones aún después de que comenzaran en marzo brotes de COVID-19 en sus cárceles migratorias, donde los migrantes permanecen detenidos antes de su devolución a diversos países.

Casos de deportados positivos comenzaron a sucederse en poco tiempo en Guatemala, México, Haití, Colombia y otras naciones, lo que llevó a analistas a advertir que Estados Unidos estaba "exportando" el COVID-19 a países con débiles sistemas de salud.

"No hubo ninguna consideración sanitaria y humanitaria, fue un caos desregulado, fue tratar a esta población peor que ganado", aseguró Ojeda Revah.

Migrantes deportados narraron a Xinhua que las medidas sanitarias eran escasas en los poblados centros de detención migratoria, donde a la fecha se acumulaban más de 8.100 contagios y ocho muertes, según datos del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, en inglés).

"Ni jabón de manos para desinfectarse ni desinfectante nos llevaron nunca", afirmó el guatemalteco Marvin Canahuí, quien estuvo detenido en una cárcel migratoria de Louisiana antes de su deportación al país centroamericano en abril.

Heraldo Malumbrez, también guatemalteco, relató que llevaba meses bajo detención del ICE cuando la pandemia comenzó a propagarse en Estados Unidos y aun así se contagió de COVID-19 en un recinto migratorio de Arizona.

"Nunca me tocó vivir eso en la calle, pero me tocó vivirlo personalmente (...) Fue una situación muy incómoda y muy fea la que pasé", afirmó Malumbrez, quien sufrió la enfermedad mientras lidiaba con el dolor de dejar a su familia en Estados Unidos ante su deportación a Guatemala.

Al menos Guatemala y El Salvador aislaron temporalmente a los deportados en albergues para prevenir una propagación de la COVID-19 en sus territorios, pero aun así muchos migrantes al llegar a sus lugares de origen enfrentaron rechazo de pobladores atemorizados.

En la ciudad mexicana de Nuevo Laredo, fronteriza con Texas, un brote detectado en un albergue tras la deportación de un mexicano desde el interior de Estados Unidos obligó en abril al cierre temporal de la instalación y dejó dolor entre los 15 migrantes contagiados, entre ellos niños.

"Era imposible evitarlo (el brote), sabiendo que las deportaciones de aquellos que estaban llegando, en gran porcentaje, eran de las cárceles", expuso a Xinhua el encargado de la Casa del Migrante Nazareth, Marvin Ajic.

El docente investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), Rodolfo García Zamora, dijo era previsible que el Gobierno de Trump actuara unilateralmente durante la pandemia y añadió que sus medidas resultaron coherentes con el hostil discurso contra la migración.

"La pandemia fue la coartada perfecta para profundizar y endurecer todas esas medidas contra los migrantes", señaló a Xinhua el experto en migración.

García Zamora indicó que él no cree que ocurra un cambio radical de la política migratoria de Estados Unidos en el futuro, tras enfatizar que la pandemia colocó a los migrantes en una situación de vulnerabilidad multidimensional.

"Crece la vulnerabilidad económica, social, sanitaria, física y todas las violencias se incrementan en contra de los migrantes", apuntó.

010020070760000000000000011100001396232011