WASHINGTON, 24 dic (Xinhua) -- El año 2020 ha sido lamentablemente testigo de cómo las relaciones entre China y Estados Unidos se veían inmersas en una espiral negativa con la pandemia de COVID-19 como contexto.
A lo largo del año, con sus difamaciones sobre el trabajo antiepidémico de China, sus injerencias en los asuntos internos del país asiático y sus sanciones a empresas de alta tecnología chinas, los halcones de Washington han arrastrado los lazos diplomáticos entre los dos países hasta el nivel más bajo desde su establecimiento.
En beneficio de los dos países y del mundo en su conjunto, ha llegado la hora de reconducir la nave gigante que es la relación entre China y EE. UU. y alejarla de los escollos que dificultan la singladura.
Los riesgos y retos que enfrenta la comunidad internacional no tienen precedentes. China y Estados Unidos, las dos mayores economías a nivel mundial, deben trabajar entre sí y con el resto del mundo para superar las dificultades, abordar los desafíos y buscar el desarrollo.
Derrotar la pandemia de COVID-19 exige los esfuerzos conjuntos de la comunidad internacional. Las naciones con más capacidad, como EE. UU. y China, deben asumir mayores responsabilidades y dar ejemplo.
Líder mundial en casos confirmados de COVID-19 y muertes por la enfermedad, Estados Unidos se sigue enfrentando al resurgimiento de la pandemia, mientras que China, el país que hizo sonar la primera alarma, ha controlado con eficacia la propagación del virus dentro de su territorio, adquiriendo de esta forma una experiencia clínica considerable en su contención.
Por lo tanto, es evidente que al cooperar en áreas como el tratamiento, las vacunas y el suministro de equipamiento médico crítico, China y Estados Unidos, como miembros responsables de la comunidad internacional, contribuirán más a la lucha mundial contra la pandemia.
Además, a medida que la economía mundial se tambalea en medio de la crisis sanitaria, las dos mayores economías del mundo deben estabilizar sus vínculos económicos y comerciales para ayudar a que la economía global vuelva a la senda del crecimiento lo antes posible.
En su último Informe Económico Mundial publicado en octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que la economía mundial se contraerá un 4,4 por ciento en 2020 y advirtió que el camino para salir de la crisis probablemente será "largo, desigual y muy incierto".
Al ser la única gran economía que experimentará un crecimiento positivo en 2020, China se ha comprometido a promover el comercio mundial y seguir abriendo su mercado interno, lo que traerá beneficios tangibles a otras economías que se han visto fuertemente afectadas por la pandemia, entre ellas Estados Unidos,
En este sentido, desvincularse de la economía china, algo favorecido por algunos políticos en Washington críticos de China, no es más que aislarse de uno de los mercados de consumo más importantes del mundo, así como de la oportunidad de una rápida recuperación de la pandemia.
Además de lidiar con la COVID-19 y ayudar a estabilizar la economía mundial, es también de esperar que China y EE. UU. cooperen en temas relacionados con el futuro compartido de la humanidad.
Dos asuntos que se destacan a ese respecto son el combate al cambio climático y la protección del sistema de no proliferación nuclear. En ambos, China y EE. UU., como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han desempeñado y deben seguir haciéndolo un papel decisivo.
Los dos países harán mayores contribuciones al mundo si actúan con sentido de responsabilidad de la historia y la humanidad y tienen presentes los intereses fundamentales de sus pueblos y también del resto del planeta.
En este sentido, ambos comparten como prioridad defender los principios del respeto mutuo y la igualdad, buscar puntos en común a la vez que dejan a un lado sus diferencias y permanecer comprometidos con la cooperación mutuamente beneficiosa.
Solo de esta manera, la nave gigante de las relaciones China-EE. UU. mantendrá el curso correcto, se alejará de obstáculos ocultos y navegará desafiando la corriente y las tormentosas olas, lo que, sin duda alguna, beneficiará a los dos países y el mundo entero.