BEIJING, 30 sep (Xinhua) -- Las últimas calumnias del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, contra diplomáticos chinos en EE. UU. han demostrado una vez más que es un instigador egoísta de la confrontación y un mentiroso profesional.
Al difundir descaradamente mentiras para incitar al público estadounidense contra China y avivar las tensiones entre los dos países, Pompeo y sus compañeros halcones en Washington se han convertido en una carga pesada que están poniendo en peligro la paz y la estabilidad mundiales.
Durante años, Pompeo ha sido conocido por "fomentar teorías de la conspiración", como lo describe el columnista de opinión del New York Times, Thomas Friedman. Sus numerosas mentiras ya han devastado su credibilidad tanto dentro como fuera del país.
Sus últimas infundadas acusaciones contra el Consulado General de China en Nueva York provienen directamente del libro de jugadas anti-China de quienes han estado estigmatizando deliberada y flagrantemente a China y avivando el odio contra el país asiático durante años en Washington para obtener ganancias políticas.
Esta no es la primera vez que Pompeo realiza acusaciones sensacionalistas y mal fundadas contra diplomáticos chinos.
En julio, Pompeo y su Departamento de Estado intentaron justificar la orden abrupta de Washington de cerrar el Consulado General de China en Houston alegando que la manifiesta provocación política quería proteger "la propiedad intelectual y la información privada estadounidenses", sin ofrecer evidencia concreta.
Al citar al senador estadounidense Angus King, miembro del Comité de Inteligencia del Senado, el canal CNN informó en ese momento que King no estaba al tanto de ninguna "información reciente de actividades particulares de China, ya sea con respecto a nuestras elecciones o la confrontación entre nuestros dos países" que puede haber impulsado dicha decisión.
Las últimas acusaciones de Pompeo contra China se produjeron cuando la Administración de Estados Unidos se esforzaba por convertir a China en el chivo expiatorio de la incapacidad de Estados Unidos para contener la pandemia de COVID-19. Como principal diplomático de EE. UU., Pompeo fue ampliamente criticado por buscar socavar en lugar de impulsar la unidad global en la lucha contra la epidemia.
Al presentar a China como el enemigo de los ciudadanos estadounidenses, Pompeo, junto con otros políticos corruptos de EE. UU., intenta ocultar el hecho de que ellos son las razones subyacentes de los problemas que plagan al país.
Es más, al buscar constantemente el deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y China, Pompeo coloca sus ambiciones políticas y prejuicios ideológicos por encima de los intereses nacionales de Estados Unidos, así como de la paz y la estabilidad globales.
A diferencia de la mayoría de sus predecesores, que consideraban que los lazos constructivos entre Estados Unidos y China eran cruciales para ambas partes y el mundo en general, Pompeo ha demostrado descaradamente ser un discípulo de una estrategia de suma cero y una mentalidad de Guerra Fría.
Además de afirmar falsamente que el compromiso de Estados Unidos con China ha fracasado, ha sido pionero en acciones concretas para romper los lazos con China, incluida la opresión política dirigida a los medios chinos, imponer restricciones a los estudiantes chinos en su país y calificar a los Institutos Confucio, centrados en los intercambios culturales, de una "misión extranjera".
Con su absurda y excesivamente enardecida retórica contra las misiones diplomáticas y consulares de China en Estados Unidos, Pompeo se encuentra aparentemente allanando el camino para un mayor deterioro de las relaciones diplomáticas con China.
La historia ha demostrado que una relación constructiva entre China y EE. UU. es beneficiosa para ambas partes y para la prosperidad mundial, y ninguna de las dos puede afrontar los costos de una confrontación hecha y derecha.