BEIJING, 29 ago (Xinhua) -- La compañía lechera china Mengniu renunció recientemente a su propuesta de adquisición de Lion Dairy and Drinks, luego de que el tesorero australiano Josh Frydenberg dijera que la inversión de la compañía china es "contraria al interés nacional".
Esta no es la primera vez que el tesorero rechaza una licitación de una empresa china citando una supuesta preocupación de "interés nacional". Esta vez, un informe publicado por el periódico The Australian el jueves sostuvo que "la excusa de 'seguridad alimentaria' ofrecida es una broma".
A principios de este año, Australia endureció sus reglas de adquisiciones extranjeras y, por lo tanto, las propuestas de inversión ahora serían examinadas por la junta de revisión de inversiones extranjeras, en una medida destinada a proteger los "intereses nacionales".
Aunque los políticos en realidad no dijeron que la medida estaba dirigida a China, un artículo publicado por el Australian Financial Review declaró sin rodeos que el primer ministro australiano "Scott Morrison y el Sr. Frydenberg han adoptado en los últimos años una opinión cada vez más dura sobre las adquisiciones respaldadas por China".
Esos obstáculos políticos han asestado un golpe a las relaciones económicas bilaterales.
Según un informe conjunto de la firma de servicios de asesoría KPMG y la Universidad de Sydney, la inversión china en Australia cayó casi un 60 por ciento al nivel más bajo en una década el año pasado, de 8.200 millones de dólares australianos (unos 6 mil millones de dólares estadounidenses) en 2018 a 3.400 millones (unos 2.500 millones de dólares), con solo 42 acuerdos completados en 12 meses.
"Las empresas chinas han invertido más de 107.000 millones de dólares estadounidenses en Australia desde 2008 y este capital ha sido un contribuyente realmente importante al crecimiento económico local, pero las nuevas inversiones se están desacelerando", argumentó el director para Asia y Mercados Internacionales de KPMG Australia, Doug Ferguson, quien además es coautor del reporte.
Las obstrucciones políticas, al mismo tiempo, repercuten contra los intereses australianos. Después de que el Gobierno federal prohibiese la participación del gigante tecnológico chino Huawei en la construcción de la red 5G del país, un informe de Oxford Economics, del Reino Unido, estimó que el coste del proyecto se dispararía en casi un 30 por ciento debido a la decisión.
Además, los retrasos en la construcción de la red debidos al veto se traducirán en un golpe al Producto Interno Bruto australiano de hasta 6.000 millones de dólares en 2035, añadió.
Desde que los dos países establecieron relaciones diplomáticas hace casi cinco décadas, China se ha convertido en un socio comercial y fuente de inversión extranjera esencial para Australia, y su relación económica ha generado importantes beneficios para las empresas y sociedades de ambos países.
En el proceso, las firmas australianas y chinas han forjado también una relación muy sólida. El último ejemplo está en su cooperación en el combate a la COVID-19.
Según resaltó Malcolm Parmenter, director ejecutivo de la empresa de servicios médicos Healius, sin los equipos suministrados por su socio chino, BGI, no hubieran tenido "los tiempos de respuesta" que lograron manejar. Respaldado por su proveedor chino, Healius ha podido completar hasta 8.000 pruebas al día en el estado de Victoria en las últimas semanas.
La historia y la realidad demuestran que las empresas de los dos países ganan de la cooperación, mientras que las barreras políticas a sus interacciones suponen pérdidas para unas y otras. Este es un hecho del que deberían percatarse los políticos en Canberra.