ESPECIAL: Entrenador de fútbol español ilumina sueños de niños pobres en China

Actualizado 2020-08-19 14:09:34 | Spanish. xinhuanet. com

CHENGDU, 19 ago (Xinhua) -- Temprano en la mañana, Azuo Wule, un niño de 12 años de la etnia yi, se despierta con los primeros rayos de sol que asoman a través de la puerta del dormitorio de la Escuela de Caridad Wanda, en el distrito de Zhaojue de la prefectura autónoma de la etnia yi de Liangshan, en la provincia de Sichuan, al suroeste de China.

Al ponerse el uniforme y las botas de fútbol, el niño está emocionado y preparado para el entrenamiento del nuevo día.

Javier Moros Barrera, entrenador profesional con licencia "A" de la UEFA, procedente de Zaragoza, España, entrena a Wule y a otros 14 chicos en el mejor campo de fútbol del condado desde el 13 de julio.

El equipo Real Madrid de Zhaojue lleva el nombre del conocido conjunto español y su programa de entrenamiento es apoyado por la Fundación Real Madrid y su socio local Liangshan Nimu Sports.

"Nunca soñé que podría tener un entrenador como él", asegura Wule, con una sonrisa tímida.

El joven encontró un nuevo hogar en la escuela. Su madre se marchó de casa después de divorciarse por razones de violencia doméstica de su padre, quien falleció hace ocho años.

La abuela, con quien se crió, también falleció el año pasado tras haber padecido de SIDA durante varios años.

Wule tuvo la fortuna de no haber sido víctima de la enfermedad, ya que el área de Liangshan se vio gravemente afectada por problemas relacionados con las drogas a fines del siglo XX, con un gran número de personas infectadas con el VIH.

Durante muchos años, el fútbol había sido casi la única fuente de alegría en su vida. Ahora, a través de un programa relacionado con el alivio de la pobreza, el deporte ilumina su futuro.

Qubi Shigu, el primer entrenador de fútbol de Wule y director de la escuela primaria de Wawu, ha hecho del fútbol un curso especial durante los últimos 17 años.

La escuela está ubicada en la cima de una montaña de 2.700 metros de altura y Qubi se ha dedicado a entrenar a los alumnos de una forma "rústica".

Gracias al fútbol, Wule y sus compañeros tuvieron la oportunidad de conocer el mundo exterior. En el verano de 2018, jugaron partidos amistosos en Nanjing y un evento de exhibición en la Superliga china.

Además de un buen jugador de fútbol, Wule también es un excelente estudiante y fue admitido por la Escuela de Caridad Wanda.

Javier Moros Barrera, entrenador de 30 años, resulta el primer rostro extranjero que muchos niños han encontrado en Zhaojue. Comenzó a jugar al fútbol a los cuatro años e inició sus entrenamientos a los 16.

Tras graduarse de la universidad, la Fundación Real Madrid le ofreció un trabajo que lo trajo hasta China.

"El plan original era de seis meses, pero llevo aquí seis años", refiere Barrera. "Trabajé en Shenzhen y Guiyang, que son ciudades muy modernas y cómodas", recuerda.

Sin embargo, entrenar en la remota localidad de Zhaojue es una historia diferente.

"Nunca pensé que hubiera lugares como este en China", dijo. "Mi impresión era que el país estaba lleno de rascacielos y la gente vivía una vida muy próspera".

El condado de Zhaojue, donde trabaja ahora, está ubicado en el corazón de una de las 14 áreas afectadas por la pobreza en China. Todavía hay más de 30.000 personas con un ingreso anual medio inferior a 4.200 yuanes (unos 605 dólares).

Barrera y su compañero de trabajo Yin Jianlin viven en un departamento alquilado en un barrio antiguo, cercano al campo de fútbol, y comen en pequeños restaurantes.

Además de los fideos y los platos sofritos, ahora también se han acostumbrado a la barbacoa a las brasas local y los fines de semana toman cervezas con amigos de la etnia yi.

El equipo entrena cuatro horas al día y Barrera también debe comunicarse diariamente con Rafa Fernández, el director de capacitación con sede en Xichang, la capital de la prefectura, y discutir con él los planes de trabajo.

El proyecto de la Fundación Real Madrid en Zhaojue debe durar al menos tres años y su objetivo es formar a los jóvenes para que "jueguen con la cabeza", comenta Barrera a Xinhua.

"En los primeros 15 minutos del entrenamiento diario, a menudo me siento frustrado porque en un minuto parecen saber lo que se debe y no se debe hacer y al minuto siguiente se olvidan. Los niños no contaban con una verdadera capacitación profesional y necesitan más tiempo", refiere.

Aunque todavía queda un largo camino por recorrer para convertir a los jóvenes jugadores en un equipo profesional, el entrenador extranjero se siente movido por el trabajo duro de los alumnos y el respeto a los profesores. "Apenas se quejan de estar cansados. Los niños de la escuela primaria de Wawu son especialmente fuertes".

Aunque Barrera es estricto en el campo, a los chicos les gusta rodearlo y hacerle travesuras durante su descanso. Hoy, a los chicos les gusta decir "hola", "gracias" y "nos vemos mañana" en español. Al final del entrenamiento de cada día, juntos gritan "¡Hala Madrid!"

Tubi Bubu, de 12 años, es un niño pequeño e inteligente con una naturaleza tranquila. Jugando como mediocampista del equipo, tiene un buen control del balón y puede armar un ataque.

La visión de juego del lateral Giniu Muniu, de 11 años, es aún mejor. Además de la defensa y las asistencias, también está dispuesto a desafiar a los defensores del otro equipo.

Tubi Tubu, de 12 años, es el portero. Al ser el más alto del equipo, nunca le tiene miedo al delantero y siempre salva el inevitable gol.

Todos estos talentosos jugadores jóvenes provenían de familias pobres como la de Azuo Wule. Sin el fútbol, sus vidas serían muy diferentes.

"Solía pensar que jugar al fútbol era divertido, pero ahora creo que puede ser una oportunidad para cambiar mi destino", asegura Muniu. "Quiero ser un jugador profesional para que mis padres no tengan que trabajar tanto en el campo".

Wule también comparte el mismo pensamiento. "Quiero ser una estrella para poder apoyar a mi madre y a mi hermanita, dándoles buena comida y ropa", refiere.

"Entrenarlos para ser mejores jugadores es solo una cosa", opina Barrera. "Además, el deporte les da a los niños más opciones en el futuro. Es gratificante tener un buen trabajo y ayudar a los demás al mismo tiempo".

Además de Zhaojue, el proyecto de fútbol de la Fundación Real Madrid también cubrirá otros nueve condados en la prefectura de Liangshan, con la esperanza de que los niños vayan a España el próximo año para el torneo de fútbol juvenil de la Copa Internacional del Mediterránea.

A 17 kilómetros de distancia, Qubi Shigu todavía sigue entrenando a los estudiantes a su manera en la escuela primaria de Wawu. Wule, que había tenido allí su hogar desde el fallecimiento de su abuela, regresó durante el fin de semana libre.

En los últimos años, se han producido muchos cambios aquí: se está construyendo un nuevo dormitorio; llegaron cuatro nuevos maestros voluntarios; un sendero de barro se convirtió en un camino de cemento; maestros y niños plantaron granos de pimienta, papas, girasoles y rosas alpinas en granjas escolares y las familias de muchos estudiantes se despidieron de sus viejas casas de barro y se mudaron a nuevos apartamentos en la ciudad patrocinados por el Gobierno.

La reciente inversión gubernamental en infraestructura y educación también ha hecho que el número de consumidores de drogas en el área de Liangshan disminuya significativamente. La cifra se ha reducido a la mitad año tras año desde 2016, mientras el número de personas infectadas con VIH se recortó en un 24 por ciento interanual durante el mismo período.

"La educación es esencial para romper la transmisión de la pobreza entre generaciones", afirma Qubi Shigu. "Aquí hacemos del fútbol una forma de educación, tanto para el cuerpo como para la mente de los estudiantes".

En el techo de las aulas destaca el lema: "Hacer de las escuelas rurales un lugar de ensueño". "Siempre ha sido mi sueño traer un futuro mejor para nuestros niños y siempre lo será", asegura Qubi Shigu.

 
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ESPECIAL: Entrenador de fútbol español ilumina sueños de niños pobres en China

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CHENGDU, 19 ago (Xinhua) -- Temprano en la mañana, Azuo Wule, un niño de 12 años de la etnia yi, se despierta con los primeros rayos de sol que asoman a través de la puerta del dormitorio de la Escuela de Caridad Wanda, en el distrito de Zhaojue de la prefectura autónoma de la etnia yi de Liangshan, en la provincia de Sichuan, al suroeste de China.

Al ponerse el uniforme y las botas de fútbol, el niño está emocionado y preparado para el entrenamiento del nuevo día.

Javier Moros Barrera, entrenador profesional con licencia "A" de la UEFA, procedente de Zaragoza, España, entrena a Wule y a otros 14 chicos en el mejor campo de fútbol del condado desde el 13 de julio.

El equipo Real Madrid de Zhaojue lleva el nombre del conocido conjunto español y su programa de entrenamiento es apoyado por la Fundación Real Madrid y su socio local Liangshan Nimu Sports.

"Nunca soñé que podría tener un entrenador como él", asegura Wule, con una sonrisa tímida.

El joven encontró un nuevo hogar en la escuela. Su madre se marchó de casa después de divorciarse por razones de violencia doméstica de su padre, quien falleció hace ocho años.

La abuela, con quien se crió, también falleció el año pasado tras haber padecido de SIDA durante varios años.

Wule tuvo la fortuna de no haber sido víctima de la enfermedad, ya que el área de Liangshan se vio gravemente afectada por problemas relacionados con las drogas a fines del siglo XX, con un gran número de personas infectadas con el VIH.

Durante muchos años, el fútbol había sido casi la única fuente de alegría en su vida. Ahora, a través de un programa relacionado con el alivio de la pobreza, el deporte ilumina su futuro.

Qubi Shigu, el primer entrenador de fútbol de Wule y director de la escuela primaria de Wawu, ha hecho del fútbol un curso especial durante los últimos 17 años.

La escuela está ubicada en la cima de una montaña de 2.700 metros de altura y Qubi se ha dedicado a entrenar a los alumnos de una forma "rústica".

Gracias al fútbol, Wule y sus compañeros tuvieron la oportunidad de conocer el mundo exterior. En el verano de 2018, jugaron partidos amistosos en Nanjing y un evento de exhibición en la Superliga china.

Además de un buen jugador de fútbol, Wule también es un excelente estudiante y fue admitido por la Escuela de Caridad Wanda.

Javier Moros Barrera, entrenador de 30 años, resulta el primer rostro extranjero que muchos niños han encontrado en Zhaojue. Comenzó a jugar al fútbol a los cuatro años e inició sus entrenamientos a los 16.

Tras graduarse de la universidad, la Fundación Real Madrid le ofreció un trabajo que lo trajo hasta China.

"El plan original era de seis meses, pero llevo aquí seis años", refiere Barrera. "Trabajé en Shenzhen y Guiyang, que son ciudades muy modernas y cómodas", recuerda.

Sin embargo, entrenar en la remota localidad de Zhaojue es una historia diferente.

"Nunca pensé que hubiera lugares como este en China", dijo. "Mi impresión era que el país estaba lleno de rascacielos y la gente vivía una vida muy próspera".

El condado de Zhaojue, donde trabaja ahora, está ubicado en el corazón de una de las 14 áreas afectadas por la pobreza en China. Todavía hay más de 30.000 personas con un ingreso anual medio inferior a 4.200 yuanes (unos 605 dólares).

Barrera y su compañero de trabajo Yin Jianlin viven en un departamento alquilado en un barrio antiguo, cercano al campo de fútbol, y comen en pequeños restaurantes.

Además de los fideos y los platos sofritos, ahora también se han acostumbrado a la barbacoa a las brasas local y los fines de semana toman cervezas con amigos de la etnia yi.

El equipo entrena cuatro horas al día y Barrera también debe comunicarse diariamente con Rafa Fernández, el director de capacitación con sede en Xichang, la capital de la prefectura, y discutir con él los planes de trabajo.

El proyecto de la Fundación Real Madrid en Zhaojue debe durar al menos tres años y su objetivo es formar a los jóvenes para que "jueguen con la cabeza", comenta Barrera a Xinhua.

"En los primeros 15 minutos del entrenamiento diario, a menudo me siento frustrado porque en un minuto parecen saber lo que se debe y no se debe hacer y al minuto siguiente se olvidan. Los niños no contaban con una verdadera capacitación profesional y necesitan más tiempo", refiere.

Aunque todavía queda un largo camino por recorrer para convertir a los jóvenes jugadores en un equipo profesional, el entrenador extranjero se siente movido por el trabajo duro de los alumnos y el respeto a los profesores. "Apenas se quejan de estar cansados. Los niños de la escuela primaria de Wawu son especialmente fuertes".

Aunque Barrera es estricto en el campo, a los chicos les gusta rodearlo y hacerle travesuras durante su descanso. Hoy, a los chicos les gusta decir "hola", "gracias" y "nos vemos mañana" en español. Al final del entrenamiento de cada día, juntos gritan "¡Hala Madrid!"

Tubi Bubu, de 12 años, es un niño pequeño e inteligente con una naturaleza tranquila. Jugando como mediocampista del equipo, tiene un buen control del balón y puede armar un ataque.

La visión de juego del lateral Giniu Muniu, de 11 años, es aún mejor. Además de la defensa y las asistencias, también está dispuesto a desafiar a los defensores del otro equipo.

Tubi Tubu, de 12 años, es el portero. Al ser el más alto del equipo, nunca le tiene miedo al delantero y siempre salva el inevitable gol.

Todos estos talentosos jugadores jóvenes provenían de familias pobres como la de Azuo Wule. Sin el fútbol, sus vidas serían muy diferentes.

"Solía pensar que jugar al fútbol era divertido, pero ahora creo que puede ser una oportunidad para cambiar mi destino", asegura Muniu. "Quiero ser un jugador profesional para que mis padres no tengan que trabajar tanto en el campo".

Wule también comparte el mismo pensamiento. "Quiero ser una estrella para poder apoyar a mi madre y a mi hermanita, dándoles buena comida y ropa", refiere.

"Entrenarlos para ser mejores jugadores es solo una cosa", opina Barrera. "Además, el deporte les da a los niños más opciones en el futuro. Es gratificante tener un buen trabajo y ayudar a los demás al mismo tiempo".

Además de Zhaojue, el proyecto de fútbol de la Fundación Real Madrid también cubrirá otros nueve condados en la prefectura de Liangshan, con la esperanza de que los niños vayan a España el próximo año para el torneo de fútbol juvenil de la Copa Internacional del Mediterránea.

A 17 kilómetros de distancia, Qubi Shigu todavía sigue entrenando a los estudiantes a su manera en la escuela primaria de Wawu. Wule, que había tenido allí su hogar desde el fallecimiento de su abuela, regresó durante el fin de semana libre.

En los últimos años, se han producido muchos cambios aquí: se está construyendo un nuevo dormitorio; llegaron cuatro nuevos maestros voluntarios; un sendero de barro se convirtió en un camino de cemento; maestros y niños plantaron granos de pimienta, papas, girasoles y rosas alpinas en granjas escolares y las familias de muchos estudiantes se despidieron de sus viejas casas de barro y se mudaron a nuevos apartamentos en la ciudad patrocinados por el Gobierno.

La reciente inversión gubernamental en infraestructura y educación también ha hecho que el número de consumidores de drogas en el área de Liangshan disminuya significativamente. La cifra se ha reducido a la mitad año tras año desde 2016, mientras el número de personas infectadas con VIH se recortó en un 24 por ciento interanual durante el mismo período.

"La educación es esencial para romper la transmisión de la pobreza entre generaciones", afirma Qubi Shigu. "Aquí hacemos del fútbol una forma de educación, tanto para el cuerpo como para la mente de los estudiantes".

En el techo de las aulas destaca el lema: "Hacer de las escuelas rurales un lugar de ensueño". "Siempre ha sido mi sueño traer un futuro mejor para nuestros niños y siempre lo será", asegura Qubi Shigu.

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