ESPECIAL: Tras expulsión de facto de EE.UU. periodista chino aun cree en la amistad y la bondad

Actualizado 2020-08-14 19:23:54 | Spanish. xinhuanet. com

Por Han Fang

BEIJING, 14 ago (Xinhua) -- Mientras tomaba fotos en Times Square en la víspera del Año Nuevo de 2020, grabando las celebraciones de personas provenientes de países de todo el mundo, no imaginé que dos meses después experimentaría un período tan caótico y desconcertante.

UN ADIÓS APRESURADO EN MEDIO DE LA PANDEMIA

A mediados de marzo, mi carrera de tres años como periodista se detuvo repentinamente debido a la expulsión disfrazada de 60 periodistas que ejercían en Estados Unidos, ordenada por el Departamento de Estado. Se nos exigió abandonar el país de inmediato.

Dado que el nuevo coronavirus iba en aumento y la cantidad de vuelos se redujo drásticamente, la embajada china intentó solicitar un período de gracia para nosotros, pero solo recibió una fría negativa del gobierno estadounidense.

En menos de una semana entregué mi trabajo, empaqué mi equipaje, rescindí el contrato de alquiler, cerré todas las cuentas y logré comprar un tiquete aéreo en Internet. Nunca pensé poder hacer todo ese agotador trabajo con tanta eficiencia.

En un momento en que la COVID-19 se estaba propagando rápidamente en Nueva York y en el resto de EE.UU., el equipo de protección médica escaseaba. En condiciones y tiempo limitados, la oficina regional de Xinhua en América del Norte trató de proporcionarnos máscaras, guantes y desinfectante, pero las gafas y la ropa protectora no se podían comprar en ninguna parte.

Un vuelo de más de 10 horas era sumamente arriesgado en ese momento debido a lo cerrado del espacio y sobre todo porque no contábamos con la protección adecuada. Tuvimos pánico durante todo el trayecto.

Después de llegar a Beijing, del aeropuerto fuimos a un lugar designado para el registro y un hotel adecuado para la cuarentena, finalmente entré en una habitación, dejé mi equipaje y me sentí totalmente exhausto, habían pasado casi 40 horas desde que salí de Nueva York.

ESFUERZOS COMO PERIODISTA

Ahora, después de asentarme, tengo el estado de ánimo y el tiempo suficientes para reflexionar sobre mis experiencias laborales en EE.UU. durante los últimos tres años.

Una pregunta sigue atormentándome: ¿qué hicimos exactamente mis colegas y yo que hizo que el gobierno de EE.UU. llegara a temernos y odiarnos y para que solo pudiera sentirse aliviado expulsándonos?

La relación entre China y EE.UU. es una de las más importantes y complejas del mundo. Me había preparado para un viaje difícil cuando fui destinado a Estados Unidos en 2017.

Sin embargo, nacido en la década de 1980 después de que China y Estados Unidos establecieran relaciones diplomáticas, crecí en la era de la reforma y apertura de China con la convicción de que la apertura, la inclusión y el desarrollo común son los temas principales del mundo actual, cuyo desarrollo tiene mucho que ver con con la cooperación entre Washington y Beijing.

Como periodista, observador y cronista de la historia, siempre me sentí lleno de una sensación de logro cuando se me dio la oportunidad de presentar una América real a los lectores a través de mis propios esfuerzos y profundizar el entendimiento y la comunicación entre los dos pueblos.

Estuve a cargo de editar y publicar fotografías de noticias registradas por mis colegas en Estados Unidos, cuyos temas iban desde las conferencias de prensa del presidente Donald Trump en la Casa Blanca hasta la Bolsa de Valores de Nueva York y los recientemente lanzados parques temáticos de Disney, que constituyen verdaderas momentos de la vida política, económica y social de Estados Unidos.

Mientras tanto, a menudo me ofrecía como voluntario para trabajar en la primera línea, usando mi propia cámara para grabar todos los aspectos de la sociedad estadounidense, y me habían impresionado una serie de historias que aprendí durante mis entrevistas.

En 2017, cuando China reanudó las importaciones de carne vacuna de Estados Unidos, que habían estado suspendidas durante 14 años debido a la enfermedad de las vacas locas, volé a los remotos estados de Nebraska y Iowa, pisando estiércol de vaca y desafiando la sangre de los animales, para fotografiar granjas de ganado, así como plantas de sacrificio y procesamiento.

A través de la cooperación con mis colegas en China utilicé una serie de fotos y videos para ilustrar cómo la carne de res estadounidense de alta calidad viajaba a través de los océanos y finalmente se servía en las mesas de los consumidores chinos.

En 2019 fui a Las Vegas para cubrir una reunión de ocho veteranos de los "Tigres Voladores" que ayudaron a China durante la Segunda Guerra Mundial, así como a sus familiares y amigos chinos. Fui testigo de cómo la amistad entre los dos países, que brotó del fuego y la sangre de la guerra, ha echado raíces y se ha transmitido a otros.

Durante los últimos tres años, mi percepción de Estados Unidos ha pasado de ser abstracta a concreta. Con las imágenes con las que traté, he llegado a simpatizar con los estadounidenses comunes y a impresionarme con los sentimientos comunes que compartimos.

He sido testigo de la alegría de los inversores cuando los mercados de valores alcanzan nuevos máximos, la ira de la gente por la injusticia social, el dolor de las familias de las víctimas de ataques terroristas o tiroteos y la felicidad de las reuniones familiares durante las celebraciones navideñas, etc.

¿Por qué todos ellos deben ser culpados y estigmatizados?

LA AMISTAD Y LA BONDAD AÚN SON MI ELECCIÓN

El destierro al que se enfrentan los periodistas chinos que trabajan en Estados Unidos es solo una muestra mínima de la actual relación entre China y Estados Unidos, que ha sido obstaculizada y saboteada por cierto grupo de personas. Algunos pesimistas describieron un panorama sombrío para las futuras relaciones bilaterales.

Sin embargo, recordando a la gente y los eventos que encontré durante los últimos tres años, puedo ver la luz al final del túnel incluso durante este tiempo oscuro.

Todavía recuerdo a Bill Pellett, de 70 años, un granjero de Iowa que se ha comprometido a producir carne de res de alta calidad y exportarla al mercado internacional. Él y su esposa son firmes partidarios de Trump, pero no están a favor de la guerra comercial que Washington lanzó contra China.

"Creo que es bueno que todos nos entendamos y compartamos los recursos que tenemos disponibles. Cada país... tiene diferentes recursos, necesitan comerciar para hacer del mundo un lugar mejor", opinó Pellett.

A menudo pienso en Edward Beneda, que vive en Santa Bárbara, California. Su padre, Glen Beneda, un veterano de los "Tigres Voladores" que murió más tarde en 2010, se salvó de morir porque pobladores de la provincia central china de Hubei lo rescataron después de que su avión se estrelló.

"Consideramos al pueblo chino como parte de nuestra familia. No me refiero solo a los que salvaron la vida de mi padre, sino que tenemos una relación muy profunda y fuerte con todo el pueblo chino", manifestó Beneda, quien a menudo va a los escuelas de Los Ángeles para mostrar el documental de los encuentros sostenidos por su padre en China.

También pienso en mi vecino en Nueva York, una ciudad en la que la mayoría de las personas están bastante aisladas unas de otras.

Un día, mi vecino se me acercó para discutir temas relacionados con Hong Kong y Xinjiang. Si bien no pudimos ponernos de acuerdo en muchas cosas, también aclaramos muchos malentendidos. Después de enterarse de que dejaría Estados Unidos pronto, llevó a toda su familia a mi apartamento para despedirse a pesar de la pandemia y me dio una tarjeta hecha a mano.

Por estas personas e incidentes inolvidables, no permitiré que el odio se apodere de mí, aunque la expulsión, un importante revés profesional, me ha traumatizado. Todavía creo en el poder de la amistad y estoy convencido de que la bondad triunfará.

También en marzo, en respuesta a la represión contra los medios de comunicación chinos infundada por la Casa Blanca, China emitió contramedidas para reducir el número de corresponsales extranjeros que los medios de comunicación estadounidenses tenían en China.

Para entonces, la pandemia de COVID-19 estaba alcanzando su punto máximo en Estados Unidos y algunos especularon con que China tomaría represalias con las mismas medidas y pediría a los periodistas estadounidenses privados de permisos de trabajo empacar y salir del país de inmediato.

Pero el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo: "Sobre cuándo dejarán el país ... también tomamos en consideración la situación en el terreno, incluida la epidemia de COVID-19. China será más razonable y manejará su salida de una manera más humana".

No sé si mis colegas estadounidenses ya se han ido. Deseo su bienestar, ya sea que estén en proceso de salida o ya estén en su país de origen. También espero que puedan conservar sus buenos recuerdos de China y tengan la oportunidad de regresar.

(Han Fang trabajó en la oficina regional de América del Norte de la Agencia de Noticias Xinhua como editor de fotografía)

 
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ESPECIAL: Tras expulsión de facto de EE.UU. periodista chino aun cree en la amistad y la bondad

Spanish.xinhuanet.com 2020-08-14 19:23:54

Por Han Fang

BEIJING, 14 ago (Xinhua) -- Mientras tomaba fotos en Times Square en la víspera del Año Nuevo de 2020, grabando las celebraciones de personas provenientes de países de todo el mundo, no imaginé que dos meses después experimentaría un período tan caótico y desconcertante.

UN ADIÓS APRESURADO EN MEDIO DE LA PANDEMIA

A mediados de marzo, mi carrera de tres años como periodista se detuvo repentinamente debido a la expulsión disfrazada de 60 periodistas que ejercían en Estados Unidos, ordenada por el Departamento de Estado. Se nos exigió abandonar el país de inmediato.

Dado que el nuevo coronavirus iba en aumento y la cantidad de vuelos se redujo drásticamente, la embajada china intentó solicitar un período de gracia para nosotros, pero solo recibió una fría negativa del gobierno estadounidense.

En menos de una semana entregué mi trabajo, empaqué mi equipaje, rescindí el contrato de alquiler, cerré todas las cuentas y logré comprar un tiquete aéreo en Internet. Nunca pensé poder hacer todo ese agotador trabajo con tanta eficiencia.

En un momento en que la COVID-19 se estaba propagando rápidamente en Nueva York y en el resto de EE.UU., el equipo de protección médica escaseaba. En condiciones y tiempo limitados, la oficina regional de Xinhua en América del Norte trató de proporcionarnos máscaras, guantes y desinfectante, pero las gafas y la ropa protectora no se podían comprar en ninguna parte.

Un vuelo de más de 10 horas era sumamente arriesgado en ese momento debido a lo cerrado del espacio y sobre todo porque no contábamos con la protección adecuada. Tuvimos pánico durante todo el trayecto.

Después de llegar a Beijing, del aeropuerto fuimos a un lugar designado para el registro y un hotel adecuado para la cuarentena, finalmente entré en una habitación, dejé mi equipaje y me sentí totalmente exhausto, habían pasado casi 40 horas desde que salí de Nueva York.

ESFUERZOS COMO PERIODISTA

Ahora, después de asentarme, tengo el estado de ánimo y el tiempo suficientes para reflexionar sobre mis experiencias laborales en EE.UU. durante los últimos tres años.

Una pregunta sigue atormentándome: ¿qué hicimos exactamente mis colegas y yo que hizo que el gobierno de EE.UU. llegara a temernos y odiarnos y para que solo pudiera sentirse aliviado expulsándonos?

La relación entre China y EE.UU. es una de las más importantes y complejas del mundo. Me había preparado para un viaje difícil cuando fui destinado a Estados Unidos en 2017.

Sin embargo, nacido en la década de 1980 después de que China y Estados Unidos establecieran relaciones diplomáticas, crecí en la era de la reforma y apertura de China con la convicción de que la apertura, la inclusión y el desarrollo común son los temas principales del mundo actual, cuyo desarrollo tiene mucho que ver con con la cooperación entre Washington y Beijing.

Como periodista, observador y cronista de la historia, siempre me sentí lleno de una sensación de logro cuando se me dio la oportunidad de presentar una América real a los lectores a través de mis propios esfuerzos y profundizar el entendimiento y la comunicación entre los dos pueblos.

Estuve a cargo de editar y publicar fotografías de noticias registradas por mis colegas en Estados Unidos, cuyos temas iban desde las conferencias de prensa del presidente Donald Trump en la Casa Blanca hasta la Bolsa de Valores de Nueva York y los recientemente lanzados parques temáticos de Disney, que constituyen verdaderas momentos de la vida política, económica y social de Estados Unidos.

Mientras tanto, a menudo me ofrecía como voluntario para trabajar en la primera línea, usando mi propia cámara para grabar todos los aspectos de la sociedad estadounidense, y me habían impresionado una serie de historias que aprendí durante mis entrevistas.

En 2017, cuando China reanudó las importaciones de carne vacuna de Estados Unidos, que habían estado suspendidas durante 14 años debido a la enfermedad de las vacas locas, volé a los remotos estados de Nebraska y Iowa, pisando estiércol de vaca y desafiando la sangre de los animales, para fotografiar granjas de ganado, así como plantas de sacrificio y procesamiento.

A través de la cooperación con mis colegas en China utilicé una serie de fotos y videos para ilustrar cómo la carne de res estadounidense de alta calidad viajaba a través de los océanos y finalmente se servía en las mesas de los consumidores chinos.

En 2019 fui a Las Vegas para cubrir una reunión de ocho veteranos de los "Tigres Voladores" que ayudaron a China durante la Segunda Guerra Mundial, así como a sus familiares y amigos chinos. Fui testigo de cómo la amistad entre los dos países, que brotó del fuego y la sangre de la guerra, ha echado raíces y se ha transmitido a otros.

Durante los últimos tres años, mi percepción de Estados Unidos ha pasado de ser abstracta a concreta. Con las imágenes con las que traté, he llegado a simpatizar con los estadounidenses comunes y a impresionarme con los sentimientos comunes que compartimos.

He sido testigo de la alegría de los inversores cuando los mercados de valores alcanzan nuevos máximos, la ira de la gente por la injusticia social, el dolor de las familias de las víctimas de ataques terroristas o tiroteos y la felicidad de las reuniones familiares durante las celebraciones navideñas, etc.

¿Por qué todos ellos deben ser culpados y estigmatizados?

LA AMISTAD Y LA BONDAD AÚN SON MI ELECCIÓN

El destierro al que se enfrentan los periodistas chinos que trabajan en Estados Unidos es solo una muestra mínima de la actual relación entre China y Estados Unidos, que ha sido obstaculizada y saboteada por cierto grupo de personas. Algunos pesimistas describieron un panorama sombrío para las futuras relaciones bilaterales.

Sin embargo, recordando a la gente y los eventos que encontré durante los últimos tres años, puedo ver la luz al final del túnel incluso durante este tiempo oscuro.

Todavía recuerdo a Bill Pellett, de 70 años, un granjero de Iowa que se ha comprometido a producir carne de res de alta calidad y exportarla al mercado internacional. Él y su esposa son firmes partidarios de Trump, pero no están a favor de la guerra comercial que Washington lanzó contra China.

"Creo que es bueno que todos nos entendamos y compartamos los recursos que tenemos disponibles. Cada país... tiene diferentes recursos, necesitan comerciar para hacer del mundo un lugar mejor", opinó Pellett.

A menudo pienso en Edward Beneda, que vive en Santa Bárbara, California. Su padre, Glen Beneda, un veterano de los "Tigres Voladores" que murió más tarde en 2010, se salvó de morir porque pobladores de la provincia central china de Hubei lo rescataron después de que su avión se estrelló.

"Consideramos al pueblo chino como parte de nuestra familia. No me refiero solo a los que salvaron la vida de mi padre, sino que tenemos una relación muy profunda y fuerte con todo el pueblo chino", manifestó Beneda, quien a menudo va a los escuelas de Los Ángeles para mostrar el documental de los encuentros sostenidos por su padre en China.

También pienso en mi vecino en Nueva York, una ciudad en la que la mayoría de las personas están bastante aisladas unas de otras.

Un día, mi vecino se me acercó para discutir temas relacionados con Hong Kong y Xinjiang. Si bien no pudimos ponernos de acuerdo en muchas cosas, también aclaramos muchos malentendidos. Después de enterarse de que dejaría Estados Unidos pronto, llevó a toda su familia a mi apartamento para despedirse a pesar de la pandemia y me dio una tarjeta hecha a mano.

Por estas personas e incidentes inolvidables, no permitiré que el odio se apodere de mí, aunque la expulsión, un importante revés profesional, me ha traumatizado. Todavía creo en el poder de la amistad y estoy convencido de que la bondad triunfará.

También en marzo, en respuesta a la represión contra los medios de comunicación chinos infundada por la Casa Blanca, China emitió contramedidas para reducir el número de corresponsales extranjeros que los medios de comunicación estadounidenses tenían en China.

Para entonces, la pandemia de COVID-19 estaba alcanzando su punto máximo en Estados Unidos y algunos especularon con que China tomaría represalias con las mismas medidas y pediría a los periodistas estadounidenses privados de permisos de trabajo empacar y salir del país de inmediato.

Pero el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo: "Sobre cuándo dejarán el país ... también tomamos en consideración la situación en el terreno, incluida la epidemia de COVID-19. China será más razonable y manejará su salida de una manera más humana".

No sé si mis colegas estadounidenses ya se han ido. Deseo su bienestar, ya sea que estén en proceso de salida o ya estén en su país de origen. También espero que puedan conservar sus buenos recuerdos de China y tengan la oportunidad de regresar.

(Han Fang trabajó en la oficina regional de América del Norte de la Agencia de Noticias Xinhua como editor de fotografía)

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