COMENTARIO: La lucha mundial contra la pandemia no debería ser secuestrada por políticos miopes

Actualizado 2020-08-11 17:06:35 | Spanish. xinhuanet. com

BEIJING, 11 ago (Xinhua) -- Los casos mundiales de COVID-19 superaron los 20 millones hoy martes, según la Universidad Johns Hopkins, lo que supone que los contagios se han duplicado en 45 días.

Con la vacuna todavía fuera del alcance y récords diarios de casos en muchos países a lo largo de las últimas semanas, el camino hacia la victoria sobre la COVID-19 sigue siendo tenebroso y la lucha, ardua.

Sin embargo, pese a ser desalentadora, la nueva cifra de casos totales ha dejado, al menos y una vez más, dos grandes lecciones a la comunidad internacional.

Una de ellas es que la trabajosa lucha mundial contra la pandemia no debería ser secuestrada por los beneficios políticos e intereses económicos a corto plazo.

En Estados Unidos, epicentro mundial de la COVID-19 desde abril, los casos mundiales superan ya los cinco millones y siguen subiendo.

Se le puede echar la culpa a la falta de conocimiento sobre este virus desconocido hasta ahora. Sin embargo, la Administración estadounidense, cuya máxima prioridad en este momento parece ser garantizar su reelección en noviembre, debería ser también considerada responsable por comprometer la salud pública en aras del desempeño económico a corto plazo.

"Los científicos pueden aportar pruebas, pero actuar según esas pruebas requiere voluntad política", comentó el diario británico "The Guardian". Pese a las alertas reiteradas de multitud de expertos, Washington ha demostrado desafortunadamente que le falta esa voluntad política.

Los cierres y las cuarentenas interrumpen e incluso paralizan las actividades empresariales y la vida social normales, y utilizar mascarillas dificulta la respiración. Pero como dice el refrán, "no hay mal que por bien no venga".

La experiencia de China contra la pandemia ha demostrado que tomar medidas holísticas, con la realización masiva de pruebas, cierres adaptados a cada región y coordinación a nivel nacional, han ayudado a contener la propagación del virus y, así, a garantizar la recuperación económica.

La segunda lección es que la comunidad internacional no debería permitir que el combate de primer orden contra la pandemia sea secuestrado por el proteccionismo ni el unilateralismo.

Frente a este de tipo de pandemias que ocurren una vez en un siglo, ningún país puede lograr solo la victoria total. Esto significa que el triunfo definitivo solo es posible si todo el mundo trabaja unido.

El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo en la 73ª sesión de la Asamblea Mundial de la Salud: "Hemos visto alguna solidaridad, pero muy poca unidad, en nuestra respuesta a la COVID-19". La comunidad mundial, por tanto, debería reforzar esa unidad que tanto se necesita.

Para empezar, se necesita una respuesta coordinada a nivel mundial en la lucha conjunta contra la pandemia.

Los Gobiernos de todo el mundo deben agotar todas las vías posibles para cortar las cadenas transfronterizas de transmisión del patógeno, reforzar el intercambio de experiencias antipandémicas y otra información útil, y mejorar la cooperación en cuanto a rastreo de virus, así como la investigación y el desarrollo de vacunas de forma científica e inclusiva.

Al mismo tiempo, deberían rechazar la politización del brote y la estigmatización de otros, ya que solo perjudican la valiosa solidaridad mundial que la sociedad necesita para superar esta crisis de salud pública sin precedentes.

Se necesita además coordinación internacional para impulsar una recuperación económica mundial sólida. El proteccionismo y el unilateralismo no harán más que erigir barreras y generar factores de incertidumbre y división.

La comunidad internacional debería además aunar esfuerzos para mejorar el sistema de gobernanza mundial más allá de la pandemia. Hay que diseñar un mecanismo de control y prevención conjunto no solo para crisis de salud pública, sino también para otros retos que pueda encarar el ser humano en el futuro.

Los intereses políticos o económicos a corto plazo son quizás tentadores y las medidas proteccionistas pueden suponer a veces un respiro temporal, pero perjudicarán de forma indiscriminada los intereses esenciales y a largo plazo del ser humano en su conjunto.

La pandemia de COVID-19 no es la primera crisis mundial que pone al hombre a prueba, y no será con certeza la última. Todos los países deberían demostrar sensatez y aprender, esta vez, de las importantes lecciones que nos deja.

 
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COMENTARIO: La lucha mundial contra la pandemia no debería ser secuestrada por políticos miopes

Spanish.xinhuanet.com 2020-08-11 17:06:35

BEIJING, 11 ago (Xinhua) -- Los casos mundiales de COVID-19 superaron los 20 millones hoy martes, según la Universidad Johns Hopkins, lo que supone que los contagios se han duplicado en 45 días.

Con la vacuna todavía fuera del alcance y récords diarios de casos en muchos países a lo largo de las últimas semanas, el camino hacia la victoria sobre la COVID-19 sigue siendo tenebroso y la lucha, ardua.

Sin embargo, pese a ser desalentadora, la nueva cifra de casos totales ha dejado, al menos y una vez más, dos grandes lecciones a la comunidad internacional.

Una de ellas es que la trabajosa lucha mundial contra la pandemia no debería ser secuestrada por los beneficios políticos e intereses económicos a corto plazo.

En Estados Unidos, epicentro mundial de la COVID-19 desde abril, los casos mundiales superan ya los cinco millones y siguen subiendo.

Se le puede echar la culpa a la falta de conocimiento sobre este virus desconocido hasta ahora. Sin embargo, la Administración estadounidense, cuya máxima prioridad en este momento parece ser garantizar su reelección en noviembre, debería ser también considerada responsable por comprometer la salud pública en aras del desempeño económico a corto plazo.

"Los científicos pueden aportar pruebas, pero actuar según esas pruebas requiere voluntad política", comentó el diario británico "The Guardian". Pese a las alertas reiteradas de multitud de expertos, Washington ha demostrado desafortunadamente que le falta esa voluntad política.

Los cierres y las cuarentenas interrumpen e incluso paralizan las actividades empresariales y la vida social normales, y utilizar mascarillas dificulta la respiración. Pero como dice el refrán, "no hay mal que por bien no venga".

La experiencia de China contra la pandemia ha demostrado que tomar medidas holísticas, con la realización masiva de pruebas, cierres adaptados a cada región y coordinación a nivel nacional, han ayudado a contener la propagación del virus y, así, a garantizar la recuperación económica.

La segunda lección es que la comunidad internacional no debería permitir que el combate de primer orden contra la pandemia sea secuestrado por el proteccionismo ni el unilateralismo.

Frente a este de tipo de pandemias que ocurren una vez en un siglo, ningún país puede lograr solo la victoria total. Esto significa que el triunfo definitivo solo es posible si todo el mundo trabaja unido.

El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo en la 73ª sesión de la Asamblea Mundial de la Salud: "Hemos visto alguna solidaridad, pero muy poca unidad, en nuestra respuesta a la COVID-19". La comunidad mundial, por tanto, debería reforzar esa unidad que tanto se necesita.

Para empezar, se necesita una respuesta coordinada a nivel mundial en la lucha conjunta contra la pandemia.

Los Gobiernos de todo el mundo deben agotar todas las vías posibles para cortar las cadenas transfronterizas de transmisión del patógeno, reforzar el intercambio de experiencias antipandémicas y otra información útil, y mejorar la cooperación en cuanto a rastreo de virus, así como la investigación y el desarrollo de vacunas de forma científica e inclusiva.

Al mismo tiempo, deberían rechazar la politización del brote y la estigmatización de otros, ya que solo perjudican la valiosa solidaridad mundial que la sociedad necesita para superar esta crisis de salud pública sin precedentes.

Se necesita además coordinación internacional para impulsar una recuperación económica mundial sólida. El proteccionismo y el unilateralismo no harán más que erigir barreras y generar factores de incertidumbre y división.

La comunidad internacional debería además aunar esfuerzos para mejorar el sistema de gobernanza mundial más allá de la pandemia. Hay que diseñar un mecanismo de control y prevención conjunto no solo para crisis de salud pública, sino también para otros retos que pueda encarar el ser humano en el futuro.

Los intereses políticos o económicos a corto plazo son quizás tentadores y las medidas proteccionistas pueden suponer a veces un respiro temporal, pero perjudicarán de forma indiscriminada los intereses esenciales y a largo plazo del ser humano en su conjunto.

La pandemia de COVID-19 no es la primera crisis mundial que pone al hombre a prueba, y no será con certeza la última. Todos los países deberían demostrar sensatez y aprender, esta vez, de las importantes lecciones que nos deja.

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