ESPECIAL: Brasil promueve red solidaria que distribuye productos orgánicos entre los más pobres ante la pandemia

Actualizado 2020-08-01 09:13:01 | Spanish. xinhuanet. com

RÍO DE JANEIRO, 31 jul (Xinhua) -- Frutas, legumbres y verduras orgánicas, generalmente más caras que los mismos productos con agrotóxicos, pasaron a estar presentes en las mesas de centenares de familias pobres de Río de Janeiro, Sao Paulo y Florianópolis gracias a una iniciativa solidaria lanzada durante la pandemia de COVID-19.

Bautizado como Orgánico Solidario, el proyecto nació con la intención de llevar comida orgánica a familias vulnerables como complemento de su cesta básica tradicional, en distintas favelas de Río de Janeiro y seis municipios de su empobrecido suburbio, conocido como "Baixada Fluminense".

"Es una iniciativa que nació con las medidas de aislamiento social y la prohibición de realizar los tradicionales mercadillos de comida. Junto con un grupo de amigos que estamos dentro de la cadena orgánica, quisimos ayudar a quien produce alimentos sin veneno a encontrar una salida para su producción en un momento tan difícil como este", explicó a Xinhua Rodrigo Medeiros, uno de los líderes del proyecto.

Agricultores orgánicos, junto con operadores locales en cada región atendida, recogen los productos del huerto, montan las cestas y las entregan posteriormente, todo a un precio de coste. Junto con proyectos y organizaciones sociales reconocidas, se hace la distribución de las cestas en comunidades y favelas carentes, para las familias que más lo necesitan.

"Sin la posibilidad de vender en los mercadillos, pensamos que una buena opción antes de lanzar la comida sería entregarla a los más necesitados, para darles dignidad, que mejoren su alimentación y nutrición, principalmente los más pequeños. Y así ayudamos a democratizar el acceso a los alimentos orgánicos, que todo el mundo debería comer siempre, sin el veneno en forma de agrotóxicos que llevan los otros", agregó Medeiros.

La iniciativa destina semanalmente centenares de cestas de comida con frutas, legumbres y verduras que son producidas por una red de agricultores orgánicos, que también sufrieron el impacto de la COVID-19 al no poder vender sus productos.

"Este proyecto fue posible porque logramos negociar directamente con los productores orgánicos. El precio de mercado de una cesta orgánica es de entre 110 y 150 reales (entre 21 y 28 dólares), aunque conseguimos establecer un precio mínimo, apenas para cubrir costes, de 45 reales (8,6 dólares) por cesta", explicó Medeiros.

El proyecto cuenta además con la participación del Instituto Phi, vinculado a proyectos sociales de ayuda a los más desfavorecidos, y de ciudadanos o empresas que hacen las donaciones.

Cada 45 reales recaudados se entrega una cesta con 6 kilos que contiene 14 productos entre frutas, verduras y legumbres orgánicos. La cesta se entrega a una familia en situación de vulnerabilidad. El valor de la donación mínima de 45 reales corresponde apenas a los costes que suponen la producción, el montar la cesta y entregarla.

Aunque inicialmente el proyecto empezó en Río de Janeiro, se expandió en pocas semanas a otras ciudades como Sao Paulo y Florianópolis (sur), donde la iniciativa también ha adquirido una gran notoriedad y ha favorecido a centenares de familias carentes.

Desde que nació la propuesta, se recaudaron cerca de 1,2 millones de reales (unos 230.000 dólares), que permitieron entregar 26.269 cestas de comida orgánica, o 158 toneladas de alimentos orgánicos, a familias de 72 comunidades pobres, en una cadena en la que participan medio centenar de productores rurales y 27 organizaciones sociales.

Con la flexibilización del aislamiento social y el regreso de los mercadillos callejeros para vender comida, la ida ahora de los líderes del proyecto es no depender apenas de la recaudación de recursos.

"En Brasil, la filantropía no se ve como una visión estratégica, las personas no están acostumbradas a compartir dinero. Es por esto que la mayoría de las campañas de donaciones siempre son de emergencia, durante poco tiempo", lamentó Medeiros.

Una de las intenciones es crear un sello orgánico para las empresas que colaboren en el proyecto, lo que puede suponer garantizar un porcentual de la venta. Los fundadores de la propuesta también quieren crear una plataforma para conectar productores con clientes que se convirtieron en consumidores de orgánicos tras esta iniciativa.

"Nuestro objetivo siempre será alimentar las personas más pobres. Cualquier ingreso o aportación que recibamos tendrá como prioridad fortalecer y ampliar este consumo", concluyó Medeiros.

 
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ESPECIAL: Brasil promueve red solidaria que distribuye productos orgánicos entre los más pobres ante la pandemia

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RÍO DE JANEIRO, 31 jul (Xinhua) -- Frutas, legumbres y verduras orgánicas, generalmente más caras que los mismos productos con agrotóxicos, pasaron a estar presentes en las mesas de centenares de familias pobres de Río de Janeiro, Sao Paulo y Florianópolis gracias a una iniciativa solidaria lanzada durante la pandemia de COVID-19.

Bautizado como Orgánico Solidario, el proyecto nació con la intención de llevar comida orgánica a familias vulnerables como complemento de su cesta básica tradicional, en distintas favelas de Río de Janeiro y seis municipios de su empobrecido suburbio, conocido como "Baixada Fluminense".

"Es una iniciativa que nació con las medidas de aislamiento social y la prohibición de realizar los tradicionales mercadillos de comida. Junto con un grupo de amigos que estamos dentro de la cadena orgánica, quisimos ayudar a quien produce alimentos sin veneno a encontrar una salida para su producción en un momento tan difícil como este", explicó a Xinhua Rodrigo Medeiros, uno de los líderes del proyecto.

Agricultores orgánicos, junto con operadores locales en cada región atendida, recogen los productos del huerto, montan las cestas y las entregan posteriormente, todo a un precio de coste. Junto con proyectos y organizaciones sociales reconocidas, se hace la distribución de las cestas en comunidades y favelas carentes, para las familias que más lo necesitan.

"Sin la posibilidad de vender en los mercadillos, pensamos que una buena opción antes de lanzar la comida sería entregarla a los más necesitados, para darles dignidad, que mejoren su alimentación y nutrición, principalmente los más pequeños. Y así ayudamos a democratizar el acceso a los alimentos orgánicos, que todo el mundo debería comer siempre, sin el veneno en forma de agrotóxicos que llevan los otros", agregó Medeiros.

La iniciativa destina semanalmente centenares de cestas de comida con frutas, legumbres y verduras que son producidas por una red de agricultores orgánicos, que también sufrieron el impacto de la COVID-19 al no poder vender sus productos.

"Este proyecto fue posible porque logramos negociar directamente con los productores orgánicos. El precio de mercado de una cesta orgánica es de entre 110 y 150 reales (entre 21 y 28 dólares), aunque conseguimos establecer un precio mínimo, apenas para cubrir costes, de 45 reales (8,6 dólares) por cesta", explicó Medeiros.

El proyecto cuenta además con la participación del Instituto Phi, vinculado a proyectos sociales de ayuda a los más desfavorecidos, y de ciudadanos o empresas que hacen las donaciones.

Cada 45 reales recaudados se entrega una cesta con 6 kilos que contiene 14 productos entre frutas, verduras y legumbres orgánicos. La cesta se entrega a una familia en situación de vulnerabilidad. El valor de la donación mínima de 45 reales corresponde apenas a los costes que suponen la producción, el montar la cesta y entregarla.

Aunque inicialmente el proyecto empezó en Río de Janeiro, se expandió en pocas semanas a otras ciudades como Sao Paulo y Florianópolis (sur), donde la iniciativa también ha adquirido una gran notoriedad y ha favorecido a centenares de familias carentes.

Desde que nació la propuesta, se recaudaron cerca de 1,2 millones de reales (unos 230.000 dólares), que permitieron entregar 26.269 cestas de comida orgánica, o 158 toneladas de alimentos orgánicos, a familias de 72 comunidades pobres, en una cadena en la que participan medio centenar de productores rurales y 27 organizaciones sociales.

Con la flexibilización del aislamiento social y el regreso de los mercadillos callejeros para vender comida, la ida ahora de los líderes del proyecto es no depender apenas de la recaudación de recursos.

"En Brasil, la filantropía no se ve como una visión estratégica, las personas no están acostumbradas a compartir dinero. Es por esto que la mayoría de las campañas de donaciones siempre son de emergencia, durante poco tiempo", lamentó Medeiros.

Una de las intenciones es crear un sello orgánico para las empresas que colaboren en el proyecto, lo que puede suponer garantizar un porcentual de la venta. Los fundadores de la propuesta también quieren crear una plataforma para conectar productores con clientes que se convirtieron en consumidores de orgánicos tras esta iniciativa.

"Nuestro objetivo siempre será alimentar las personas más pobres. Cualquier ingreso o aportación que recibamos tendrá como prioridad fortalecer y ampliar este consumo", concluyó Medeiros.

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