ESPECIAL: Cuba apela a la agricultura urbana y fomenta cultura del autoabastecimiento

Actualizado 2020-07-05 23:25:27 | Spanish. xinhuanet. com

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LA HABANA, 5 julio, 2020 (Xinhua) -- Imagen del 3 de julio de 2020 del agricultor Angel Hernández portando una mascarilla mientras trabaja en uno de sus canteros en el patio de su casa en La Habana, capital de Cuba. Angel Hernández ha encontrado una verdadera fuente de alimentos para su familia y sus vecinos. En un centenar de metros cuadrados, Hernández, un ex militar de 74 años, cultiva con esmero tomates, frijoles, plátanos, maíz, limones, vegetales y varias frutas, con los que dice garantiza el 60 por ciento de la alimentación de su familia y regala el resto a sus vecinos. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 5 jul (Xinhua) -- En el patio de su casa en un céntrico barrio de La Habana, Ángel Hernández ha encontrado una verdadera fuente de alimentos para su familia y sus vecinos.

En un centenar de metros cuadrados, Hernández, un ex militar de 74 años, cultiva con esmero tomates, frijoles, plátanos, maíz, limones, vegetales y varias frutas, con los que dice garantiza el 60 por ciento de la alimentación de la familia.

El singular agricultor responde así al llamado gubernamental de producir alimentos, en cualquier espacio de las áreas urbanas, incluidos patios y balcones.

"Esto no será una solución grande a largo plazo, pero sí es una gran ayuda que mitiga y al mismo tiempo ayuda al país a sobrevivir", aseguró a Xinhua mientras trabajaba en uno de sus canteros improvisados con botellas vacías.

Cuba importa cada año unos 2.000 millones de dólares en alimentos, además de suministros agrícolas como fertilizantes y alimento animal, una factura que las autoridades insisten puede ser reducida de manera sensible con la producción local.

Hernández, quien no vende sus producciones sino que las utiliza en el autoconsumo y regala el resto a los vecinos, promueve en la comunidad la extensión de experiencias similares, para lo que se apoya en su hija Tamara, quien es dirigente de una organización barrial.

"Siempre convocamos a todos nuestros vecinos a que se sumen a esta tarea, que tengan en sus patios, por muy difíciles que sean, algunas plantas que podamos cosechar", afirmó la mujer de 50 años y madre de tres hijos.

Comentó que hace unos días reunieron a todos los líderes de la zona para mostrarles el éxito del proyecto agroalimentario de la familia, y entregaron semillas y ofrecieron asesoría técnica a aquellos que se animen a crear su área de autoconsumo.

La isla tiene una larga experiencia en esos proyectos, e incluso posee desde 1997 un Programa Nacional de Agricultura urbana, suburbana y familiar que dirige el Ministerio de la Agricultura (Minagri).

Ese novedoso programa incluye el empleo del humus de lombriz para mejorar los suelos y el uso de bioplaguicidas para reemplazar las importaciones.

El recrudecimiento del bloqueo que desde hace más de medio siglo mantiene Estados Unidos contra la isla, y que redujo drásticamente las importaciones cubanas, ha obligado a potenciar de nuevo ese programa que en la actualidad tiene en producción más de 6.500 hectáreas.

El Minagri prevé recuperar para fines de este año más de 8.300 hectáreas y llegar a más de 10.000 en 2025 y a unas 11.200 en 2030.

Hace unos días, el titular del Minagri, Gustavo Rodríguez, afirmó en un programa de televisión que como parte de las nuevas medidas de enfrentamiento a la COVID-19, el país fomentará aún más la agricultura urbana, suburbana y familiar.

Y desde su pequeña parcela, Hernández está convencido de que la isla puede disminuir la dependencia alimentaria del exterior, pero asegura que es necesario trabajar duro para crear una cultura del autoabastecimiento.

"Hay que sembrar dondequiera que se pueda para garantizar los alimentos y hacer renacer una centenaria tradición de nuestros campesinos", señaló.

En el empeño de aumentar las producciones sin apelar a sustancias químicas, Hernández también recoge los desechos de las plantas, ramas y tallos rotos, los que acumula en un rincón del patio para después de degradados utilizarlos como abono orgánico.

Comprometido "hasta el tuétano" con la Revolución Cubana, Hernández sale cada día a trabajar en su patio, sin saber que hoy está enfrascado en una verdadera Revolución Verde que se asoma en las ciudades de Cuba.

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LA HABANA, 5 julio, 2020 (Xinhua) -- Imagen del 3 de julio de 2020 del agricultor Angel Hernández portando una mascarilla mientras trabaja en uno de sus canteros en el patio de su casa en La Habana, capital de Cuba. Angel Hernández ha encontrado una verdadera fuente de alimentos para su familia y sus vecinos. En un centenar de metros cuadrados, Hernández, un ex militar de 74 años, cultiva con esmero tomates, frijoles, plátanos, maíz, limones, vegetales y varias frutas, con los que dice garantiza el 60 por ciento de la alimentación de su familia y regala el resto a sus vecinos. (Xinhua/Joaquín Hernández)

Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 5 jul (Xinhua) -- En el patio de su casa en un céntrico barrio de La Habana, Ángel Hernández ha encontrado una verdadera fuente de alimentos para su familia y sus vecinos.

En un centenar de metros cuadrados, Hernández, un ex militar de 74 años, cultiva con esmero tomates, frijoles, plátanos, maíz, limones, vegetales y varias frutas, con los que dice garantiza el 60 por ciento de la alimentación de la familia.

El singular agricultor responde así al llamado gubernamental de producir alimentos, en cualquier espacio de las áreas urbanas, incluidos patios y balcones.

"Esto no será una solución grande a largo plazo, pero sí es una gran ayuda que mitiga y al mismo tiempo ayuda al país a sobrevivir", aseguró a Xinhua mientras trabajaba en uno de sus canteros improvisados con botellas vacías.

Cuba importa cada año unos 2.000 millones de dólares en alimentos, además de suministros agrícolas como fertilizantes y alimento animal, una factura que las autoridades insisten puede ser reducida de manera sensible con la producción local.

Hernández, quien no vende sus producciones sino que las utiliza en el autoconsumo y regala el resto a los vecinos, promueve en la comunidad la extensión de experiencias similares, para lo que se apoya en su hija Tamara, quien es dirigente de una organización barrial.

"Siempre convocamos a todos nuestros vecinos a que se sumen a esta tarea, que tengan en sus patios, por muy difíciles que sean, algunas plantas que podamos cosechar", afirmó la mujer de 50 años y madre de tres hijos.

Comentó que hace unos días reunieron a todos los líderes de la zona para mostrarles el éxito del proyecto agroalimentario de la familia, y entregaron semillas y ofrecieron asesoría técnica a aquellos que se animen a crear su área de autoconsumo.

La isla tiene una larga experiencia en esos proyectos, e incluso posee desde 1997 un Programa Nacional de Agricultura urbana, suburbana y familiar que dirige el Ministerio de la Agricultura (Minagri).

Ese novedoso programa incluye el empleo del humus de lombriz para mejorar los suelos y el uso de bioplaguicidas para reemplazar las importaciones.

El recrudecimiento del bloqueo que desde hace más de medio siglo mantiene Estados Unidos contra la isla, y que redujo drásticamente las importaciones cubanas, ha obligado a potenciar de nuevo ese programa que en la actualidad tiene en producción más de 6.500 hectáreas.

El Minagri prevé recuperar para fines de este año más de 8.300 hectáreas y llegar a más de 10.000 en 2025 y a unas 11.200 en 2030.

Hace unos días, el titular del Minagri, Gustavo Rodríguez, afirmó en un programa de televisión que como parte de las nuevas medidas de enfrentamiento a la COVID-19, el país fomentará aún más la agricultura urbana, suburbana y familiar.

Y desde su pequeña parcela, Hernández está convencido de que la isla puede disminuir la dependencia alimentaria del exterior, pero asegura que es necesario trabajar duro para crear una cultura del autoabastecimiento.

"Hay que sembrar dondequiera que se pueda para garantizar los alimentos y hacer renacer una centenaria tradición de nuestros campesinos", señaló.

En el empeño de aumentar las producciones sin apelar a sustancias químicas, Hernández también recoge los desechos de las plantas, ramas y tallos rotos, los que acumula en un rincón del patio para después de degradados utilizarlos como abono orgánico.

Comprometido "hasta el tuétano" con la Revolución Cubana, Hernández sale cada día a trabajar en su patio, sin saber que hoy está enfrascado en una verdadera Revolución Verde que se asoma en las ciudades de Cuba.

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