COMENTARIO: Cómo la única superpotencia mundial se convirtió en el epicentro de la pandemia

Actualizado 2020-05-06 13:52:43 | Spanish. xinhuanet. com

BEIJING, 6 may (Xinhua) -- En una jugada desgarradora, el gobierno federal de EE. UU. ordenó recientemente la compra de 100.000 nuevos sacos para cadáveres al temer el "peor de los casos", ya que la pandemia de coronavirus continúa asolando a Estados Unidos.

La situación en lo que ahora es el epicentro mundial de la pandemia ya se ha vuelto completamente calamitosa, con más de 1,2 millones de infectados y cerca de 70.000 muertes hasta el momento. El último pedido, de bolsas para cadáveres, sugiere que la situación puede empeorar.

Pocos en todo el mundo podrían predecir tal caos para la única superpotencia del mundo. Los medios de comunicación occidentales califican a la respuesta de Washington frente a la pandemia como "fallida".

La negligencia durante los primeros días del brote por parte de quienes toman decisiones en Washington es considerada una de las principales causas.

Ahora hay muchas pruebas inequívocas que muestran que la administración de EE. UU. fue advertida repetidamente sobre el virus desde fines del año pasado por sus propias fuentes de inteligencia y funcionarios del gabinete, científicos médicos de EE. UU. que trabajan en las oficinas centrales de la Organización Mundial de la Salud y el gobierno chino.

Desafortunadamente, la Casa Blanca tardó varios meses en comenzar a imponer rigurosas medidas federales después de que el país confirmara su primer caso a fines de enero. Durante estas largas semanas que pasaron en el medio, Washington no solo fingió que las alertas no existían, sino que también trató de minimizar la gravedad de la pandemia e informó mal al público estadounidense argumentando que la enfermedad era una "gripe" y que todo estaba bajo control.

El temor en la Casa Blanca de que las acciones de distanciamiento social pudieran dañar la economía, lo que a su vez podría costarle a la actual Administración las próximas elecciones presidenciales de noviembre, también desempeñó un papel crucial en el fallido enfoque del gobierno sobre la enfermedad, aseguraron expertos.

La Administración aparentemente se ha tendido una trampa a sí misma. Desde su llegada al poder en 2017, ha estado alardeando acerca de sus exitosas políticas económicas y promocionando las sólidas ganancias del mercado de valores del país, promoviendo así una lógica engañosa: dado que alardeaba el auge de su economía, ahora naturalmente debería rendir cuentas por la caída de la misma.

Enfrentando una economía debilitada que se derrumba y las crecientes demandas de desempleo, la administración de Estados Unidos se ha vuelto cada vez más impaciente y está tratando de presionar para reabrir la economía, aunque muchos científicos y expertos médicos han expresado su preocupación por la eliminación apresurada de las medidas de distanciamiento social.

El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. y figura clave en el grupo de trabajo sobre coronavirus de la administración estadounidense, advirtió la semana pasada que los líderes locales tomarían "un riesgo realmente significativo" al aflojar prematuramente las restricciones de distanciamiento social.

Según algunos documentos internos obtenidos por el medio de comunicación estadounidense NBC News, los miembros del grupo de trabajo sobre coronavirus de la Casa Blanca siguen preocupados por las pruebas insuficientes de coronavirus y un posible "resurgimiento catastrófico" del patógeno.

Eso nos lleva a una tercera y más arraigada causa del fracaso de Washington para limitar la propagación del virus: su sistema de salud pública mal financiado. Estados Unidos es la única economía desarrollada del mundo sin un sistema de salud universal.

En 2018, había 27,9 millones de estadounidenses sin seguro médico. Y de acuerdo con una nueva encuesta de West Health y Gallup, uno de cada siete estadounidenses dijo que no buscaría atención médica, incluso si tienen síntomas relacionados con el nuevo coronavirus, todo por preocupaciones relacionadas con los altos costos financieros.

Lo que es peor es que la administración estadounidense actual ha tratado de socavar aún más el sistema de salud pública del país. La Casa Blanca ha propuesto en su presupuesto para el año fiscal 2021 recortar en 850 mil millones de dólares el Medicare y 920 mil millones en Medicaid durante la próxima década con la excusa de una reducción del déficit, según un informe del Washington Post.

Además, Washington decidió en 2018 disolver el equipo de respuesta a pandemias del Consejo de Seguridad Nacional.

Según un informe del New York Times del mes pasado, la Casa Blanca permitió que un contrato con una empresa que mantenía las reservas de dispositivos médicos de emergencia y salvamento del gobierno expirara el verano pasado, y una nueva empresa no comenzó a formarse hasta finales de enero debido a una disputa contractual. Todo esto empeoró aún más el problema de la falta de equipos médicos como ventiladores.

Una mirada más atenta a tales deficiencias deja ver en claro por qué Estados Unidos ha sido tan duramente golpeado por la pandemia.

Los que toman las decisiones en la Casa Blanca deben comprender que su propensión a culpar a otros por sus propios errores no hará que el virus desaparezca milagrosamente. Deberían enfrentar los hechos y unirse a otros en todo el mundo de buena fe en esta ardua lucha contra la enfermedad mortal. Ha llegado el momento de reunir ese coraje.

 
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COMENTARIO: Cómo la única superpotencia mundial se convirtió en el epicentro de la pandemia

Spanish.xinhuanet.com 2020-05-06 13:52:43

BEIJING, 6 may (Xinhua) -- En una jugada desgarradora, el gobierno federal de EE. UU. ordenó recientemente la compra de 100.000 nuevos sacos para cadáveres al temer el "peor de los casos", ya que la pandemia de coronavirus continúa asolando a Estados Unidos.

La situación en lo que ahora es el epicentro mundial de la pandemia ya se ha vuelto completamente calamitosa, con más de 1,2 millones de infectados y cerca de 70.000 muertes hasta el momento. El último pedido, de bolsas para cadáveres, sugiere que la situación puede empeorar.

Pocos en todo el mundo podrían predecir tal caos para la única superpotencia del mundo. Los medios de comunicación occidentales califican a la respuesta de Washington frente a la pandemia como "fallida".

La negligencia durante los primeros días del brote por parte de quienes toman decisiones en Washington es considerada una de las principales causas.

Ahora hay muchas pruebas inequívocas que muestran que la administración de EE. UU. fue advertida repetidamente sobre el virus desde fines del año pasado por sus propias fuentes de inteligencia y funcionarios del gabinete, científicos médicos de EE. UU. que trabajan en las oficinas centrales de la Organización Mundial de la Salud y el gobierno chino.

Desafortunadamente, la Casa Blanca tardó varios meses en comenzar a imponer rigurosas medidas federales después de que el país confirmara su primer caso a fines de enero. Durante estas largas semanas que pasaron en el medio, Washington no solo fingió que las alertas no existían, sino que también trató de minimizar la gravedad de la pandemia e informó mal al público estadounidense argumentando que la enfermedad era una "gripe" y que todo estaba bajo control.

El temor en la Casa Blanca de que las acciones de distanciamiento social pudieran dañar la economía, lo que a su vez podría costarle a la actual Administración las próximas elecciones presidenciales de noviembre, también desempeñó un papel crucial en el fallido enfoque del gobierno sobre la enfermedad, aseguraron expertos.

La Administración aparentemente se ha tendido una trampa a sí misma. Desde su llegada al poder en 2017, ha estado alardeando acerca de sus exitosas políticas económicas y promocionando las sólidas ganancias del mercado de valores del país, promoviendo así una lógica engañosa: dado que alardeaba el auge de su economía, ahora naturalmente debería rendir cuentas por la caída de la misma.

Enfrentando una economía debilitada que se derrumba y las crecientes demandas de desempleo, la administración de Estados Unidos se ha vuelto cada vez más impaciente y está tratando de presionar para reabrir la economía, aunque muchos científicos y expertos médicos han expresado su preocupación por la eliminación apresurada de las medidas de distanciamiento social.

El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. y figura clave en el grupo de trabajo sobre coronavirus de la administración estadounidense, advirtió la semana pasada que los líderes locales tomarían "un riesgo realmente significativo" al aflojar prematuramente las restricciones de distanciamiento social.

Según algunos documentos internos obtenidos por el medio de comunicación estadounidense NBC News, los miembros del grupo de trabajo sobre coronavirus de la Casa Blanca siguen preocupados por las pruebas insuficientes de coronavirus y un posible "resurgimiento catastrófico" del patógeno.

Eso nos lleva a una tercera y más arraigada causa del fracaso de Washington para limitar la propagación del virus: su sistema de salud pública mal financiado. Estados Unidos es la única economía desarrollada del mundo sin un sistema de salud universal.

En 2018, había 27,9 millones de estadounidenses sin seguro médico. Y de acuerdo con una nueva encuesta de West Health y Gallup, uno de cada siete estadounidenses dijo que no buscaría atención médica, incluso si tienen síntomas relacionados con el nuevo coronavirus, todo por preocupaciones relacionadas con los altos costos financieros.

Lo que es peor es que la administración estadounidense actual ha tratado de socavar aún más el sistema de salud pública del país. La Casa Blanca ha propuesto en su presupuesto para el año fiscal 2021 recortar en 850 mil millones de dólares el Medicare y 920 mil millones en Medicaid durante la próxima década con la excusa de una reducción del déficit, según un informe del Washington Post.

Además, Washington decidió en 2018 disolver el equipo de respuesta a pandemias del Consejo de Seguridad Nacional.

Según un informe del New York Times del mes pasado, la Casa Blanca permitió que un contrato con una empresa que mantenía las reservas de dispositivos médicos de emergencia y salvamento del gobierno expirara el verano pasado, y una nueva empresa no comenzó a formarse hasta finales de enero debido a una disputa contractual. Todo esto empeoró aún más el problema de la falta de equipos médicos como ventiladores.

Una mirada más atenta a tales deficiencias deja ver en claro por qué Estados Unidos ha sido tan duramente golpeado por la pandemia.

Los que toman las decisiones en la Casa Blanca deben comprender que su propensión a culpar a otros por sus propios errores no hará que el virus desaparezca milagrosamente. Deberían enfrentar los hechos y unirse a otros en todo el mundo de buena fe en esta ardua lucha contra la enfermedad mortal. Ha llegado el momento de reunir ese coraje.

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