BEIJING, 27 abr (Xinhua) -- En este momento en que todos los países del mundo se afanan por salvar vidas amenazadas por la COVID-19, algunos políticos ultraconservadores estadounidenses tratan de politizar la pandemia en su propio beneficio.
Entre la multitud de tramas insidiosas para difamar a China, está propagar la teoría de que se debe responsabilizar al país asiático de la actual crisis de salud pública mundial y que este debe pagar por las pérdidas que acarrea. Detrás de esta demagogia hay tres motivaciones descaradas.
La primera es desviar las críticas de la gente contra la gestión lenta y chapucera de la pandemia por parte del Gobierno estadounidense.
"Fustigar a China es siempre una buena política en Estados Unidos", comentó recientemente Susan Thornton, exsecretaria adjunta de Estado para Asia Oriental y el Pacífico, durante una transmisión por web organizada por el laboratorio de ideas New America Foundation.
Un memorando del Partido Republicano filtrado recientemente incidió en la misma estrategia al instar a sus candidatos a que aborden la pandemia de COVID-19 atacando con virulencia a China.
La segunda es apropiarse de la autoridad moral negando los logros de China en la lucha contra la pandemia y evitando que Beijing adquiera mayor influencia a nivel geopolítico.
En Occidente, los conservadores tienden a creer que Beijing trata de promover su modelo de gobernanza a otros países y de elevar su posición internacional dando asistencia activa a otras naciones que luchan contra la enfermedad.
Por este motivo, hacen todo lo posible para retratar a China como el origen del virus y acusarla de causar el deterioro de la pandemia, dando así a algunos países abrumados económicamente una excusa para echarle la culpa.
La tercera es utilizar la pandemia como una oportunidad para contener a China, con medidas como presionar a los aliados de EE. UU. a fin de que veten a las empresas chinas.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, aseguró este mes en el Fox Business Network que los países deberán repensar el desarollo de la infraestructura de telecomunicaciones, incluida la adopción de la tecnología 5G de la compañía china Huawei, ante la forma en que China ha afrontado la pandemia.
A pesar de la escalada en esta campaña para difamar a China, la trama de pedir compensaciones no tendrá éxito. Beijing no pagará por estas razones inventadas, además de que no hay ningún precedente semejante en pandemias previas.
La devastadora pandemia es el enemigo común que en estos momentos enfrenta la raza humana. Para derrotarlo, es necesario que todas las naciones trabajen juntas de buena fe. Las jugadas de los conservadores estadounidenses para encubrir sus propios fallos echando la culpa a otros y desviando la atención pública solo conseguirán perjudicar el combate a la pandemia y harán que sea si cabe más duro.