José Manuel Morales durante sus vacaciones en Alemania. (Cortesía)
Por Pablo Domini
BEIJING, 5 feb (Xinhua) -- La epidemia del nuevo coronavirus en China está afectando severamente la movilidad de las personas, no solo de los propios ciudadanos del país asiático sino también de los miles de extranjeros que residen allí.
Los expatriados radicados en China suman alrededor de 600.000, y muchos han sido sorprendidos por el caos generado por el brote en medio de los viajes que hicieron aprovechando el receso invernal por el Año Nuevo lunar, y ahora están pasando dificultades para regresar.
Una gran mayoría se está viendo obligada a reorganizar su agenda. Es el caso de José Manuel Morales, chileno doctorando de la Universidad Normal de Zhejiang (este), en la ciudad de Jinhua, quien actualmente se encuentra de visita en Alemania.
"Tenía previsto regresar a China el 16 de febrero, pero el lunes por la noche recibí un correo electrónico de la aerolínea Swiss informando sobre la cancelación", explica.
Son alrededor de 40 las compañías que, como American Airlines, British Airways o Air France, han suspendido temporalmente sus operaciones hacia la parte continental de China, pese a que conservan sus conexiones con Hong Kong.
"Estoy en Wuppertal visitando a mi hermana y a mi sobrino. Tenía vuelos de Dusseldorf a Zurich y luego a Shanghai. Ahora espero información de la universidad para volver a organizarme", se queja el estudiante de Educación Internacional Comparada originario de Santiago de Chile, quien al mismo tiempo se declara feliz ante la inesperada posibilidad de estar unos días más con sus familiares.
Morales asegura que en Europa la información sobre la epidemia del coronavirus está muy vigente, y que tanto en Alemania como en Francia, donde también estuvo de visita, todos hablan del tema.
"Ha causado mucha impresión el tema del hospital construido en 10 días en Wuhan", cuenta el joven.
La situación de la española María Lourdes Barbero es similar, aunque en su caso ha sido ella misma quien ha decidido postergar su vuelo, como medida de precaución.
"Tenía vuelos de Siem Reap (Camboya) a Shenzhen y de allí a Nanjing el 5 de febrero, pero los he dado de baja. Ya me han devuelto el dinero de Cambodian Airlines", dice la profesora de español de la Universidad Normal de Jiangsu (este), en la ciudad de Xuzhou, quien vive en China desde hace más de cinco años.
"Posiblemente espere hasta finales de febrero para retornar. En la universidad donde trabajo las clases comenzarían el día 24", señala.
Ante el cambio de calendario y el aplazamiento del comienzo de clases, son muchos los profesores y estudiantes que están aprovechando la flexibilidad que las compañías están ofreciendo para cancelar o modificar las fechas de los billetes de avión.
"En estos días he estado en Singapur, donde he notado preocupación. Hay gente con mascarillas y se ha restringido la entrada a pasajeros procedentes de China", comenta Barbero.
"El Gobierno chino ha tomado medidas drásticas para compensar. Me parece que la población entiende las razones", concluye.
Cináed Remus Langley visitando un lugar turístico durante sus vacaciones en Camboya, el 22 de enero de 2020. (Cortesía)
Finalmente, también están aquellos que, al menos hasta ahora, han logrado mantener intactos sus planes de regreso.
"He chequeado mi vuelo a Shanghai por Spring Airlines para el 14 de febrero y por ahora no ha sido cancelado. Incluso pude reservar hotel y los boletos de tren para ir a donde vivo", asegura Cináed Remus Langley, estadounidense que trabaja como profesor de inglés y Estudios Sociales en una escuela secundaria del distrito de Jiawang, en el norte de Jiangsu.
"Creo que todo saldrá bien y no tendré problemas en mi vuelta a China", dice confiado Langley, quien lleva en China más de seis años y ahora se encuentra de vacaciones en Camboya y Vietnam.
"Aquí en el sudeste (asiático) pareciera que no se toma la epidemia como algo tan serio. Un amigo que trabaja en Phnom Penh (capital de Camboya) tuvo el lunes pasado libre por temor al virus, pero nada más", comenta, y añade que en un principio los precios de las mascarillas aumentaron en la ciudad de Siem Reap, donde se encontraba, "pero luego el tema se calmó". Previsor, compró allí una caja de 200 mascarillas por 6 dólares.
Mientras planea su regreso, una de las preocupaciones de Langley es su gato, que quedó en su casa al cuidado de una amiga. Ahora ella ya no puede ir tan fácilmente a alimentar al felino debido a los estrictos controles que están aplicando los conjuntos residenciales para el acceso a personas que no viven allí, y que son parte de las medidas de prevención y control de la epidemia implementadas en la mayoría de las ciudades chinas.