Por Meng Yifei y Ma Xiaocheng
GUANGZHOU, 27 ene (Xinhua) -- Cuando Álvaro Montoya trabajó en el Mobile World Congress de Barcelona conoció a varios empresarios del sector tecnológico. "Estoy un poco perdido en mi vida, no sé qué hacer", comentó a varios de ellos y su respuesta fue: "si quieres retos y desafíos, aprende chino y vete a China".
Así comenzó la historia del español con el país asiático. Montoya tiene hoy su propia compañía de inteligencia artificial, Akkadu, y la plena confianza de haber tomado una buena decisión.
Cada vez más extranjeros como Montoya llegan al mercado chino en "busca de fortuna". Según datos publicados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, China otorgó en 2018 un total de 336.000 permisos de trabajo a talentos extranjeros y más de 950.000 extranjeros trabajaron en el país asiático.
Shenzhen, ciudad de la provincia meridional de Guangdong, adyacente a Hong Kong, se ha convertido en un importante "polo magnético" para los extranjeros debido a su desarrollo en la innovación científica y tecnológica. La localidad solía ser un pequeño pueblo de pescadores y ahora acoge empresas tecnológicas chinas como Huawei, Tencent y BYD.
Hendrik Werner, de Amsterdam en los Países Bajos, creó en Shenzhen una empresa llamada Trouble Maker, dedicada a ayudar a las compañías o creadores extranjeros a materializar sus ideas, diseñando o haciendo prototipos de hardware inteligente para ellos.
Desde su punto de vista, la diferencia entre Shenzhen y Amsterdam consiste en que la ciudad asiática siempre está cambiando. "Me puedo mantener joven. Shenzhen es muy amigable con la gente de otras regiones. Se comparten ideas, ayuda y se resuelven problemas conjuntamente, razón por la que quería establecer la empresa aquí", dijo.
El enorme mercado y la cultura de innovación cada vez más abierta son fuerzas impulsoras importantes para que cada vez más empresarios extranjeros trabajen en China. Para los científicos foráneos, la inversión continua de China en investigación resulta particularmente atractiva.
De acuerdo con datos oficiales, la inversión en investigación y desarrollo de China en 2018 fue de 1.965.700 millones de yuanes, 138 veces más que en 1991. En 2018, la intensidad de la inversión en relación con el PIB en este campo aumentó al 2,18 por ciento, ocupando el segundo lugar en el mundo después de Estados Unidos.
José Pastor, biólogo español, estableció en 2012 un laboratorio de genética y biología celular que lleva su nombre en la Universidad Tsinghua, tras su investigación postdoctoral en la Universidad de Yale.
"En Europa y algunas otras regiones, la financiación de la educación y la investigación se está reduciendo. China tiene objetivos claros y espera convertirse en una potencia del conocimiento y la innovación, puntualizó Pastor.
"El gobierno tiene garantías institucionales y apoyo financiero y ha invertido muchos fondos en investigación científica, lo cual es muy importante para la innovación", añadió el profesor.
Quentin Montardy, de Francia, está de acuerdo con el biólogo. Montardy llegó a China en 2014 y ahora es investigador asistente en el Instituto de Cognición Cerebral y Enfermedad Cerebral de los Institutos de Shenzhen de Tecnología Avanzada de la Academia de Ciencias de China.
Gracias a la financiación continua del gobierno, el investigador puede solicitar cualquier equipo necesario para el experimento.
"Es frecuente que se proporcione uno o dos instrumentos más avanzados en laboratorios de otros países, pero en China todos los equipos son más avanzados", precisó el profesor francés, agregando que "este es un lugar maravilloso para los investigadores".
Además, los recursos humanos de China ofrecen ventajas destacadas en comparación con otros países. Pastor tiene 14 estudiantes en su laboratorio. Si eres joven y quieres arrancar y hacer cosas aquí hay posibilidades de hacerlas y espacios para crecer", explicó el biólogo.
Según cifras, entre 2012 y 2018, más de 2,83 millones de estudiantes chinos en el extranjero eligieron regresar a China, lo que representa el 77,6 por ciento del número total de personas que retornan al país desde la reforma y la apertura.
En los últimos años, muchas universidades de alta calidad del país han atraído una gran cantidad de jóvenes académicos destacados, tanto chinos como extranjeros. Según Pastor, los profesores en China tienen una edad promedio baja, haciendo el equipo de investigación muy dinámico.
Montardy, a sus 35 años, es investigador asistente. Admitió que sería difícil para él si no estuviera en China. Confiar en los jóvenes y darles la oportunidad de realizar investigaciones científicas también ha fortalecido al equipo de investigación.
"El personal de China es grande y eficiente. Un proyecto generalmente consta de 5 a 6 personas y en otros países, solo una o dos", detalló el científico.
La experiencia en China es una aventura para Montoya. "Mi vida en China es súper interesante, porque cada vez estoy haciendo algo nuevo y no me gusta quedarme haciendo siempre lo mismo", aseguró el español. "Es una aventura y me está gustando mucho", concluyó.