Por Luan Xiang
BEIJING, 12 dic (Xinhua) -- ¿Qué sería capaz de hacer un individuo para revertir la crisis ecológica mundial? Ma Qiuling, una joven que se dedica a la limpieza en una empresa de internet con sede en Beijing, ha probado con su ejemplo que, cuando hay determinación, una persona puede transformar la cultura de una industria.
Al personal de limpieza se le conoce en China como "ayi", aunque el término en ocasiones tiene un cierto tono despectivo hacia estos profesionales, que en su mayoría provienen de orígenes pobres. Ma no es excepción: vino a la capital hace unos años para ganarse el pan limpiando casas y le sorprendió el derroche de comida, ropa y equipos electrónicos...
Esta mujer de treinta años de edad encabeza ahora una revolución dentro de su empresa para que el personal de la industria de tecnología de la información (TI) adopte un estilo de vida ecológico. Entre sus prácticas se incluyen la reducción del uso del plástico y otras sustancias no biodegradables, reciclar todo lo que sea posible, como el caso de los materiales de embalaje, y participar activamente en el intercambio de segunda mano.
La moderna área de Wangjing, al noreste de Beijing, está siempre iluminada por luces de neón y allí se concentran las compañías de TI e internet. A diferencia de los tradicionales oficinistas de "cuello blanco", que son mayoría en la zona, en la firma de Ma está más de moda vivir simple y de manera respetuosa con la ecología.
Todos los días Ma se encarga de limpiar un espacio de oficina de más de 1.900 metros cuadrados, clasificar y tratar la basura producida por los más de 150 empleados, reciclar las cajas de embalaje de los paquetes que entran cada jornada, así como organizar grupos de intercambio de segunda mano, donde ella misma se considera una beneficiaria.
LA REVOLUCIÓN DEL DESAYUNO
A fin de animar a los empleados a comenzar la jornada temprano, la empresa de Ma ofrecía desayunos a los primeros 50 que llegaran a la oficina. Todas las mañanas, 50 porciones de alimentos solían arribar envueltas en cajas y bolsas plásticas, con utensilios plásticos desechables.
Cuando se tiraban al basurero, la mayoría de las bolsas aún estaban nuevas y limpias. A Ma, a quien le tocaba deshacerse de los residuos, le pareció un penoso malgasto de recursos.
Fue a hablar con la jefa ejecutiva de los asuntos administrativos de la empresa y le propuso una idea renovadora: ofrecer el desayuno en forma de bufé, para que los empleados seleccionaran lo que deseaban en cantidades adecuadas, según el apetito de cada cual. También sugirió utilizar platos de acero inoxidable y cubiertos reutilizables para sustituir las cajas y bolsas plásticas y los palillos de uso único.
La propuesta de Ma fue aprobada por la compañía y se puso en marcha de inmediato.
Como todas las causas nobles a lo largo de la historia humana, al principio hubo voces en contra. Algunos empleados se preocuparon por los riesgos sanitarios de los utensilios reutilizables y otros se quejaron del tiempo que tardaban en devolver el plato y los cubiertos al sitio de recolección, en comparación con la rápida acción de tirar.
"No se preocupen", contestó Ma, quien no tenía elocuentes discursos preparados para convencer a los insatisfechos, sino una promesa que ha venido cumpliendo sin fallar: "Si ustedes no quieren limpiar el plato y los cubiertos, lo haré yo; si no tienen tiempo para devolverlos, iré a recogerlos a su cubículo".
En menos de una semana desde el lanzamiento del bufé, los que estaban en contra también se sumaron al resto de los colegas para desayunar en el comedor y después devolver el plato y los cubiertos.
A juicio de Ma, todos estos jóvenes chinos ya tenían la clara conciencia de vivir ecológicamente; sólo les faltaba el cariñoso empuje en la espalda para que iniciaran la acción. "Es cuestión de hábito y la voluntad de hacer el esfuerzo extra", comentó la también promotora de la nueva cultura empresarial de comer sano y reducir el malgasto de alimentos.
"Los jóvenes son capaces de aceptar rápidamente los nuevos hábitos respetuosos con el medio ambiente", indicó Ma con una sonrisa amplia.
De allí que la transformación verde de la empresa, inaugurada por Ma, avanzara a un ritmo sorprendente: ahora se reciclan los embalajes de los paquetes y correos para su reutilización en las ferias campesinas locales.
Asimismo, los sobrantes se intercambian para darles nuevos valores. Por ejemplo unas luces decorativas que se usaron una vez en un evento organizado por la compañía A, brillaban en la gala del fin del año de la firma B, en lugar de acumular polvo en el almacén...
HACER UN POCO ES MEJOR QUE NO HACER NADA
Aunque al llegar a la ciudad no tenía una idea clara sobre cómo evitar sumarse a la causa de los problemas ecológicos, Ma entendió intuitivamente el hecho de que si los humanos no protegemos el medio ambiente, la contaminación empeora, el aire se vuelve tóxico y las graves consecuencias perjudicarán la supervivencia de la humanidad en un ciclo vicioso.
Frente a los desafíos del cambio climático y el deterioro del medio ambiente, resulta un consenso compartido por toda la humanidad que se deben tomar acciones para transformar nuestra forma de vida y hacerla más amigable con el planeta.
En Beijing, Ma se encontró con un colectivo de promotores de una vida opuesta a la del consumo desenfrenado. Recibió de ellos el apoyo y la confirmación de que estaba en lo correcto al pensar que la conservación del medio ambiente es una responsabilidad compartida por todos. También se inspiró en sus ingeniosas maneras de evitar el derroche.
Sin embargo, siempre hubo dudas, críticas y presión negativa del lado menos progresista de la sociedad, e incluso de su esposo, quien calificaba sus actos como tacaños.
No hay prisa. Sigue tu corazón y haz las cosas con calma, a tu propia manera, y poco a poco se verá la influencia de tus acciones en los demás, le aconsejó una de sus amistades. Y así lo ha hecho.
Además de sus funciones dentro de la compañía, Ma también trabaja como voluntaria en un mercado campesino orgánico para compartir su pericia en las prácticas ecológicas. Allí explica al público cómo reutilizar las bolsas u otros materiales no degradables en su posesión en vez de comprar nuevas...
Años han pasado. Siguiendo su ejemplo, cada vez hay más personas que han decidido adoptar el estilo de vida ecológico, su marido incluido.
"Me siento orgullosa de poder ayudar a más personas a vivir un vida ecológica", dijo Ma en entrevista publicada en la Jornada del Medio Ambiente de China.
"Me acuerdo de un eslogan pintado en sitios públicos en mi pueblo natal que dice 'Los esfuerzos en el presente beneficiarán a las nuevas generaciones'", indicó. "Lo que estamos haciendo es para conservar el cielo azul a favor de las generaciones futuras".
A partir de mayo próximo entrará en vigor la clasificación obligatoria de los residuos en la capital china. La compañía ha designado a Ma como la directora encargada de planear y ejecutar un programa de reciclaje. Ella se muestra confiada en cumplir con éxito la nueva misión.
"Somos una gran familia y cada vez hay más gente que participa en nuestra causa", refirió. "Y juntos, nosotros los ciudadanos ordinarios podemos hacer realidad el cambio".