Imagen del 14 de noviembre de 2019 de El Templete, ubicado en la Plaza de Armas, en el municipio de La Habana Vieja, en La Habana, capital de Cuba. El sábado se cumple el 500 aniversario de la fundación de La Habana, la capital cubana declarada una de las siete Ciudades Maravilla del Mundo por parte de la Fundación New7Wonders en 2016, y de la que los cubanos en general y los habaneros en particular, así como los miles de visitantes que cada año llegan a la ciudad, coinciden en que esta urbe de poco más de 2 millones de habitantes, tiene un encanto particular, quizás otorgado por su vocación marinera. (Xinhua/Joaquín Hernández)
Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 15 nov (Xinhua) -- Para el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, la ciudad cubana que mañana sábado cumplirá medio milenio de existencia, "es la de la belleza que subyuga en lo aparente y en lo que no lo es tanto".
Lo cierto es que los cubanos en general y los habaneros en particular, así como los miles de visitantes que cada año llegan a la ciudad, coinciden en que esta urbe de poco más de 2 millones de habitantes, tiene un encanto particular, quizás otorgado por su vocación marinera.
Por eso, los transeúntes no se cohíben a la hora de hablar sobre La Habana, una ciudad ecléctica, bullanguera y luminosa, donde conviven múltiples estilos arquitectónicos; signada por la presencia centenaria del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que domina la entrada a la bahía.
"Cuando vienen visitantes de todo el mundo no es por gusto. Es porque tenemos una ciudad hermosa", dijo a Xinhua con evidente orgullo Yamilé Delgado, una mujer que desde hace 20 años trabaja en una empresa estatal dedicada a la rehabilitación de la zona histórica de la urbe.
Delgado, una negra menuda, proclama sin ambages su condición de habanera a diferencia de la joven Anette Acosta, licenciada en historia por la Universidad de La Habana, que después de los estudios se quedó en la ciudad y ahora trabaja en la Casa de Asia.
"Vivir en La Habana me ha cambiado", admitió Acosta, quien hasta hace seis años vivió en el poblado de Güines, al sureste de la capital, en la cercana provincia de Mayabeque.
Igual de categórica es la española Marta López, una barcelonesa que vino a Cuba por primera vez y desde hace dos semanas, junto a una amiga, está de vacaciones en La Habana, de la que destacó "la hospitalidad y alegría de la gente".
Más cautelosa se mostró la francesa Katherine Bonner, quien llegó a la isla por primera vez hace dos días y confesó sentirse "un poco agobiada por el calor, pero muy ansiosa de verlo todo y de probar las especialidades de la cocina local".
Aunque algunos quieren verla como detenida en el tiempo, la Villa de San Cristóbal de La Habana ha vivido en las últimas décadas un profundo proceso de renovación.
Esa transformación se inició en diciembre de 1982, cuando el Centro Histórico de la ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Tras esa declaración, se iniciaron trabajos de restauración y revitalización de la parte colonial de la ciudad, con el propósito de rescatar los valores históricos y culturales de su entorno, convertido hoy en día en un punto de atracción para quienes visitan la isla.
Comenzó así el más reciente proceso de metamorfosis de la villa, que celebra medio milenio de fundada en su definitivo asentamiento y lo hace sin ínfulas de gran metrópoli.
La fecha del suceso que cada 16 de noviembre festejan los habaneros, se supone en 1519, basada en la leyenda del oficio de la primera misa y la reunión del cabildo, ocurridos al pie de una ceiba, donde desde 1828 se levanta El Templete como monumento conmemorativo.
En este lugar, cada madrugada del 16 de noviembre, miles de habaneros se reúnen para dar tres vueltas en sentido contrario a las manecillas del reloj a la ceiba que marca el sitio y pedir tres deseos según dice la tradición.
Pero más allá de la folclórica tradición, cuyo nacimiento se pierde en las brumas del tiempo, lo más importante es la voluntad renovadora de los habaneros que tratan de tener una ciudad más bella y moderna.
Por eso, de manera gradual las labores constructivas se han extendido al resto de la ciudad.
Uno de los sitios beneficiados con los programas de restauración es el malecón, un largo y emblemático muro de ocho kilómetros que bordea todo el litoral habanero, utilizado como un gigantesco diván donde cubanos y extranjeros aportan un toque de cosmopolitismo y exotismo.
Hace tres años, La Habana fue seleccionada entre más de 1.200 propuestas de 220 países como una de las siete Ciudades Maravilla del Mundo por parte de la Fundación New7Wonders, que dirige el suizo Bernard Weber.
La capital cubana logró así un reconocimiento que premia a la diversidad global de la sociedad urbana, criterio que incluye la hospitalidad y la alegría del habanero, como todos los cubanos.
"La Habana es 'ciudad maravilla' por tantas cosas, por su gente, por sus edificaciones, por la historia tan grande que tiene, por lo hospitalaria que es", dijo sin envanecimiento Alejandro González, un joven guía de turismo.
González aseguró que muchos visitantes se enamoran de La Habana, una urbe que al llegar a su primer medio milenio, restaña sus heridas y hace esfuerzos por convertirse en una ciudad moderna, sin perder el encanto de un pasado glorioso.
