BEIJING, 3 sep (Xinhua) -- En una entrevista reciente con la CNN, el consejero comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, intentó de nuevo maquillar la rampante ofensiva comercial de Washington contra China y dijo, al respecto, que el Gobierno estadounidense "está utilizando la estrategia arancelaria de forma brillante".
Este comentario obvia, aparentemente, el hecho de que la política comercial de línea dura de Washington está ahogando la economía estadounidense y también la mundial.
Desde que empezó a gobernar hace más de dos años, la Administración estadounidense se ha enfrentado a muchos de sus principales socios comerciales en todo el mundo y los ha acusado de aprovecharse de EEUU en sistema de comercio libre mundial, pese a que estas alegaciones, en términos económicos, carecen del más básico sentido común.
Con una mentalidad victimista que no tiene fundamento, los defensores de la línea dura comercial en la Casa Blanca pusieron en marcha una guerra arancelaria a escala global, con impuestos punitivos sobre las importaciones de aluminio y acero de la Unión Europea, las lavadoras de la República de Corea y México y prácticamente todas las mercancías chinas. Además, calificaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como "uno de los peores pactos comerciales nunca hechos", y obligaron a Canadá y México a firmar un nuevo acuerdo que recalca los intereses de EEUU.
Estas airadas disputas han aumentado de forma significativa las incertidumbres sobre la economía mundial, en especial en los mercados financieros.
En julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó la previsión de crecimiento económico mundial de este año al 3,2 por ciento, 0,1 puntos porcentuales por debajo del vaticinio de abril, debido a las tensiones comerciales.
Según un estudio publicado en agosto por la Asociación Nacional de Economía Empresarial de EEUU, un 72 por ciento de los economistas consultados previeron que, en los dos próximos años, EEUU entraría en recesión.
La economía mundial también caerá en una recesión eventualmente si las disputas comerciales entre las dos mayores economías del mundo no termina. El FMI ha advertido de que esas disputas podrían eliminar 455.000 millones de dólares del producto interno bruto (PIB) mundial en 2020.
Una ralentización del comercio mundial, que en estos momentos parece inevitable a largo plazo, avivará las turbulencias en el mercado global, disminuirá la confianza de consumidores e inversores, y desacelerará el crecimiento de los ingresos.
Además, dada la enorme interconexión del mundo, donde el valor del comercio suponía en torno al 58 por ciento del PIB a finales de 2018, las cadenas de suministro internacional también se romperían.
Y lo que es más preocupante, la política intimidatoria de Washington supone una amenaza a largo plazo y fuertemente enraizada para la salud e integridad del sistema comercial multilateral basado en las normas.
Los halcones comerciales de Washington están desafiando la autoridad de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Consideran que las reglas comerciales del mundo debería dictarlas Washington, no seguir bajo la jurisdicción de la OMC, aunque el organismo mundial está en el corazón del régimen de comercio mundial vigente.
Estas medidas son "catastróficas estructuralmente" y destrozan prácticamente el sistema de normas, predijo Martin Wansleben, director general de la Asociación de Cámaras de Industria y Comercio de Alemania.
El lunes, China anunció que había abierto un caso contra EEUU ante la OMC tras la aplicación de Washington, desde el 1 de septiembre, del 15 por ciento de aranceles adicionales sobre importaciones chinas por valor de 300.000 millones de dólares.
La lucha de Beijing contra el asalto de Washington al orden de comercio mundial existente reviste importancia mundial. Es ya hora de que la comunidad internacional en su totalidad se una y empeñe esfuerzos coordinados contra la intimidación de Washington antes de que sea demasiado tarde.