Kung-fu gana terreno en Argentina tras más de cuatro décadas

Spanish.xinhuanet.com   2019-06-19 14:26:42

CHENGDU, 19 jun (Xinhua) -- Al igual que su práctica, que requiere de paciencia y persistencia, la difusión de las artes marciales en Argentina ha sido un proceso lento, prolongado, de varias décadas.

Juan Carlos Díaz, de 55 años, lleva 40 de ellos practicando el kung-fu, y ha sido testigo de la evolución de este deporte en ese país desde cuando era prácticamente desconocido hasta ahora, cuando finalmente ha empezado a ganarse un espacio entre las actividades preferidas de grandes y chicos.

Por estos días se lleva a cabo en la ciudad de Emeishan, en la provincia suroccidental china de Sichuan, la octava edición del Campeonato Mundial de Artes Marciales Tradicionales. Como presidente de la Federación Argentina de Wushu Kung-Fu (FAWK), Díaz llevó cuatro luchadores del país gaucho para participar en el evento.

"Comencé a aprender las artes marciales desde finales de la década de 1970. Disfruto mucho de este proceso y de la cultura china que hay dentro", explica. "No es suficiente comprender mientras se está en Argentina los principios subyacentes y la cultura interna cuando se practican las artes marciales. Venir a China, comunicarse con los maestros acá, nos ayudará mucho a mejorar", agrega.

Cuando Díaz tenía 15 años, su padre lo envió a una escuela local de artes marciales. "No sé por qué mi padre me puso a aprender las artes marciales, pero cuando llegué a esa escuela me empezaron a gustar. Las artes marciales me hicieron fuerte y valiente. A través de ellas gané respeto y amistad", confiesa.

En la época en que Díaz comenzó a aprender las artes marciales, solo había dos o tres maestros en Argentina, enseñando en varias provincias a la vez. El suyo era un chino que vivía en Buenos Aires. "Fueron ellos quienes hicieron conocidas las artes marciales y quienes lograron que llegaran a más lugares", destaca.

Hoy, entre las 152 asociaciones miembro de la Federación Internacional de Artes Marciales, América del Sur tiene 21, y la FAWK fue uno de sus miembros fundadores en 1990.

Según él, la FAWK tiene más de 7.000 miembros registrados y 32 organizaciones con sede en 23 provincias, incluidas ocho en la capital, Buenos Aires.

"Ahora hay entre cuatro y cinco maestros en la organización de artes marciales de cada provincia. Alrededor de 150 maestros en más de 120 escuelas en todo el país están difundiendo las artes marciales y la cultura subyacente", celebra Díaz.

Desde cuando el kung-fu daba sus primeros pasos en Argentina, la familia Díaz ingresó al mundo de las artes marciales. En sus escuelas, el maestro Juan Carlos ha sido testigo de cómo sus estudiantes se han conocido, se han casado, han tenido hijos y han formado no solo sus propias familias sino también han contribuido a hacer más grande la gran familia del kung-fu. De hecho, los hijos de varios de sus estudiantes son ahora sus alumnos.

Díaz es consciente de que, en comparación con deportes como el fútbol, el rugby, el baloncesto y el tenis, en Argentina el kung-fu realmente no es un deporte de multitudes. "Para mucha gente todavía es un deporte nuevo. Pero este no es un problema exclusivo del kung-fu, otras artes marciales, como el boxeo tailandés y el kickboxing, tampoco son muy populares en nuestro país. Pero gracias a nuestro trabajo, el número de personas que se dedican a practicar artes marciales está creciendo año tras año", afirma.

Federico Rodogno, de 38 años, es uno de los cuatro representantes de Argentina en el torneo de Emeishan. Empleado del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Rodogno ha sido alumno de Díaz durante 20 años. Aparte de cumplir con su horario laboral, este bonaerense saca tiempo para practicar y ejercitarse dos o tres veces por semana.

"No es fácil, pero es que el kung-fu me gusta mucho, y además me ha dado todo lo que necesito", dice, y agrega: "cada año llegan a la escuela muchos niños nuevos. Y no vienen por curiosidad sino que vienen decididos a estudiarlo con dedicación. Por eso tengo la seguridad de que el futuro del kung-fu en Argentina es brillante".

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Kung-fu gana terreno en Argentina tras más de cuatro décadas

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CHENGDU, 19 jun (Xinhua) -- Al igual que su práctica, que requiere de paciencia y persistencia, la difusión de las artes marciales en Argentina ha sido un proceso lento, prolongado, de varias décadas.

Juan Carlos Díaz, de 55 años, lleva 40 de ellos practicando el kung-fu, y ha sido testigo de la evolución de este deporte en ese país desde cuando era prácticamente desconocido hasta ahora, cuando finalmente ha empezado a ganarse un espacio entre las actividades preferidas de grandes y chicos.

Por estos días se lleva a cabo en la ciudad de Emeishan, en la provincia suroccidental china de Sichuan, la octava edición del Campeonato Mundial de Artes Marciales Tradicionales. Como presidente de la Federación Argentina de Wushu Kung-Fu (FAWK), Díaz llevó cuatro luchadores del país gaucho para participar en el evento.

"Comencé a aprender las artes marciales desde finales de la década de 1970. Disfruto mucho de este proceso y de la cultura china que hay dentro", explica. "No es suficiente comprender mientras se está en Argentina los principios subyacentes y la cultura interna cuando se practican las artes marciales. Venir a China, comunicarse con los maestros acá, nos ayudará mucho a mejorar", agrega.

Cuando Díaz tenía 15 años, su padre lo envió a una escuela local de artes marciales. "No sé por qué mi padre me puso a aprender las artes marciales, pero cuando llegué a esa escuela me empezaron a gustar. Las artes marciales me hicieron fuerte y valiente. A través de ellas gané respeto y amistad", confiesa.

En la época en que Díaz comenzó a aprender las artes marciales, solo había dos o tres maestros en Argentina, enseñando en varias provincias a la vez. El suyo era un chino que vivía en Buenos Aires. "Fueron ellos quienes hicieron conocidas las artes marciales y quienes lograron que llegaran a más lugares", destaca.

Hoy, entre las 152 asociaciones miembro de la Federación Internacional de Artes Marciales, América del Sur tiene 21, y la FAWK fue uno de sus miembros fundadores en 1990.

Según él, la FAWK tiene más de 7.000 miembros registrados y 32 organizaciones con sede en 23 provincias, incluidas ocho en la capital, Buenos Aires.

"Ahora hay entre cuatro y cinco maestros en la organización de artes marciales de cada provincia. Alrededor de 150 maestros en más de 120 escuelas en todo el país están difundiendo las artes marciales y la cultura subyacente", celebra Díaz.

Desde cuando el kung-fu daba sus primeros pasos en Argentina, la familia Díaz ingresó al mundo de las artes marciales. En sus escuelas, el maestro Juan Carlos ha sido testigo de cómo sus estudiantes se han conocido, se han casado, han tenido hijos y han formado no solo sus propias familias sino también han contribuido a hacer más grande la gran familia del kung-fu. De hecho, los hijos de varios de sus estudiantes son ahora sus alumnos.

Díaz es consciente de que, en comparación con deportes como el fútbol, el rugby, el baloncesto y el tenis, en Argentina el kung-fu realmente no es un deporte de multitudes. "Para mucha gente todavía es un deporte nuevo. Pero este no es un problema exclusivo del kung-fu, otras artes marciales, como el boxeo tailandés y el kickboxing, tampoco son muy populares en nuestro país. Pero gracias a nuestro trabajo, el número de personas que se dedican a practicar artes marciales está creciendo año tras año", afirma.

Federico Rodogno, de 38 años, es uno de los cuatro representantes de Argentina en el torneo de Emeishan. Empleado del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Rodogno ha sido alumno de Díaz durante 20 años. Aparte de cumplir con su horario laboral, este bonaerense saca tiempo para practicar y ejercitarse dos o tres veces por semana.

"No es fácil, pero es que el kung-fu me gusta mucho, y además me ha dado todo lo que necesito", dice, y agrega: "cada año llegan a la escuela muchos niños nuevos. Y no vienen por curiosidad sino que vienen decididos a estudiarlo con dedicación. Por eso tengo la seguridad de que el futuro del kung-fu en Argentina es brillante".

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