BEIJING, 15 jun (Xinhua) - El Museo de Arte Mundial de Beijing acoge hasta el próximo 20 de junio una exhibición de 48 obras de artistas latinoamericanos y caribeños.
La muestra hace posible que "el arte de países distantes viaje a través del océano y revele aquí su encanto único", refirió Chen Chunmei, presidenta de la Junta Supervisora del Grupo de Arte y Entretenimiento de China al dejar inaugurada este viernes la Exhibición de Arte Latinoamericano y Caribeño.
Bajo el título "Compartir la belleza", la sexta edición del evento trae a Beijing piezas de cuatro reconocidos exponentes de las artes visuales de Uruguay, México, Costa Rica y Cuba.
"Espero que acoger esta exhibición pueda ayudar a promover los intercambios y la cooperación entre China y América Latina y el Caribe, al tiempo que amplíe a través del arte el entendimiento y la amistad entre nuestros pueblos", dijo Chen.
El Embajador cubano en China, Miguel Ángel Ramírez, agradeció a los colegas del Grupo de Arte y Entretenimiento de China y al Ministerio de Cultura y Turismo por hacer posible la exposición de conjunto con las representaciones diplomáticas de Uruguay, México, Costa Rica y Cuba.
"El hecho de que nuestro arte pueda llegar a China y ser disfrutado por su pueblo tiene gran relevancia para el aumento del conocimiento mutuo entre nuestros países y permite acercar aún más la brecha geográfica que nos separa", añadió.
El embajador mexicano, José Luis Bernal, abogó por que la muestra sirva como un "fructífero intercambio de ideas", mientras su homólogo uruguayo, Fernando Lugris, destacó que las comunidades artísticas de su país y China se han acercado más desde que Montevideo se integrara en el 2016 a la iniciativa de la Franja y la Ruta.
Entre los artistas participantes, el cubano Li Domínguez Fong y la costarricense Man Yu tienen raíces chinas que enriquecen sus respectivos discursos pictóricos.
El mexicano Plinio Ávila propone una reflexión sobre las fronteras entre arte y producción en masa a partir de paisajes pintados por artistas chinos desconocidos y vendidos luego en Europa. Mientras, el uruguayo Gustavo Fernández se inspira en objetos de la vida cotidiana y los nutre de una espiritualidad y cosmovisión propias.