BEIJING, 25 abr (Xinhua) -- Como solución fundamental para los esfuerzos de China por promover la apertura económica, el libre comercio y un sistema de comercio multilateral basado en reglas, la iniciativa de la Franja y la Ruta ha obtenido apoyo global desde su lanzamiento en 2013.
Sin embargo, algunos escépticos en Occidente acusan a China de tratar de inducir a los países involucrados, especialmente a los africanos, a pedir préstamos impagables. El objetivo es que el país asiático consiga influencia política y estratégica en el creciente continente.
Los que defienden esta acusación parecen haber confundido intencionalmente los peligros de la deuda de una empresa con la de un país, ignorando el riesgo de China como acreedor y excluyendo factores tales como el impacto de la crisis financiera de 2008, las caídas de los precios de los productos básicos y el aumento de la tasa de interés de los préstamos de Estados Unidos a los países en desarrollo.
De hecho, los países occidentales y las principales instituciones internacionales prestan más dinero a las naciones africanas que China.
En 2018, África debía cerca del 36 por ciento de su deuda externa total al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Entre 2000 y 2016, la deuda de China con el continente fue de apenas de un 1,8 por ciento, según un estudio realizado por la Iniciativa de Investigación China África de la Universidad John Hopkins.
Además, la mayoría de los préstamos chinos son concesionales, con vencimientos a largo plazo y tasas de interés bajas, y no están vinculados a condiciones políticas. Su objetivo principal es ayudar a impulsar el despegue económico y el desarrollo a largo plazo del continente, en lugar de buscar alto rendimiento a corto plazo.
Además, el problema de la deuda de África está siendo exagerado en cierta medida. Aunque es correcto ser cauteloso, exagerarlo es innecesario y contraproducente.
"Permítanme ser muy claro: África no tiene absolutamente ninguna crisis de deuda", dijo el presidente del Banco Africano de Desarrollo, Akinwumi Adesina, citando el ratio deuda/PIB regional del 37 por ciento en 2017.
En comparación, ese índice en algunos países desarrollados y economías de mercados emergentes es de entre el 70 y el 80 por ciento, mientras que en Japón es de un sorprendente 250 por ciento en el mismo año.
Aunque la deuda podría ser un problema, lo que las naciones africanas necesitan ahora son medios para estimular el crecimiento económico y el desarrollo social.
China y África se encuentran en fases similares de desarrollo. Por lo tanto, es natural que China tenga un mejor entendimiento de las necesidades de África. La iniciativa de la Franja y la Ruta puede ofrecer a los africanos los fondos, la tecnología y la experiencia que necesitan.
Lo que es más importante, China nunca ha tratado de obligar a otros países a unirse a la iniciativa, sino que siempre ha tratado de alinear la iniciativa con las estrategias de desarrollo local, para que los programas relacionados puedan servir mejor a las necesidades de los socios de la iniciativa china.
Además, los proyectos de infraestructura de la iniciativa pueden ayudar a reducir el coste de distribución de artículos y servicios, promover la productividad a través de un mejor acceso a los recursos y sentar las bases para un desarrollo aún más fuerte.
Por todo esto, no hay necesidad de ahuyentar a los países africanos de préstamos razonables.
China es un verdadero socio de desarrollo de África. Como dijo el presidente chino, Xi Jinping, en la cumbre del Foro de Cooperación China-Africa en septiembre del año pasado, China no solo ha respetado y ayudado siempre a África, sino que también da la bienvenida a todas las iniciativas que satisfacen los intereses del continente.
Sin lugar a dudas, África será capaz, con el apoyo de la comunidad internacional en general, de administrar su balance general y crear su propio milagro económico. Y China estará a su lado a cada paso.
