Por Cristóbal Chávez Bravo
SANTIAGO, 23 ene (Xinhua) -- "Voy y vuelvo" rezaba la tumba del poeta chileno y premio Cervantes 2011, Nicanor Parra, tras su muerte el 23 de enero de 2018, luego de vivir 103 años y reformar el mundo de la poesía para siempre.
El creador de la "Antipoesía" cimentó un estilo lírico que acercó el verso a la mundanidad, a través de un lenguaje cotidiano y mordaz, sin perder la riqueza de la palabra.
"En su esfuerzo por restituir la claridad del discurso poético, por rehuir el artificio y la pompa, Parra recoge cuerda hasta llegar al habla de la tribu, pasando por (William) Shakespeare, (Diego) Portales (artífice de la República chilena), Miguel de Cervantes y el 'huaso' chillanejo (vaquero de Chillán )", escribió este miércoles la ministra de Cultura chilena, Consuelo Valdés.
Valdés abundó que las categorías del proyecto antipoético parriano se resisten a la reducción entre lo docto y lo profano, entre lo sublime y lo procaz, entre lo superado y lo que está por venir.
Nicanor Parra nació el 5 de septiembre de 1914 en San Fabián de Alico, a 412 kilómetros al sur de la capital, Santiago.
Estudió física y, aunque su obra se asocie a la lírica, utilizó esta ciencia para construir y desconstruir el lenguaje, a semejanza del filósofo francés René Descartes, a quien empleó como un objeto de estudio en su tesis universitaria de 1940 "René Descartes. Datos biográficos, estudio de su obra, juicios", considera la primera obra parriana.
"Durante medio siglo/La poesía fue/El paraíso del tonto solemne/Hasta que vine yo/Y me instalé con mi montaña rusa", escribió Parra en "Versos de salón" de 1962, un poema que se transformó en su tarjeta de presentación hasta su trance final.
Sin dejar de estar centrado en la potencia de la palabra, Parra decide mover el cerco literario e instalar su montaña rusa en nuevos territorios, añadió Valdés.
El poeta chileno ganó el Premio Nacional de Literatura en 1969, y fue postulado tres veces al Premio Nobel de Literatura, aunque familiares y cercanos esbozan que este reconocimiento fue esquivo por culpa de romances, rencillas políticas y egos literarios.
A un año de su partida, no cabe sólo celebrar lo que significó su existencia, sino reflexionar cómo valorar y administrar su legado, señalaron las autoridades culturales de Chile sobre la vasta obra de Parra, quien no abandonó la creación pese a su edad avanzada.
Sus restos descansan en Las Cruces, un balneario que está entre Isla Negra y Cartagena, donde yacen los restos de sus "adláteres" chilenos Pablo Neruda (premio Nobel de Literatura en 1971) y Vicente Huidobro, este último considerado el padre del movimiento "Creacionismo".
Parra vivió los últimos años de su vida en una casa de esta playa, alejado del fragor de la ciudad y cercano al mar como fuente de reposo.
La procesión de 2018 que llevó el féretro desde la iglesia de Las Cruces hasta su refugio aunó a cientos de personas que lo acompañaron entre lágrimas y sonrisas.
Los lugareños vistieron sus casas con "antipoemas" que pegaron en ventanas, muros y puertas de sus hogares de madera, un símbolo de que la misión de bajar la poesía del Olimpo a la Tierra la cumplió a cabalidad.
El legado de Parra es sempiterno y cada año pareciera que rejuvenece, porque los más jóvenes lo rescatan para explicar las matemáticas, el amor, la vida y la muerte, tópicos que rondaron siempre en la dialéctica del vate.
También ha dado el salto a otras expresiones artísticas, porque decenas de bandas han musicalizado sus poemas y los "Artefactos", un cúmulo de poemas visuales de Parra, han servido de referentes para el cruce entre la poesía y las artes pláticas.
Por más que algunos textos cumplan media década, sus contenidos relacionados con el ecologismo, la tecnología, la política y la religión se mantienen incólumes y vigentes.
El 23 de enero en Chile es un día de partidas, porque a la de Parra en 2018 se suma la muerte de una de las plumas más contestatarias y vanagloriadas de Chile durante los últimos 20 años: Pedro Lemebel, quien falleció en 2015.
"Esta efervescencia amagada sólo por esos improbables 103 años, sumada a su afán por torear a la muerte, casi lograron convencernos de que se saldría con la suya, engañándola. En cierto modo, lo hizo", afirmó la ministra de Cultura chilena.
Esta es una de las mejores caracterizaciones de Parra, porque el antipoeta logró hacer creer al mundo que su irreverencia superaría todos los embates de la vida, incluso la muerte, aunque su obra no lo necesita.