Imagen del 18 de diciembre de 2018 de personas observando obras de la exposición "Divas", del pintor cubano José Miguel Pérez, en una de las salas del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso", en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)
Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 19 dic (Xinhua) -- A punto de cumplir 98 años de edad, la directora del Ballet Nacional de Cuba (BNC), la bailarina y coreógrafa Alicia Alonso, se ha convertido en un mito dentro del mundo de la danza al que reverencian los cubanos.
La Prima Ballerina Assoluta, quien perdió la visión hace un par de décadas, ha dejado sobre los escenarios una historia irrepetible en la que encadenó grandes éxitos dentro y fuera de Cuba, al interpretar personajes como Giselle, Odette, Swanilda, Odile y Carmen.
Hoy en día, Alonso está fuera de los focos públicos, al parecer por problemas de salud, que incluso le impidieron asistir a la inauguración a fines de octubre último del XXVI Festival Internacional de Ballet de La Habana, una cita en la que participaba de manera activa cada año.
Pero a pesar de su ausencia pública, los cubanos han preparado una jornada de homenaje iniciada con la apertura de la exposición "Divas", del pintor cubano José Miguel Pérez en una de las salas del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso".
La muestra está conformada por 10 coloridos retratos en acrílico sobre tela de la bailarina, en los que aparece con diferentes expresiones que permiten enunciar el paso del tiempo.
A un lado, los rostros de 12 mujeres anónimas parecen observar y aprender de manera simbólica de la vida de Alonso.
"Alicia aún hoy es ejemplo con sus 98 años", dijo a Xinhua el autor de los cuadros, un artista con una formación académica en varias escuelas de arte de la isla.
Pérez señaló que cuando una persona tiene el talento de la ex bailarina se convierte con facilidad en un mito y en fuente de inspiración para otros artistas.
A su vez, el crítico de arte Tony Piñera consideró en ese sentido que Alonso "es un símbolo de Cuba".
"Ha dedicado su vida entera desde su más lejana juventud a la danza y formó el embrión, la compañía junto con Fernando y Alberto, que dio lugar al Ballet Nacional de Cuba", dijo.
Piñera, quien es periodista y curador, destacó en especial el aporte de la directora del BNC a la conformación de lo que los críticos llaman la Escuela Cubana de Ballet, que es la más joven que existe en el mundo.
"Podemos asegurar que ella es la madre de todos los bailarines cubanos contemporáneos, porque fue la precursora de la compañía", apuntó el crítico.
Como parte del homenaje a la coreógrafa, otro pintor cubano, Jesús Lara Sotelo, presentará el poemario "Alicia y la elección de la fe", publicado por la editorial española Punto Rojo Libros e ilustrado por el autor con obras dedicadas a la bailarina en la última década.
Nacida el 21 de diciembre de 1920 bajo el nombre Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez Hoya, fundó el BNC el 28 de octubre de 1948, junto al bailarín y coreógrafo Fernando Alonso, con quien se casó a la edad de 15 años y cuyo apellido conservó tras el divorcio.
En la década de 1930, Alonso empezó a tomar clases de ballet junto a su hermana, para debutar en diciembre de 1931, aunque su vida profesional se inició en 1937 en Estados Unidos con el American Ballet Caravan, mientras que en 1940 integró el American Ballet Theatre.
Trabajó con grandes coreógrafos como George Balanchine, Mijail Fokine, Anthony Tudor, Jerome Robbins y Maurice Bejart.
Bailó asimismo con el afamado Rudolf Nureyev, entre otros, además de montar sus propias coreografías, cosa que sigue haciendo a pesar de sus dificultades visuales.
El camino para convertirse en la Prima Ballerina Assoluta se le abrió en 1943, año en el que Alicia Markova se enfermó antes de una función de Giselle en el Metropolitan Opera House de Nueva York y el coreógrafo Anton Dolin le preguntó a sus bailarinas quién quería reemplazarla, y la única que aceptó el reto fue Alonso.
Con Giselle, la bailarina rompió esquemas y entró en la leyenda de la danza.
En medio de escaseces económicas, prejuicios sociales y sin apoyo gubernamental creó el BNC, con el que logró desarrollar tres vertientes fundamentales de trabajo, que incluyeron el campo de la creación coreográfica, el pedagógico y la divulgación masiva del ballet.
En 1956, la compañía tuvo que abandonar la isla luego de perder la subvención estatal, después de negarse a respaldar al régimen de Fulgencio Batista, que intentó convertir a la compañía en agente propagandístico.
El BNC, que entonces recibió el respaldo unánime de los universitarios cubanos, emitió una carta pública firmada por Alonso, en la que expresó que "el ballet ya no podía morir, porque lo habían plantado en el seno del pueblo".
Al triunfo de la Revolución en 1959, la compañía retornó al país para construir un sistema de escuelas que permitió integrar la enseñanza escolar a la artística desde la adolescencia hasta la adultez, además de llevar su arte hasta los lugares más intrincados del país.
Aquellas primeras generaciones de bailarines comenzaron a asombrar al mundo con triunfos en los principales concursos internacionales de ballet, lo que provocó el reconocimiento de la existencia de una escuela cubana de ballet.
La Ley 812 del gobierno revolucionario, firmada por el entonces primer ministro, Fidel Castro, garantizó definitivamente la existencia de la compañía y le brindó todo el apoyo material y espiritual para realizar su labor.
Alonso convirtió al BNC en una de las cinco mejores compañías de ballet clásico del mundo, después de la Opera de París, el Royal Ballet de Londres, el American Ballet Theatre y el Ballet Bolshoi.
En 1995, la artista se retiró de los escenarios de manera formal, pero sigue trabajando al montar coreografías y planificar cada gira, cada programa del BNC, que le han convertido en orgullo de la cultura cubana.