BEIJING, 19 dic (Xinhua) -- La reforma y apertura de las últimas cuatro décadas han cambiado a China y el destino de cientos de millones de chinos, y han ejercido una influencia en el mundo, impulsando el progreso humano.
El lanzamiento de la política de reforma y apertura en 1978 marcó un cambio de prioridades para el Partido Comunista de China y el Estado hacia el desarrollo económico. Esto llevó a China a crecer hasta convertirse en la segunda economía más grande del mundo.
China tiene una quinta parte de la población mundial. Todo éxito logrado en la liberación de la pobreza y el mejoramiento de la forma de vida constituye una gran aportación al desarrollo humano.
De 1978 a 2017, China sacó de la pobreza a 740 millones de personas, cerca de 19 millones cada año.
Con progresos en gran escala como este, China sola ha contribuido en más de 70 por ciento al trabajo de aliviar la pobreza global en los últimos 40 años. Algunos señalan que sin el progreso de China, los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas serían inalcanzables.
En apenas 40 años, el ingreso disponible per cápita del pueblo chino subió de 171 yuanes a 26.000 yuanes (3.823 dólares). La expectativa de vida subió de 67,8 años en 1981 a 76,7 en la actualidad.
El hambre, la escasez y la pobreza que asediaron a los chinos durante miles de años han quedado atrás.
La reforma y apertura también han contribuido al progreso humano en todo el planeta.
En su ascenso hasta convertirse en una potencia económica mundial, China ha sido una importante "fábrica del mundo" que ha producido productos accesibles en grandes cantidades para los consumidores de todo el mundo, desde papelería, ropa y juguetes hasta televisiones, hornos y teléfonos móviles. Y la lista continúa.
En la actualidad, a medida que la reforma y la apertura se profundizan, China se está convirtiendo en el mercado del mundo. Su población de ingresos medios, de 400 millones de personas y aún en expansión, tiene un creciente apetito por productos de calidad de todo el mundo.
Por ejemplo, con más de 28,87 millones de vehículos de motor vendidos en 2017, China es un enorme mercado para los fabricantes de autos extranjeros. BMW ha elevado su participación en su empresa conjunta en China y Tesla está construyendo una fábrica en Shanghai.
Sin importar si es la fábrica o el mercado del mundo, China ha dado forma a la globalización económica en las últimas cuatro décadas beneficiando a los consumidores de todo el mundo. La cadena de valor global no sería la misma si no hubiera reforma y apertura.
Y por último, pero no por ello menos importante, China ha explorado su propio y singular camino de desarrollo económico a través de la reforma y la apertura. Esto ha creado un camino alternativo para que los países en desarrollo logren la reducción de la pobreza y la industrialización que es diferente de los modelos occidentales.
Justin Yifu Lin, execonomista en jefe del Banco Mundial, dijo que el modelo de crecimiento de China es más relevante para los países en desarrollo que los prescritos por los países occidentales industrializados debido a que el modelo de China deriva de la experiencia de un país en desarrollo y se ajusta a las necesidades del mundo en desarrollo.
En este sentido, la reforma y apertura están haciendo una aportación clave al progreso humano mundial pues más países pueden encontrar sus caminos de desarrollo a partir de la experiencia de China y ayudar a su gente a tener una vida mejor.
