ESPECIAL: Vivir entre libros en el corazón de La Habana Vieja

Actualizado 2018-09-30 23:45:43 | Spanish. xinhuanet. com

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Yunielsi Fandiño (i), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, atendiendo a una clienta extranjera, en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

LA HABANA, 30 sep (Xinhua) -- Digmara López se ha acostumbrado a cocinar, fregar y hacer los quehaceres hogareños mientras atiende a los clientes que llegan a la improvisada librería instalada en su minúscula casa en el centro colonial de La Habana.

Esta singular librería y venta de pequeñas antiguallas funciona desde hace ocho meses en el viejo inmueble donde vive con su esposo Yunielsi Fandiño, un joven escultor y restaurador, devenido librero por la fuerza de las circunstancias.

Resulta que estos jóvenes, nacidos en la oriental provincia de Holguín, viven desde hace 11 años en la capital de la isla y, después de ahorrar durante casi cuatro años, decidieron remodelar la casa para abrir un bar.

"Invertimos unos 14.000 pesos convertibles (alrededor de 14.000 dólares) en la remodelación para instalar el bar y, cuando casi todo estaba listo, los planes quedaron congelados", cuenta Fandiño.

El final de la remodelación coincidió con el congelamiento temporal de las licencias que otorgan las autoridades cubanas para abrir negocios privados, una decisión tomada a mediados del pasado año y encaminada a organizar mejor el sector.

La decisión gubernamental, aunque temporal, significó un duro golpe para la pareja que de buenas a primeras vio malograda la inversión de sus ahorros y, lo que es peor, quedaron en una crítica situación económica.

"Eso me llevó a buscar alternativas, y se me ocurrió la idea, con un grupo de libros que tenía, unas tres cajas, de montar este negocito para venderlos", explica Fandiño a Xinhua.

La falta de dinero lo obligó a innovar y por eso, aprovechando sus conocimientos de carpintería, desarmó la zapatera que tenían en el cuarto y la convirtió en un improvisado expositor de libros, tal como sucedió con la barra preparada para servir los tragos en el bar.

"El negocio fue creciendo poco a poco, en la misma medida que disminuía el espacio útil de la casa", dice el artista con una sonrisa, mientras su esposa lo observa con un aire de resignación.

La ayuda de amigos, que donaron libros y otros objetos, significó un impulso al emprendimiento del matrimonio, que además ahora vende viejas monedas, estampas, discos de vinilo y hasta antiguos carteles.

El éxito sorprendió a Fandiño, quien considera haber sido el último emprendedor en abrir una librería en La Habana Vieja, pero en realidad la fama llegó sobre la ola de publicidad gratuita que proporcionó un reportaje elaborado, casi de manera casual, por un reportero de la televisión cubana.

Pero la popularidad no nubló al joven, quien en 2007 ganó el Gran Premio en la Feria Internacional de Artesanía Iberoarte, y ahora está enfrascado en la elaboración del molde en yeso de una escultura de 2,85 metros de San Cristóbal, el patrón de La Habana.

"La idea es hacer un San Cristóbal que carga sobre sus hombros a Jesús, un niño para el que mi hijo Keyvan sirve de modelo, que tiene sobre sus ropas el escudo de La Habana", explica el escultor, cuya formación es totalmente autodidacta.

Esa escultura, que finalmente piensa fundir en bronce, será su regalo al aniversario 500 de La Habana, que se celebra en 2019.

Pero mientras dedica sus horas libres a ese proyecto escultórico, Fandiño sigue al frente de su singular librería, adonde cada día llegan muchos turistas, pero también cubanos, en busca de libros viejos o de antiguallas.

"Es complicado porque a veces uno está cocinando, llega el cliente y hay que parar para atenderlo, o estamos comiendo y también pasa lo mismo, pero el negocio nos ha funcionado hasta ahora y nos ha ido bien", asevera Digmara.

Las autoridades cubanas ya anunciaron que en diciembre próximo se reabrirá el otorgamiento de licencias para los cuentapropistas, como llaman en la isla a quienes tienen negocios fuera del sector estatal.

Por eso, el matrimonio espera sacar una licencia para abrir el bar y, al mismo tiempo, mantener el permiso de venta de libros.

"Queremos hacer un bar literario, el primero que habría en Cuba", afirma Fandiño, quien asegura que ya no pueden estar lejos de la interrelación con tantas personas de distintos países que le proporciona la venta de libros.

La pareja espera entonces que el futuro Bar Kubacalle sea un negocio que, más allá de la venta de bebidas, atraiga a amantes de la cultura, y en especial de la literatura.

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Yunielsi Fandiño (c), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, atendiendo clientes en la entrada de su casa, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de un joven leyendo un libro en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de mujeres observando libros en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de un estudiante leyendo un libro en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Digmara López, esposa de Yunielsi Fandiño, dueño de una casa convertida que funciona también como librería, cocinando en su casa en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Digmara López (i), esposa de Yunielsi Fandiño (d), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, revisando un libro junto a su hijo en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

 

 
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ESPECIAL: Vivir entre libros en el corazón de La Habana Vieja

Spanish.xinhuanet.com 2018-09-30 23:45:43

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Yunielsi Fandiño (i), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, atendiendo a una clienta extranjera, en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

LA HABANA, 30 sep (Xinhua) -- Digmara López se ha acostumbrado a cocinar, fregar y hacer los quehaceres hogareños mientras atiende a los clientes que llegan a la improvisada librería instalada en su minúscula casa en el centro colonial de La Habana.

Esta singular librería y venta de pequeñas antiguallas funciona desde hace ocho meses en el viejo inmueble donde vive con su esposo Yunielsi Fandiño, un joven escultor y restaurador, devenido librero por la fuerza de las circunstancias.

Resulta que estos jóvenes, nacidos en la oriental provincia de Holguín, viven desde hace 11 años en la capital de la isla y, después de ahorrar durante casi cuatro años, decidieron remodelar la casa para abrir un bar.

"Invertimos unos 14.000 pesos convertibles (alrededor de 14.000 dólares) en la remodelación para instalar el bar y, cuando casi todo estaba listo, los planes quedaron congelados", cuenta Fandiño.

El final de la remodelación coincidió con el congelamiento temporal de las licencias que otorgan las autoridades cubanas para abrir negocios privados, una decisión tomada a mediados del pasado año y encaminada a organizar mejor el sector.

La decisión gubernamental, aunque temporal, significó un duro golpe para la pareja que de buenas a primeras vio malograda la inversión de sus ahorros y, lo que es peor, quedaron en una crítica situación económica.

"Eso me llevó a buscar alternativas, y se me ocurrió la idea, con un grupo de libros que tenía, unas tres cajas, de montar este negocito para venderlos", explica Fandiño a Xinhua.

La falta de dinero lo obligó a innovar y por eso, aprovechando sus conocimientos de carpintería, desarmó la zapatera que tenían en el cuarto y la convirtió en un improvisado expositor de libros, tal como sucedió con la barra preparada para servir los tragos en el bar.

"El negocio fue creciendo poco a poco, en la misma medida que disminuía el espacio útil de la casa", dice el artista con una sonrisa, mientras su esposa lo observa con un aire de resignación.

La ayuda de amigos, que donaron libros y otros objetos, significó un impulso al emprendimiento del matrimonio, que además ahora vende viejas monedas, estampas, discos de vinilo y hasta antiguos carteles.

El éxito sorprendió a Fandiño, quien considera haber sido el último emprendedor en abrir una librería en La Habana Vieja, pero en realidad la fama llegó sobre la ola de publicidad gratuita que proporcionó un reportaje elaborado, casi de manera casual, por un reportero de la televisión cubana.

Pero la popularidad no nubló al joven, quien en 2007 ganó el Gran Premio en la Feria Internacional de Artesanía Iberoarte, y ahora está enfrascado en la elaboración del molde en yeso de una escultura de 2,85 metros de San Cristóbal, el patrón de La Habana.

"La idea es hacer un San Cristóbal que carga sobre sus hombros a Jesús, un niño para el que mi hijo Keyvan sirve de modelo, que tiene sobre sus ropas el escudo de La Habana", explica el escultor, cuya formación es totalmente autodidacta.

Esa escultura, que finalmente piensa fundir en bronce, será su regalo al aniversario 500 de La Habana, que se celebra en 2019.

Pero mientras dedica sus horas libres a ese proyecto escultórico, Fandiño sigue al frente de su singular librería, adonde cada día llegan muchos turistas, pero también cubanos, en busca de libros viejos o de antiguallas.

"Es complicado porque a veces uno está cocinando, llega el cliente y hay que parar para atenderlo, o estamos comiendo y también pasa lo mismo, pero el negocio nos ha funcionado hasta ahora y nos ha ido bien", asevera Digmara.

Las autoridades cubanas ya anunciaron que en diciembre próximo se reabrirá el otorgamiento de licencias para los cuentapropistas, como llaman en la isla a quienes tienen negocios fuera del sector estatal.

Por eso, el matrimonio espera sacar una licencia para abrir el bar y, al mismo tiempo, mantener el permiso de venta de libros.

"Queremos hacer un bar literario, el primero que habría en Cuba", afirma Fandiño, quien asegura que ya no pueden estar lejos de la interrelación con tantas personas de distintos países que le proporciona la venta de libros.

La pareja espera entonces que el futuro Bar Kubacalle sea un negocio que, más allá de la venta de bebidas, atraiga a amantes de la cultura, y en especial de la literatura.

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Yunielsi Fandiño (c), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, atendiendo clientes en la entrada de su casa, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de un joven leyendo un libro en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de mujeres observando libros en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba.  (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de un estudiante leyendo un libro en una casa convertida que funciona también como librería, en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Digmara López, esposa de Yunielsi Fandiño, dueño de una casa convertida que funciona también como librería, cocinando en su casa en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

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Imagen del 29 de septiembre de 2018 de Digmara López (i), esposa de Yunielsi Fandiño (d), dueño de una casa convertida que funciona también como librería, revisando un libro junto a su hijo en La Habana, Cuba. (Xinhua/Joaquín Hernández)

 

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