Por Noemí Galbán
LA HABANA, 15 sep (Xinhua) -- En tres ocasiones la destacada pintora cubana Flora Fong ha visitado China, país natal de su padre, y ha encontrado en cada una de ellas motivos para sentirse orgullosa de su descendencia.
En entrevista concedida a Xinhua, la renombrada artista plástica compartió sueños y añoranzas de esa lejana tierra asiática que desde muy niña formó parte de su vida y con el tiempo se imbricó en su arte para dar paso a una obra singular.
Su padre, Francisco Fong, como escogió llamarse cuando a mediados de la década de 1920 llegó a Cuba en la búsqueda de prosperidad económica y nuevas experiencias, constituye para la reconocida pintora un referente.
Nacido en el municipio de Taishan, al sur de la provincia de Guangdong, Francisco no regresó a China porque en esta nación caribeña encontró el amor en la oriental ciudad de Camagüey (550 kilómetros al este de La Habana) y creó su propia familia.
No obstante, Francisco Fong siempre les transmitió a sus hijos la admiración y respeto hacia una cultura que formaba parte de ellos.
Con la calidez, amabilidad, sencillez y serenidad que la caracterizan, Flora Fong recordó que cuando era niña su papá los convidaba a degustar algunos platos típicos de China.
Tanto a ella como a sus siete hermanos, aquellos manjares orientales les resultaban extraños, amargos en algunos casos, debido a los sabores poco familiares para quienes estaban más familiarizados con la sazón criolla de la madre cubana.
También vinieron a su memoria los regalos que les llevaba su progenitor tras los recurrentes viajes de negocios que realizaba a La Habana.
"Aprovechaba para comprarnos cosas lindas y nos compraba a las cinco hembras unos vestidos preciosos, pero todos del mismo color y mi mamá le decía que por qué los había comprado todos iguales y él le decía que en China era así", evocó la artista.
Anécdotas que Flora tuvo la dicha de constatar en 1989, tres años después de la muerte de su padre, cuando visitó Beijing por primera vez como parte de un intercambio cultural entre ambos países y su madre le pidió que tratara de encontrar a su familia china.
"Lo único que yo llevaba era el carnet de mi padre y lo presenté en un registro que tenía más de 100 años y ahí fue donde se encontró a mi familia", explicó Flora Fong, mientras rememoró la emoción que le causó conocer a 18 parientes cercanos.
"Ellos tenían un paquete de cartas que mi papá le mandaba a su hermano y a su familia, hasta fotos mías y de mis hermanas y hermanos me mostraron. No podía creer que los había encontrado", indicó.
En esa oportunidad Flora conoció que su nombre Qiu Yun significaba Nube de Otoño y su apellido realmente no era Fong, sino Kuang, pero la fonética y el desconocimiento de los caracteres chinos en la Cuba del siglo pasado, propiciaron esa modificación.
El segundo encuentro con sus familiares ocurrió en 1997, cuando participó en una exposición colectiva de artistas plásticos cubanos en el Palacio de los Trabajadores de la Ciudad Prohibida en Beijing.
Aunque lo que más atesora de ese viaje fue la visita que realizó a la aldea natal de su padre, cuyo paisaje rural le sorprendió gratamente al parecerle muy parecido a los campos de la isla.
"Toqué con un sentimiento aquellos ladrillos bastantes destruidos porque la familia no vivía ya allí. Se hizo una reunión familiar, entregué regalos, hicimos un recorrido. Visitar ese lugar significó mucho para mí porque pude ver cómo estaba China en aquella época", declaró.
Siete años después retornó a la tierra de sus antepasados, pero esta vez como parte de la exposición itinerante "Rodando se encuentran", organizada por el Consejo de la Plástica de Cuba, donde varios artistas caribeños mostraron sus obras en Shanghai, Fujian y Jiangsu.
"Yo quedé tan impresionada con la belleza de Shanghai. Admiré tantas cosas de allí, de los caminos a seguir y de cómo tratar de ponerse al día con lo mejor del mundo (...) con organización y sistematicidad. Sentí tanto orgullo que por mis venas también corra sangre china", dijo Flora.
Esa visita inspiró varios cuadros y más que todo, el interés de Flora de continuar investigando sobre sus raíces hasta llegar a estudiar en profundidad la historia de China y especialmente la dinastía Ming (1368-1644).
En esta dinastía encontró una nueva pasión y el basamento para su próxima serie titulada "Imagen, caligrafía y verso".
"Toda esa obra la sigo haciendo con el origen de la caligrafía china y porque en ese camino quiénes eran los grandes pintores, estaba todo unido, eran grandes intelectuales y el verso, la literatura, acompañaban siempre los paisajes y las obras plásticas", señaló.
Las creaciones en las que trabaja actualmente Flora Fong, son parte de un anhelo muy preciado, regresar a China con una exposición personal.
"Iría con una madurez alcanzada por los años y el trabajo continuo y llegar allí sería muy importante para mí. Sueño en hacerla en una galería importante o en cualquier otro lugar, lo importante es la obra y la voluntad de llegar a alcanzar ese sueño", reveló Flora Fong.
Sin la certeza aún, Flora no deja de crear ni de buscar pretextos, figuras, formas, composiciones, materiales adecuados y temas que le permitan imbricar la cultura china y la cubana.
Ataviada con su atuendo de pintar, decorado caprichosamente con las acuarelas y acrílicos que escapan de su pincel laborioso, hurga en su estudio-taller y muestra un cuadro aún por terminar.
En esa obra, lo aprendido en sus investigaciones de los periodos dinásticos chinos, las enseñanzas de los grandes filósofos, la naturaleza, la caligrafía y la pintura de paisaje de China que tanto aprecia, adquieren nuevas interpretaciones.
"Por ejemplo para pintar el huracán Irma (2017) utilicé un caracter antiguo que quiere decir castigo porque eso fue lo que nos dejó y el cuadro se sienta sobre ese caracter. Sobre esa poética estoy trabajando y mirando desde el Caribe hacia el oriente", dijo.
Asimismo, la pintora comentó que desea contribuir a ampliar el intercambio cultural entre los dos países y aunque la salud no acompaña muchas veces sus incesantes ganas de hacer, manifestó sentirse comprometida con esa idea.
"Gracias a la formación académica tan diversa que hay en Cuba, podemos aportar desde el punto de vista educacional de las artes en China. Ellos se nos han ido adelante con las tecnologías, han podido desarrollar otras vertientes de ese conocimiento y nos pueden ayudar", opinó.
Nuevos modos de continuar construyendo un puente cultural entre La Habana y Beijing, que hace más de un siglo comenzó a edificarse cuando llegaron los primeros emigrantes chinos a la isla y que Flora Fong, digna descendiente de esa transculturación, defiende y difunde en sus obras.