MADRID, 2 ago (Xinhua) -- El Museo Lázaro Galdiano, enclavado en el norte de la lujosa calle Serrano, en el centro de Madrid, representa como ninguno la "ruta oculta" del arte en España, siempre a la sombra de tres gigantes de la cultura de la capital como son el Museo del Prado, el Reina Sofía y el Thyssen-Bornemisza.
Los tres están entre los siete más visitados del país y reciben cada año a más de seis millones de visitantes, pero en ninguno se encuentra esa magia fácilmente perceptible del palacete que acoge el Lázaro Galdiano y que se mezcla con la sensación de paz y cautividad que se transmite al observar cualquiera de sus cientos de obras.
Las instalaciones son el antiguo hogar de José Lazaro (1862-1947), un humanista español del siglo XX. En la infinidad de sus salas, que permanecen intactas al paso del tiempo según se construyeron, residen obras que adquirió a lo largo de su vida en París, Roma, Venecia o en Nueva York, pero también piezas fundamentales del arte universal como los cuadros de aquelarres del maestro español Francisco de Goya (1746-1828).
"Es una colección de colecciones, pero yo creo que lo que más resalta es la calidad de las piezas que la componen. Eso lo hace un museo atractivo, ameno. Y si encima le sumas que está en un palacio precioso del siglo XX, de los pocos que quedan en Madrid, es un plus tremendo", afirma la conservadora jefe del museo, Carmen Espinosa, en entrevista exclusiva con Xinhua.
El Lázaro Galdiano encabeza, junto al Museo Sorolla, el del Romanticismo, el Cerralbo y el Nacional de Artes Decorativas, la ruta "Cinco Museos, otro Madrid", para todos aquellos que buscan disfrutar de esa "ruta oculta o paralela" de la cultura española.
Sin embargo, Espinosa destaca que la "diversidad" es la marca diferencial de esta pinacoteca silenciosa de techos altos respecto a otros museos.
"Aquí te puedes encontrar un Goya, un Rembrandt o un Greco. Pero además, también puedes hallar joyas, platas, armaduras, miniaturas, bronces o grabados. Es un museo completamente multidisciplinar, como lo fue José Lázaro", explica la conservadora.
Además, resalta la apuesta por colecciones de disciplinas alternativas y de artistas poco conocidos, que llegan al gran público a través de las exhibiciones temporales que el Lázaro Galdiano renueva cada mes.
Ahora alberga la carrera de Luis Masson en la exposición internacional de fotografía Photoespaña, un ciclo de pintura histórica. También una muestra de la obra dedicada a Roma de Henryk Dabrowski, un arquitecto polaco que mezcla en deliciosos cuadros la arquitectura y la pintura sobre escenas de la capital italiana.
Sin embargo, la vida de los museos pequeños no siempre es fácil en medio de las grandes pinacotecas madrileñas, como detalla Espinosa.
"Es difícil que los turistas lleguen aquí después de esa inmensa oferta que tenemos, pero si llegan disfrutarán como nunca de la tranquilidad para observar una obra de arte. Ojalá el Gobierno nos dedicase más fondos. Con más dinero, mejores condiciones: exposiciones temporales más atractivas, mejor iluminación y mejor cuidado de las obras", dice Espinosa.
La conservadora del Lázaro Galdiano remarca que su objetivo no es batir récords de llegadas ni conseguir atraer a millones de visitantes, sino continuar su apuesta por esa forma de entender el arte que conjuga belleza, calidad, intimidad y paz que mantiene la pinacoteca madrileña.
"Es una pequeña joya. Cuando la gente sale de aquí, lo hace preguntándonos cómo puede ser que este museo no sea tan conocido", concluye Espinosa al final de la visita, mientras se adentra en los preciosos jardines que rodean al Lázaro Galdiano y en los que los visitantes pueden relajarse tras el paseo o, simplemente, leer tranquilamente un libro acompañados de una bebida en pleno corazón de Madrid.
