WASHINGTON, 24 feb (Xinhua) -- La más reciente serie de sanciones de Washington sobre Pyongyang será un gesto indisputablemente indeseable y un riesgo que socave el actual esfuerzo internacional para mejorar la atmósfera en la península de Corea.
Las sanciones, las "más amplias" y "más pesadas" emitidas por la administración Trump para sancionar a quienes Washington considera que tienen que ver con el financiamiento del programa nuclear de Pyongyang, vienen junto con su amenaza de llevar a Estados Unidos a una "muy desafortunada" opción militar, mientras surge la posibilidad de conversaciones intercoreanas.
No es difícil percibir la decepción de Washington después de que su estrategia de "máxima presión" de un año no haya logrado que la República Popular Democrática de Corea (RPDC) se dé por vencida y regrese a la mesa de negociación.
Cualquiera que sea la respuesta de la RPDC, el intolerante gusto de la administración Trump por "el palo" sigue enviando un preocupante mensaje amenazador al mundo de que la oportunidad de la paz a través de los Juegos Olímpicos es frágil.
A pesar de la promesa de no buscar un "cambio de régimen" en Pyongyang, la búsqueda persistente de EEUU en mantener su agresiva retórica y los ejercicios militares ha probado que reforzaron el sentido de inseguridad de la RPDC en vez de apaciguarlo.
La más reciente ronda de sanciones, y los ejercicios militares conjuntos que posiblemente se realizarán justo después de que terminen los Juegos Olímpicos de Invierno, son contrarios al espíritu de las correspondientes resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que piden conversaciones, y harán poco para reducir la desconfianza entre Washington y Pyongyang.
Además, la acción es contraria al aclamado compromiso de Estados Unidos de dialogar sin condiciones.
El compromiso directo entre Estados Unidos y la RPDC requiere de una participación constructiva de ambas partes. Nada puede ser más inoportuno y contraproducente que dar marcha atrás a los esfuerzos internacionales de mediación y rechazar la oportunidad del diálogo.
La única forma posible para reducir tensiones en la península es a través de conversaciones. En este momento clave, todos los involucrados deben mostrar su sinceridad para mantener el actual impulso positivo en la península y hacer una sustancial contribución para la reapertura de esos tan necesitados diálogos.
Para Washington no hay mejor alternativa para exhibir su sinceridad para ayudar a lograr la paz en la región que detener sus bravuconadas y dejar de enseñar los músculos.
El frágil balance de poder y la oportunidad de la paz en la península ya no se pueden permitir un ambiente belicoso y el círculo vicioso que genera.
