COMENTARIO: El polémico retorno de EEUU a la obsoleta Doctrina Monroe sobre Latinoamérica

Spanish.xinhuanet.com   2018-02-03 19:15:43

Por Fernando Muñoz

BEIJING, 3 feb (Xinhua) -- Al parecer la pesadilla de América Latina está de vuelta. El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, afirmó que la Doctrina Monroe "ha sido un éxito" y "es tan relevante hoy como lo fue el día en que fue escrita" en 1823.

Tan solo cuatro años atrás, su predecesor John Kerry anunció que "la era de la Doctrina de Monroe se terminó". Pero ahora, Tillerson quiere hacer un viraje brusco.

En la celebración de su primer año al frente del Departamento de Estado, el jefe de la diplomacia estadounidense ofreció un discurso en su alma mater, la Universidad de Texas, horas antes de iniciar un periplo por Latinoamérica, que lo llevará a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica.

Y como si fuera un "déjà vu", un término francés que se usa para algo que ya se había visto antes, Tillerson advirtió a los gobiernos latinoamericanos del avance de países extranjeros "predadores", al igual que hace más de dos siglos la Doctrina Monroe quería evitar las intervenciones desde fuera del continente americano.

En ese entonces, el presidente James Monroe aseguró que cualquier intervención de los países europeos en América sería tomada con un acto de agresión para EEUU, y se acuñó la frase "América para los americanos" o como muchos historiadores y críticos han advertido que realmente debe ser entendida "América para los estadounidenses".

Con ello, Estados Unidos logró reducir la influencia de las potencias coloniales europeas en América Latina y el Caribe, para finalmente convertir a la región en su "patio trasero" mediante intervenciones directas e indirectas.

Desde entonces y por 200 años las relaciones de EEUU con Latinoamérica estuvieron marcadas por esa visión que convirtió a sus vecinos del sur en su "patio trasero" e inspiró a Washington a realizar varias intervenciones militares en República Dominicana, Granada, Panamá, Cuba, Chile, Guatemala, Nicaragua y Haití.

El fracaso de las reformas neoliberales impulsadas por Estados Unidos en Latinoamérica, sumado a la perdida de importancia de la región para Washington tras los ataques el 11 de septiembre de 2001, llevó a que la influencia estadounidense en la región se disminuiera notablemente.

Además, la llegada al poder en varios países latinoamericanos de gobiernos progresistas de izquierda que mantenían su independencia de Washington y la aproximación a nuevos socios que proponían relaciones simétricas basadas en el respeto de las diferencias alertó a la Casa Blanca.

La administración de Barack Obama anunció en 2013 que la era de la Doctrina Monroe había terminado y pronosticó una nueva en la que EEUU y Latinoamérica serían socios con iguales derechos, se acercó a Cuba y mostró un mayor interés en los asuntos de la región.

Sin embargo, entre bastidores, Washington afiló su estrategia para propiciar un nuevo panorama político en América Latina proclive a sus intereses, y así inició una campaña de desprestigio y desestabilización económica con la que busca sacar a los gobiernos progresistas.

De repente, las expectivas se vieron frustradas en Latinoamérica. Justo en el momento en que Donald Trump asumió la presidencia, en la región se sintió con angustia la frialdad de sus declaraciones sobre temas como la inmigración y la construcción de un muro que dividiera a EEUU y México.

Poco después, la administración de Trump blandió el Gran Garrote hacia Cuba y Venezuela, protagonizando un retroceso desde el histórico acercamiento con Cuba y emitiendo una serie de sanciones contra Venezuela con el propósito de impulsar un cambio del actual gobierno a través de medidas irregulares y antidemocráticas.

Algo aún peor, en su primer aniversario como jefe de la diplomacia estadounidense, Tillerson desempolva la Doctrina Monroe y esta vez sus dardos apuntan a las relaciones estables y simétricas que han establecido los países latinoamericanos.

China y Rusia, a quienes calificó como los "predadores" que están "apareciendo en el hemisferio", fueron el objetivo de su discurso. A China la acusó de tener "prácticas de comercio injustas" que han perjudicado varios sectores como el manufacturero.

Tillerson parece olvidar que desde principios del siglo XIX y hasta finales del siglo pasado, durante todo el tiempo que ha durado la Doctrina Monroe, el papel económico que Estados Unidos, autoproclamado por el funcionario como el socio más estable, fuerte y duradero, desempeñó en la región fue avasallador, apropiándose de enormes territorios y riquezas.

La excesiva dependencia de la región hacia Estados Unidos no logró llevar prosperidad ni seguridad a los países latinoamericanos, motivo por el cual la región se decide a diversificar sus relaciones, tanto económicas como políticas, con otros países del mundo para reducir esa dependencia y buscar una mayor inserción en el sistema internacional.

A cambio del proteccionismo de Estados Unidos, las políticas chinas, propensas al libre comercio y la globalización, incluida la iniciativa de la Franja y la Ruta, ofrecen diferentes alternativas para Latinoamérica que puedan satisfacer las necesidades mutuas.

La advertencia de Tillerson sobre la Doctrina Monroe no puede ser tomada a la ligera por las naciones latinoamericanas y caribeñas, las cuales deben tener en cuenta el peso de la historia. Ahora, en medio de tantas políticas impopulares de Estados Unidos hacia Latinoamérica, es el momento para que la región elija su propio camino sin obedecer a ningún patrón y mucho menos al Tío Sam.

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COMENTARIO: El polémico retorno de EEUU a la obsoleta Doctrina Monroe sobre Latinoamérica

Spanish.xinhuanet.com 2018-02-03 19:15:43

Por Fernando Muñoz

BEIJING, 3 feb (Xinhua) -- Al parecer la pesadilla de América Latina está de vuelta. El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, afirmó que la Doctrina Monroe "ha sido un éxito" y "es tan relevante hoy como lo fue el día en que fue escrita" en 1823.

Tan solo cuatro años atrás, su predecesor John Kerry anunció que "la era de la Doctrina de Monroe se terminó". Pero ahora, Tillerson quiere hacer un viraje brusco.

En la celebración de su primer año al frente del Departamento de Estado, el jefe de la diplomacia estadounidense ofreció un discurso en su alma mater, la Universidad de Texas, horas antes de iniciar un periplo por Latinoamérica, que lo llevará a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica.

Y como si fuera un "déjà vu", un término francés que se usa para algo que ya se había visto antes, Tillerson advirtió a los gobiernos latinoamericanos del avance de países extranjeros "predadores", al igual que hace más de dos siglos la Doctrina Monroe quería evitar las intervenciones desde fuera del continente americano.

En ese entonces, el presidente James Monroe aseguró que cualquier intervención de los países europeos en América sería tomada con un acto de agresión para EEUU, y se acuñó la frase "América para los americanos" o como muchos historiadores y críticos han advertido que realmente debe ser entendida "América para los estadounidenses".

Con ello, Estados Unidos logró reducir la influencia de las potencias coloniales europeas en América Latina y el Caribe, para finalmente convertir a la región en su "patio trasero" mediante intervenciones directas e indirectas.

Desde entonces y por 200 años las relaciones de EEUU con Latinoamérica estuvieron marcadas por esa visión que convirtió a sus vecinos del sur en su "patio trasero" e inspiró a Washington a realizar varias intervenciones militares en República Dominicana, Granada, Panamá, Cuba, Chile, Guatemala, Nicaragua y Haití.

El fracaso de las reformas neoliberales impulsadas por Estados Unidos en Latinoamérica, sumado a la perdida de importancia de la región para Washington tras los ataques el 11 de septiembre de 2001, llevó a que la influencia estadounidense en la región se disminuiera notablemente.

Además, la llegada al poder en varios países latinoamericanos de gobiernos progresistas de izquierda que mantenían su independencia de Washington y la aproximación a nuevos socios que proponían relaciones simétricas basadas en el respeto de las diferencias alertó a la Casa Blanca.

La administración de Barack Obama anunció en 2013 que la era de la Doctrina Monroe había terminado y pronosticó una nueva en la que EEUU y Latinoamérica serían socios con iguales derechos, se acercó a Cuba y mostró un mayor interés en los asuntos de la región.

Sin embargo, entre bastidores, Washington afiló su estrategia para propiciar un nuevo panorama político en América Latina proclive a sus intereses, y así inició una campaña de desprestigio y desestabilización económica con la que busca sacar a los gobiernos progresistas.

De repente, las expectivas se vieron frustradas en Latinoamérica. Justo en el momento en que Donald Trump asumió la presidencia, en la región se sintió con angustia la frialdad de sus declaraciones sobre temas como la inmigración y la construcción de un muro que dividiera a EEUU y México.

Poco después, la administración de Trump blandió el Gran Garrote hacia Cuba y Venezuela, protagonizando un retroceso desde el histórico acercamiento con Cuba y emitiendo una serie de sanciones contra Venezuela con el propósito de impulsar un cambio del actual gobierno a través de medidas irregulares y antidemocráticas.

Algo aún peor, en su primer aniversario como jefe de la diplomacia estadounidense, Tillerson desempolva la Doctrina Monroe y esta vez sus dardos apuntan a las relaciones estables y simétricas que han establecido los países latinoamericanos.

China y Rusia, a quienes calificó como los "predadores" que están "apareciendo en el hemisferio", fueron el objetivo de su discurso. A China la acusó de tener "prácticas de comercio injustas" que han perjudicado varios sectores como el manufacturero.

Tillerson parece olvidar que desde principios del siglo XIX y hasta finales del siglo pasado, durante todo el tiempo que ha durado la Doctrina Monroe, el papel económico que Estados Unidos, autoproclamado por el funcionario como el socio más estable, fuerte y duradero, desempeñó en la región fue avasallador, apropiándose de enormes territorios y riquezas.

La excesiva dependencia de la región hacia Estados Unidos no logró llevar prosperidad ni seguridad a los países latinoamericanos, motivo por el cual la región se decide a diversificar sus relaciones, tanto económicas como políticas, con otros países del mundo para reducir esa dependencia y buscar una mayor inserción en el sistema internacional.

A cambio del proteccionismo de Estados Unidos, las políticas chinas, propensas al libre comercio y la globalización, incluida la iniciativa de la Franja y la Ruta, ofrecen diferentes alternativas para Latinoamérica que puedan satisfacer las necesidades mutuas.

La advertencia de Tillerson sobre la Doctrina Monroe no puede ser tomada a la ligera por las naciones latinoamericanas y caribeñas, las cuales deben tener en cuenta el peso de la historia. Ahora, en medio de tantas políticas impopulares de Estados Unidos hacia Latinoamérica, es el momento para que la región elija su propio camino sin obedecer a ningún patrón y mucho menos al Tío Sam.

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