COMENTARIO: El mundo debe seguir alerta ante militarismo japonés 80 años después

Spanish.xinhuanet.com   2017-07-07 12:13:10

BEIJING, 7 jul (Xinhua) -- Este viernes se celebra el 80º aniversario del conocido como incidente del 7 de julio, que desencadenó la invasión a gran escala de China por parte de Japón en 1937 y obligó al pueblo chino a combatirla en los siguientes ocho años con enorme sufrimiento y sacrificio.

Ocho años después, los pocos testigos de la embestida japonesa que aún sobreviven recuerdan a los chinos y a todos los amantes de la paz que no deben dejar que el histórico evento se desvanezca en la memoria del tiempo.

Recordar el incidente no debería ser una mera recopilación amarga de la tragedia, sino alentarnos a protegernos contra los actuales sentimientos revisionistas de la derecha japonesa, que también conmemora el incidente pero dándole un giro vergonzoso con el que encubre los crímenes bélicos de sus autores.

En el también conocido como incidente del puente de Marco Polo, el Ejército japonés, con el pretexto absurdo de buscar a un soldado desaparecido en la localidad de Wanping, cerca de Beijing, desató la invasión japonesa a gran escala de China, la cual supuso un gran impacto en la historia contemporánea china.

El suceso se considera el comienzo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, aunque lo cierto es que Japón ya había ocupado por la fuerza el noreste chino (Manchuria) en 1931, colonizando brutalmente la región, rica en recursos, mediante el régimen marioneta de Manchukuo.

El Gobierno chino, como tributo al sacrificio hecho por todos los que lucharon contra los invasores japoneses antes de 1937, decidió el pasado enero revisar los libros de texto históricos y fijar el comienzo de la guerra en 1931.

Yasuhisa Kawamura, entonces secretario de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, respondió que China no tenía la potestad de decidir cuándo había comenzado el conflicto e instó a ambos países a no "centrarse excesivamente en el desafortunado pasado".

Al describir frívolamente como "desafortunado" el enorme sufrimiento infligido por el militarismo japonés a China y otros países asiáticos, Kawamura mostró lo reacio e insincero que es Tokio al afrontar sus crímenes de guerra.

Desde que Japón se rindió incondicionalmente a las fuerzas aliadas en agosto de 1945, los grupos de derecha, obsesionados con la guerra, han tratado de justificar los atroces crímenes bélicos del país. El hecho de que estos esfuerzos no tengan visos de reducirse rebate claramente la idea de que China,como dijo Kawamura, esté excesivamente centrada en el pasado.

Ignorando totalmente los hechos históricos, los derechistas japoneses siguen distorsionando lo que ocurrió durante el incidente del puente de Marco Polo al reclamar que China disparó primero y responsabilizarla así de la expansión de la guerra.

China no fue la única víctima de la agresión japonesa.

Las militaristas japonesas consideraban que los ciudadanos de los países vecinos pertenecían a "naciones inferiores". Japón justificó su colonización e invasión de Asia-Pacífico como una manera de ayudar a sus vecinos a constituir países civilizados con el pretexto de que no eran capaces de hacerlo por sí mismos.

Hoy en día las fuerzas de derecha japonesas han trabajado febrilmente para modificar la historia y han reclamado que la hegemonía de Japón en Asia se justificaba por la necesidad de liberar a los países asiáticos de los regímenes coloniales occidentales.

El objetivo de Japón es simple: revocar el orden internacional postbélico, así como las sentencias dictadas contra los criminales de guerra japoneses por el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente.

China ya no es tan débil y vulnerable como hace 80 años, pero la actitud conflictiva de la derecha japonesa hacia ella apenas ha cambiado.

Los intentos incesantes del primer ministro japonés, Shinzo Abe, de modificar la Constitución pacífica japonesa van ganando terreno. No pasará mucho tiempo antes de que las Fuerzas de Autodefensa de Japón tengan la facultad de invadir otros países.

Considerando lo ocurrido hace 80 años, ni China ni la comunidad internacional deberían tomar a la ligera la influencia de la derecha japonesa si quieren evitar que se repita la catástrofe de 1937.

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BEIJING, 7 jul (Xinhua) -- Este viernes se celebra el 80º aniversario del conocido como incidente del 7 de julio, que desencadenó la invasión a gran escala de China por parte de Japón en 1937 y obligó al pueblo chino a combatirla en los siguientes ocho años con enorme sufrimiento y sacrificio.

Ocho años después, los pocos testigos de la embestida japonesa que aún sobreviven recuerdan a los chinos y a todos los amantes de la paz que no deben dejar que el histórico evento se desvanezca en la memoria del tiempo.

Recordar el incidente no debería ser una mera recopilación amarga de la tragedia, sino alentarnos a protegernos contra los actuales sentimientos revisionistas de la derecha japonesa, que también conmemora el incidente pero dándole un giro vergonzoso con el que encubre los crímenes bélicos de sus autores.

En el también conocido como incidente del puente de Marco Polo, el Ejército japonés, con el pretexto absurdo de buscar a un soldado desaparecido en la localidad de Wanping, cerca de Beijing, desató la invasión japonesa a gran escala de China, la cual supuso un gran impacto en la historia contemporánea china.

El suceso se considera el comienzo de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, aunque lo cierto es que Japón ya había ocupado por la fuerza el noreste chino (Manchuria) en 1931, colonizando brutalmente la región, rica en recursos, mediante el régimen marioneta de Manchukuo.

El Gobierno chino, como tributo al sacrificio hecho por todos los que lucharon contra los invasores japoneses antes de 1937, decidió el pasado enero revisar los libros de texto históricos y fijar el comienzo de la guerra en 1931.

Yasuhisa Kawamura, entonces secretario de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, respondió que China no tenía la potestad de decidir cuándo había comenzado el conflicto e instó a ambos países a no "centrarse excesivamente en el desafortunado pasado".

Al describir frívolamente como "desafortunado" el enorme sufrimiento infligido por el militarismo japonés a China y otros países asiáticos, Kawamura mostró lo reacio e insincero que es Tokio al afrontar sus crímenes de guerra.

Desde que Japón se rindió incondicionalmente a las fuerzas aliadas en agosto de 1945, los grupos de derecha, obsesionados con la guerra, han tratado de justificar los atroces crímenes bélicos del país. El hecho de que estos esfuerzos no tengan visos de reducirse rebate claramente la idea de que China,como dijo Kawamura, esté excesivamente centrada en el pasado.

Ignorando totalmente los hechos históricos, los derechistas japoneses siguen distorsionando lo que ocurrió durante el incidente del puente de Marco Polo al reclamar que China disparó primero y responsabilizarla así de la expansión de la guerra.

China no fue la única víctima de la agresión japonesa.

Las militaristas japonesas consideraban que los ciudadanos de los países vecinos pertenecían a "naciones inferiores". Japón justificó su colonización e invasión de Asia-Pacífico como una manera de ayudar a sus vecinos a constituir países civilizados con el pretexto de que no eran capaces de hacerlo por sí mismos.

Hoy en día las fuerzas de derecha japonesas han trabajado febrilmente para modificar la historia y han reclamado que la hegemonía de Japón en Asia se justificaba por la necesidad de liberar a los países asiáticos de los regímenes coloniales occidentales.

El objetivo de Japón es simple: revocar el orden internacional postbélico, así como las sentencias dictadas contra los criminales de guerra japoneses por el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente.

China ya no es tan débil y vulnerable como hace 80 años, pero la actitud conflictiva de la derecha japonesa hacia ella apenas ha cambiado.

Los intentos incesantes del primer ministro japonés, Shinzo Abe, de modificar la Constitución pacífica japonesa van ganando terreno. No pasará mucho tiempo antes de que las Fuerzas de Autodefensa de Japón tengan la facultad de invadir otros países.

Considerando lo ocurrido hace 80 años, ni China ni la comunidad internacional deberían tomar a la ligera la influencia de la derecha japonesa si quieren evitar que se repita la catástrofe de 1937.

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