Por Raimundo Urrechaga
LA HABANA, 14 jun (Xinhua) -- Ante la incertidumbre por el posible anuncio de una nueva política hacia Cuba por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, muchos pobladores de la isla se preguntan qué alcance pueden tener las futuras medidas de la Casa Blanca.
"La extrema derecha de Miami está interesada en volver a esa vieja política, porque esos sectores vivieron económicamente de esa confrontación durante más de 50 años, y fue el contribuyente norteamericano el que financió de su bolsillo esa política fracasada", dijo a Xinhua el académico y profesor universitario, Esteban Morales.
Según el experto en temas de Cuba y Estados Unidos, un viraje por parte de Washington para endurecer los vínculos entre los dos países puede tener un impacto directo en los diálogos iniciados tras el restablecimiento de relaciones.
Diversas fuentes de la administración y medios de prensa estadounidenses anunciaron que Trump visitará el viernes Miami, epicentro del radical exilio cubano, donde puede dar a conocer el resultado de una revisión sobre la política de normalización de relaciones con Cuba iniciada por su predecesor, Barack Obama.
Aunque se descarta que el mandatario estadounidense ordene el cierre de la embajada de Estados Unidos en La Habana, sí se prevén medidas en temas económicos, así como una reducción en la cantidad de categorías que no requieren licencias del gobierno estadounidense para que sus ciudadanos puedan visitar Cuba.
De acuerdo con reportes de prensa, Trump evalúa incluir en su nueva política una prohibición a las firmas estadounidenses para hacer negocios con empresas asociadas a las fuerzas armadas cubanas.
Un regreso al pasado, aunque con matices distintos, pueden caracterizar este anuncio, que a su vez cumple una de las promesas que el jefe de Estado estadounidense hizo durante su campaña electoral.
"Pueden verse afectados los acercamientos en términos de cooperación, colaboración científico-técnica y el proceso de avanzar hacia una normalización en las relaciones. Sin embargo, se vería limitado el interés de ciertos sectores norteamericanos de acercarse económicamente a Cuba", explicó Morales en entrevista con Xinhua.
En los primeros meses de su mandato, Trump se ha referido en pocas ocasiones a los lazos con La Habana, una señal de que los cambios por venir pueden ser eminentemente políticos o quedarse en la retórica para complacer al auditorio de Miami.
El martes, durante una audiencia en el Senado estadounidense, el secretario de Estado de esa nación, Rex Tillerson, dijo que Washington continuará la actividad comercial y de intercambio con Cuba si el gobierno del presidente cubano, Raúl Castro, "cambia su postura o comportamiento en materia de derechos humanos".
Raúl Castro declaró este año que la isla está dispuesta a continuar cooperando y negociando los asuntos bilaterales pendientes con el nuevo gobierno de Estados Unidos, pero advirtió que La Habana no realizará concesiones inherentes a su soberanía para tener mejores relaciones con Washington.
Para el académico cubano, éste es un tema espinoso entre los dos países, pues no se trata que en un debate sobre derechos humanos y democracia Estados Unidos le "imponga" condiciones a Cuba, sino más bien de una negociación.
"Cuba está dispuesta a negociar con Estados Unidos de igual a igual en términos de derechos humanos, pero en esa mesa de discusión también tiene que debatirse la situación de violación a los derechos humanos en los Estados Unidos, porque nosotros también tenemos preocupaciones en ese tema", precisó Morales.
Según el profesor cubano, incluir temas de carácter económico o del limitado intercambio comercial en la futura política hacia Cuba, puede ser muy impopular entre los sectores estadounidenses que abogan cada día más por el acercamiento con la isla.
"Sería muy duro revertir los vuelos comerciales, los cruceros, el auge de visitantes norteamericanos a Cuba y otros negocios, porque un sector financiero importante del propio gremio de Trump le reclamaría por una movida de ese tipo", indicó.
En los primeros cinco meses de este año 284.565 ciudadanos estadounidenses visitaron Cuba bajo las 12 categorías que permite el gobierno norteamericano, las cuales incluyen contactos pueblo a pueblo, intercambios académicos, culturales y educativos.
Esta cifra, divulgada el martes por el embajador cubano en Washington, José Ramón Cabañas, representa la misma cantidad de estadounidenses que visitaron Cuba en todo 2016.
"Si Trump tiene interés de hacer más difícil que los norteamericanos vengan a Cuba a través de prohibiciones o licencias especiales, pienso que va a fracasar. Sería una medida que no se sostendría en el tiempo", aseguró.
Un reciente sondeo publicado por la agencia de viajes "Insight" Cuba mostró que seis de cada 10 estadounidenses piensan visitar la isla en los próximos dos años, una cifra que puede incrementar el número de visitantes de esa nación a casi dos millones al año.
Antes de concluir su mandato, el entonces presidente Barack Obama relajó ciertos aspectos del bloqueo económico hacia la isla,y permitió a varias empresas de su país iniciar operaciones en ella.
Google instaló servidores en Cuba, Starwood gestiona un hotel cinco estrellas en La Habana y numerosas aerolíneas iniciaron en 2016 vuelos regulares comerciales a distintas ciudades del país.
Varias empresas de cruceros operan hacia La Habana y otros destinos, mientras que Airbnb, la compañía más grande del mundo para hacer reservaciones de hospedaje a través de internet, permite a los estadounidenses alojarse en casas particulares cubanas.
"Trump podrá lograr mediante una orden ejecutiva volver a una política recalcitrante hacia Cuba, pero terminaría como el resto de los presidentes que quisieron seguir ese camino que fue el fracaso. Ya hay un camino que (se) inició y sería muy difícil darle vuelta atrás completamente", subrayó el experto.
En diciembre de 2014, en el mayor cambio en las relaciones entre La Habana y Washington en cinco décadas, Obama anunció planes para normalizar los lazos con Cuba, una medida que suscitó el apoyo de la mayoría del pueblo estadounidense.
Desde entonces, mejoraron los lazos diplomáticos, sociales y comerciales entre los dos países, al tiempo que ha provocado un "boom" turístico en la nación caribeña.