BEIJING, 29 abr (Xinhua) -- En medio de una escalada de las tensiones en la península coreana, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple este sábado sus primeros 100 días en la Casa Blanca.
Los últimos días la Administración Trump ha suavizado la extrema dureza de su postura anterior sobre el plan nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), y ha optado por un enfoque algo más mesurado.
En un comunicado conjunto emitido el miércoles, el secretario de Estado, Rex Tillerson, el jefe de la defensa estadounidense, James Mattis, y el director de la Inteligencia Nacional, Dan Coats, afirmaron que Trump busca desnuclearizar Pyongyang a través de "la búsqueda de medidas diplomáticas con (...) los socios regionales". "Permanecemos abiertos a la negociación", añadían.
Desde que llegó a la Casa Blanca, el nuevo líder en Washington ha advertido en repetidas ocasiones a la RPDC por sus ambiciones nucleares. La decisión de Trump de bombardear Siria y Afganistán ha dado algo de crédito a la amenaza de que su Administración tiene "todas las opciones sobre la mesa" para desnuclearizar la península coreana.
Para presionar más a la RPDC, el grupo de ataque del portaaviones Carl Vinson de la Marina estadounidense se está acercando a la península. Washington reflexiona si aplicar una nueva ronda de sanciones de la ONU contra el país asiático y dio a entender la posibilidad de volver a situarlo en la lista de patrocinadores del terrorismo.
Pyongyang no se ha movido. Sok Chol Won, un funcionario de la Academia de Ciencias Sociales del país, afirmó el miércoles en una entrevista con la CNN que mientras EEUU continúe sus actos hostiles de agresión, la RPDC no parará nunca de realizar pruebas nucleares y de misiles. Un día antes, su Ejército había realizado los ejercicios con fuego real más grandes de su historia.
Los dos adversarios parecen encerrados en un círculo vicioso de acción-reacción, por lo que deben andar con cautela para no hacer estallar otra guerra en la región.
En primer lugar, Washington puede que tenga que finalizar el estado de guerra en la península y comenzar afrontar seriamente las grandes preocupaciones por la seguridad que tiene Pyongyang, de modo que esta capital tenga la tranquilidad de que su Gobierno no estará en riesgo una vez que abandone su programa nuclear.
Estados Unidos también tiene que mostrar flexibilidad en sus políticas y hacer esfuerzos tangibles similares a las propuestas de Beijing.
Mientras China hace lo que pueda para unir a la comunidad internacional para enfriar la situación, la Administración Trump tiene que reconsiderar las preocupaciones de seguridad de Beijing y su firme rechazo a la instalación del sistema antimisiles estadounidense THAAD en suelo surcoreano.
La RPDC también tiene que ofrecer una razón sólida a EEUU para que cambie su política punitiva por un tono más comunicativo. La tarea más apremiante para Pyongyang en ese momento y en el futuro es estimular el desarrollo económico nacional, no intentar explosiones nucleares.
Si ambas partes son incapaces de hacer estas concesiones, entonces no solo los dos países, si no la región entera y todo el mundo acabarán pagando un altísimo precio por una posible confrontación.
Durante su reunión este mes, el presidente chino, Xi Jinping, en Mar-a-Lago, Florida, le explicó a Trump la historia de Corea, según contó el propio mandatario estadounidense, que admitió haberse dado cuenta de que "no es fácil" gestionar la situación en la península.
Cuando la Administración Trump llega a sus 100 días, necesita apreciar aún más la complejidad de las tensiones regionales, y tener la suficiente paciencia y cabeza fría para unirse a otras partes implicadas para surcar la difícil situación en la península de Corea.