BEIJING, 14 feb (Xinhua) -- La reciente propuesta de un polémico impuesto fronterizo para las importaciones, presentado por los republicanos de la Cámara de EEUU, no solo entorpecerá las reglas del comercio global y dañará los intereses de los socios comerciales de Washington, sino que también perjudicará a los consumidores estadounidenses y a la influencia global del país.
Aunque existen algunas buenas intenciones detrás del proyecto de ley, incluyendo aumentar la competitividad de los productos estadounidenses y fomentar las condiciones favorables para la industria manufacturera doméstica, nunca podrá conseguir los objetivos sin pagar un precio aún mayor.
El plan de impuestos fronterizos asombró inmediatamente a la Unión Europea (UE) y a otros aliados de EEUU, y podría provocar la mayor disputa en la Organización Mundial del Comercio, ya que va en contra de los principios económicos básicos y de las reglas comerciales mundiales establecidas.
Un aumento radical de los impuestos sobre las importaciones pondría una gran carga sobre los hombros de los consumidores domésticos, los minoristas y otros negocios, así como sobre los socios comerciales extranjeros de EEUU.
La alteración unilateral del equilibrio comercial podría provocar contramedidas de otros países, incluso una reacción en cadena de todo el panorama comercial global, con el peor escenario posible siendo una guerra comercial que provoque pérdidas para todas las partes.
China, cuyo mayor socio comercial es la UE y que está llevando a cabo una mejora económica moviéndose hacia una producción de mayor calidad y dependiendo más del consumo doméstico, será posiblemente la menos afectada por el impuesto fronterizo de EEUU.
Sin embargo, ya que China es el mayor socio comercial de EEUU y el tercer destino de las exportaciones del país norteamericano, el impuesto fronterizo hará más mal que bien a EEUU. En los últimos ocho años, las importaciones estadounidenses a China han visto un aumento del 66,4 por ciento, según las estadísticas oficiales.
Por una parte, los consumidores estadounidenses se verán forzados a apretarse los cinturones por el aumento de los precios de las importaciones, sin contar con productos alternativos de confianza, bajando así aún más sus estándares de vida, que ya se han visto duramente golpeados tras la crisis financiera de 2008.
Por otro lado, el impuesto fronterizo podría llevar a los principales socios comerciales de Washington a separarse de EEUU y confiar más los unos en los otros para conseguir acuerdos favorables de libre comercio que podrían compensar cualquier ventaja competitiva de los exportadores estadounidenses conseguida por el plan del impuesto fronterizo.
Washington podría incluso ver una disminución indeseada de su influencia global como resultado de unas debilitadas relaciones comerciales con los principales países del mundo.
Una fuerte oposición y la advertencia de posibles represalias por parte de la UE, cuyo mayor socio comercial es EEUU, es un recordatorio para la Administración Trump de que la tendencia al proteccionismo podría ser mortal para sus relaciones de amistad.
