BEIJING, 8 feb (Xinhua) -- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quiere eliminar las amenazas de seguridad externas a través de una prohibición de viajes, pero un atajo de este tipo sería de poca utilidad y una ruina latente para la lucha global contra el terrorismo.
El equipo de Trump intentó este martes defender en una corte de apelaciones estadounidense la legitimidad y eficacia de la prohibición de entrada de personas de siete países de mayoría musulmana y de todos los refugiados.
La orden ejecutiva se está enfrentando a una fuerte oposición dentro del país y a polémicas generalizadas en todo el mundo, y fue suspendida por un juez federal de EEUU la semana pasada. La batalla legal ya ha desencadenado una crisis política a nivel nacional, y puede fracturar aún más al país en varios frentes, por causa de raza y de religión.
Washington puede tener sus motivos para emitir una orden así, pero la prohibición conlleva varios defectos lógicos y éticos.
Desde los ataques del 11-S de 2001, la mayoría de los ataques terroristas mortales ocurridos en suelo estadounidense fueron llevados a cabo por no musulmanes.
De los siete países de la lista del veto, los ciudadanos de cinco de ellos nunca han cometido actos terroristas dentro de Estados Unidos. Para mejorar su seguridad, Washington tiene que lidiar primero con su antiguo problema de violencia con las armas de fuego.
Mientras tanto, elementos radicales de todo el mundo podrían utilizar el veto para justificar aún más sus causas despiadadas y para conseguir más reclutas. Esta es una grave amenaza, no solo para la seguridad de EEUU, sino para la del resto del mundo.
Además, la orden de Trump muestra que su administración no reconoce correctamente la responsabilidad necesaria para llevar a cabo una lucha global contra el terrorismo.
Países afectados por el veto como Irak, Libia y Siria han sido victimizados por el terrorismo debido a que gobiernos estadounidenses anteriores y otras potencias occidentales intervinieron de manera deliberada movidos por intereses propios.
Como resultado, millones de sirios y pueblos de otros países de la región se han quedado sin casa y sin esperanza.
Con el veto, EEUU ha cerrado la puerta a los refugiado que debía acoger. Lo que es peor, podría sentar un precedente erróneo para otros países que también participan de los esfuerzos por aceptar a estos trágicos inmigrantes.
Ninguna red de protección puede ser lo suficientemente expansiva e impenetrable como para garantizar una seguridad absoluta si no se erradican las causas principales que cultivan el terrorismo y otros pensamientos extremistas.
La Administración Trump necesita trabajar con el resto del mundo en esta dura lucha, no solo arreglar sus propias vallas.