ESPECIAL: Casamenteros chinos pasan a la historia con el desarrollo de la sociedad

Spanish.xinhuanet.com   2017-01-26 13:45:35

JINAN, 26 ene (Xinhua) -- El mes previo a la Fiesta de la Primavera, el Año Nuevo Lunar chino, siempre ha sido el de mayor trajín para los casamenteros de la provincia oriental de Shandong, como Zhang Kelan. A los vecinos de las zonas rurales les gusta contraer matrimonio en momentos auspiciosos y según la tradición eran estos profesionales quienes mejor sabían encontrar buenos partidos, lo que los convertía en parte imprescindible del proceso.

Pero en las últimas Fiestas de la Primavera, Zhang ha tenido menos trabajo que en otras épocas y este año, a sus 83 y con 50 años en el negocio a sus espaldas, esta veterana intermediaria matrimonial ha decidido jubilarse con dignidad. Atrás quedan 104 enlaces, un récord para su pequeña aldea.

"Todos siguen casados. Ni un solo divorcio", recalca.

Zhang atribuye su éxito a su carácter recto, hábil manejo de las tradiciones e instinto para leer la mente de los padres.

En los viejos tiempos la riqueza material, sin ser el único requisito, tenía su importancia.

"En la década de lo 80 calculaba la riqueza de una familia contando sus cabezas ganado. En los 90, los electrodomésticos. Y después del año 2000, las casas y coches", explica.

Antes de la apertura de China, el mundo rural era una sociedad cerrada. Los patriarcas tenían gran influencia en la decisión de con quién se casarían sus hijos, y se recurría a los casamenteros para los emparejamientos y para trámites complicados como negociar las dotes y los pormenores de las ceremonias.

Shandong es la provincia natal del famoso filósofo chino Confucio, donde las enseñanzas del maestro sobre la jerarquía familiar y el respeto hacia las reglas de comportamiento establecidas tuvieron gran arraigo.

Zhang recuerda que el obsesivo y detallista proceso que culmina con la boda podía llegar a durar un año desde las preguntas iniciales sobre los nombres al primer encuentro, las citas subsiguientes o la pedida de mano. Cualquier mínimo error podía hacer descarrilar el feliz desenlace.

Todo esto parece ahora algo del siglo pasado.

El desarrollo económico constante de China en las últimas décadas ha cambiado la vida rural. Muchos adultos jóvenes han pasado a formar parte de los 274 millones de trabajadores migrantes que buscan empleo en las ciudades. Allí se conocen, se casan y se establecen. Ya son pocos los que recurren a los modos del pueblo para encontrar el amor.

Entre 2011 y 2015 se mudaron a las ciudades 20 millones de personas cada año, hasta el punto de que al final del quinquenio el 56,1 por ciento de la población del país era ya de residentes urbanos permanentes.

Además, los pocos que se quedan en los pueblos han adoptado las novedades tecnológicas. Gracias a internet, ahora pueden conocer gente mediante redes sociales como QQ y Wechat, en detrimento de los casamenteros rurales.

Las páginas web de citas también han florecido. Una de ellas, Jiayuan.com, comenzó a cotizar en el índice Nasdaq en 2011 y asegura que tiene 160 millones de usuarios registrados, 5,3 millones de los cuales emplean sus servicios activamente.

Mientras los sitios de citas en línea se ajustan a las necesidades de quienes buscan pareja pero dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo, los jóvenes de las zonas rurales tienen más tiempo y libertad para socializar.

"En el pasado, los novios no podían reunirse sin la presencia de intermediarios. Ahora apenas nos buscan para sus encuentros", constata Zhang, que rememora con nostalgia los buenos tiempos en que era la primera persona a quien se recurría para este tipo de menesteres.

El pago por los encargos se efectuaba en forma de dulces, té, licor y a veces dinero, hasta 200 yuanes (29 dólares).

"No era suficiente para ganarme la vida, pero lo disfrutaba como actividad filantrópica. Es una bendición ver a las parejas vivir felices para siempre", dijo.

El primer encuentro negociado por Zhang fue el de Guo Xiurong, de 75 años, y su esposa. El hombre elogió la labor de las casamenteras en los matrimonios rurales, como la mayoría de sus clientes

Otro de sus clientes, Chen Xiuqin lamenta que incluso las mejores casamenteras como Zhang desaparecerán con el tiempo.

Se desconoce el número de intermediarios matrimoniales profesionales que siguen en activo. La mayoría son familiares de los interesados, que se dedican a ello a tiempo parcial.

"Que la profesión desaparezca significa que la sociedad se ha desarrollado", concluye la experta.

  
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ESPECIAL: Casamenteros chinos pasan a la historia con el desarrollo de la sociedad

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JINAN, 26 ene (Xinhua) -- El mes previo a la Fiesta de la Primavera, el Año Nuevo Lunar chino, siempre ha sido el de mayor trajín para los casamenteros de la provincia oriental de Shandong, como Zhang Kelan. A los vecinos de las zonas rurales les gusta contraer matrimonio en momentos auspiciosos y según la tradición eran estos profesionales quienes mejor sabían encontrar buenos partidos, lo que los convertía en parte imprescindible del proceso.

Pero en las últimas Fiestas de la Primavera, Zhang ha tenido menos trabajo que en otras épocas y este año, a sus 83 y con 50 años en el negocio a sus espaldas, esta veterana intermediaria matrimonial ha decidido jubilarse con dignidad. Atrás quedan 104 enlaces, un récord para su pequeña aldea.

"Todos siguen casados. Ni un solo divorcio", recalca.

Zhang atribuye su éxito a su carácter recto, hábil manejo de las tradiciones e instinto para leer la mente de los padres.

En los viejos tiempos la riqueza material, sin ser el único requisito, tenía su importancia.

"En la década de lo 80 calculaba la riqueza de una familia contando sus cabezas ganado. En los 90, los electrodomésticos. Y después del año 2000, las casas y coches", explica.

Antes de la apertura de China, el mundo rural era una sociedad cerrada. Los patriarcas tenían gran influencia en la decisión de con quién se casarían sus hijos, y se recurría a los casamenteros para los emparejamientos y para trámites complicados como negociar las dotes y los pormenores de las ceremonias.

Shandong es la provincia natal del famoso filósofo chino Confucio, donde las enseñanzas del maestro sobre la jerarquía familiar y el respeto hacia las reglas de comportamiento establecidas tuvieron gran arraigo.

Zhang recuerda que el obsesivo y detallista proceso que culmina con la boda podía llegar a durar un año desde las preguntas iniciales sobre los nombres al primer encuentro, las citas subsiguientes o la pedida de mano. Cualquier mínimo error podía hacer descarrilar el feliz desenlace.

Todo esto parece ahora algo del siglo pasado.

El desarrollo económico constante de China en las últimas décadas ha cambiado la vida rural. Muchos adultos jóvenes han pasado a formar parte de los 274 millones de trabajadores migrantes que buscan empleo en las ciudades. Allí se conocen, se casan y se establecen. Ya son pocos los que recurren a los modos del pueblo para encontrar el amor.

Entre 2011 y 2015 se mudaron a las ciudades 20 millones de personas cada año, hasta el punto de que al final del quinquenio el 56,1 por ciento de la población del país era ya de residentes urbanos permanentes.

Además, los pocos que se quedan en los pueblos han adoptado las novedades tecnológicas. Gracias a internet, ahora pueden conocer gente mediante redes sociales como QQ y Wechat, en detrimento de los casamenteros rurales.

Las páginas web de citas también han florecido. Una de ellas, Jiayuan.com, comenzó a cotizar en el índice Nasdaq en 2011 y asegura que tiene 160 millones de usuarios registrados, 5,3 millones de los cuales emplean sus servicios activamente.

Mientras los sitios de citas en línea se ajustan a las necesidades de quienes buscan pareja pero dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo, los jóvenes de las zonas rurales tienen más tiempo y libertad para socializar.

"En el pasado, los novios no podían reunirse sin la presencia de intermediarios. Ahora apenas nos buscan para sus encuentros", constata Zhang, que rememora con nostalgia los buenos tiempos en que era la primera persona a quien se recurría para este tipo de menesteres.

El pago por los encargos se efectuaba en forma de dulces, té, licor y a veces dinero, hasta 200 yuanes (29 dólares).

"No era suficiente para ganarme la vida, pero lo disfrutaba como actividad filantrópica. Es una bendición ver a las parejas vivir felices para siempre", dijo.

El primer encuentro negociado por Zhang fue el de Guo Xiurong, de 75 años, y su esposa. El hombre elogió la labor de las casamenteras en los matrimonios rurales, como la mayoría de sus clientes

Otro de sus clientes, Chen Xiuqin lamenta que incluso las mejores casamenteras como Zhang desaparecerán con el tiempo.

Se desconoce el número de intermediarios matrimoniales profesionales que siguen en activo. La mayoría son familiares de los interesados, que se dedican a ello a tiempo parcial.

"Que la profesión desaparezca significa que la sociedad se ha desarrollado", concluye la experta.

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