Antes del inicio del partido, hubo momentos emotivos en homenaje a las víctimas del Chapecoense: los jugadores de ambas selecciones ingresaron juntos, con flores en las manos y se perfilaron intercalados y abrazados para las ejecuciones de los himnos nacionales.
Presentes en la césped del Engenhao, los cuatro sobrevivientes brasileños del accidente - el arquero de Chapecoense Jackson Follmann, en silla de ruedas y con parte de la pierna derecha amputada sus compañeros Alan Ruschel y Helio Neto y el locutor deportivo, Rafael Henzel - fueron ovacionados por las tribunas.
En el estadio se veía pancartas con "Muchas Gracias Colombia", en agradecimiento por el tratamiento extraordinario que la ciudad de Medellín, el Atlético Nacional y los colombianos en general dedicaron a las víctimas del accidente y al Chapecoense.
La ceremonia finalizó con un minuto de aplausos al envés del minuto de silencio cuando 71 balones blancos, representando a los 71 muertos en la tragedia aérea, eran lanzados al aire.
El partido mismo fue lo que se podría esperar de un amistoso en el inicio de la temporada: un primer tiempo equilibrado con pocos intentos a gol, hasta el minuto 26, cuando un remate de Lucas Lima, tras un pase perfecto de Dudu, fue defendido por el arquero González.
Colombia respondió ocho minutos después con un disparo de Mateus Uribe que se estrelló contra el palo.
Dos minutos tras el inicio de la etapa complementaria, el delantero Dudu, del campeón brasileño Palmeiras, aprovechó un rebote dentro del área y anotó de cabeza el único tanto del amistoso.
El segundo tiempo también fue aprovechado por ambos técnicos que hicieron las seis sustituciones que cada uno tenía derecho, para evaluar los convocados, muchos de los cuales debutando en sus selecciones.
Poco más de 18.000 personas ocuparon las tribunas, aunque fueron puestas a la venta 40.000 entradas con precios entre 70 y 150 reales (22 a 47 dólares).
